El futuro de la humanidad se encuentra a años luz de la Tierra. El mar ha dejado de ser lo que era y la esperanza de que nuestra especie sobreviva es de color Celeste, el planeta que han avistado los telescopios de los científicos del programa Órbita: un proyecto espacial de dudosa ética que estudia cuándo podremos partir en naves hacia un mundo mejor.
Hatem Khraiche, guionista de 'La cara oculta', se pone al frente de su primer largometraje como director en 'Órbita 9' recreando una sociedad distópica al borde de la extinción que, en algunas secuencias de la película, imita una estética futurista neonoir que nos recuerda visualmente a filmes como 'Blade Runner'. Al principio, Khraiche se atreve con un género que es caldo de cultivo en Hollywood: un thriller de ciencia ficción con tintes románticos ambientado en el espacio. Un proyecto ambicioso que se va desdibujando a medida que avanza el metraje, hibridando géneros y poniendo el foco en la historia de amor.
Clara Lago y Álex González son los protagonistas que dejan atrás una aventura "espacial" para vivir un idilio fugaz a contracorriente con importantes problemas estructurales. La actriz de 'Ocho apellidos' encarna a Helena, una de las 10 personas que supuestamente se convertirán en los primeros colonos de Celeste cuando se complete su travesía dentro de 20 años. Un destino lejos de la realidad, pues en verdad el programa Órbita los utiliza como verdaderas cobayas humanas dentro de unos simuladores, en pos de analizar sus constantes vitales y que, algún día, sí que sea posible garantizar la supervivencia de los seres humanos en Celeste.
El mundo que Helena conoce, confinada desde que era un bebé en su pretendida cápsula de navegación, cambia cuando el personaje de Álex González, un ingeniero de Órbita también llamado Álex, se mete en su nave y se atreve a desafiar las normas del proyecto y descubrirle lo que hay más allá de su Órbita 9. Helena no puede evitar enamorarse del primer ser humano que conoce y, aunque consigue reconectar a Álex con una humanidad perdida, no existe la suficiente química entre los actores como para que nos emocione la verdadera aventura que la pareja vivirá en un mundo que lo ha perdido todo. Su historia es demasiado precipitada.
El comienzo de 'Órbita 9' cumple con las expectativas que se esperan de un largometraje de ciencia ficción y atrae muchísimo por su diseño de producción y su cuidada fotografía. Sin embargo, hay que tener en cuenta que todavía no hemos salido de la nave y que la acción que nos ocupa aún no ha empezado, momento en que la narración se tuerce. A pesar de que Clara Lago confiere un aire infantil e ingenuo a su personaje, que jamás ha visto la luz del Sol y a la que todo le va a venir grande, hay algunas escenas que nos sacan de este contexto y contradicen su personalidad. Al igual pasa con esa estética que simula una sociedad distópica a golpe de luces de neón, con comida asiática de por medio, y que sólo sale a relucir en ciertos planos y algunos skylines, mientras que otras localizaciones enfatizan un paisaje árido. El resultado es una ambientación confusa que rompe la continuidad del relato y nos saca de situación.
La dirección de fotografía, a cargo de Pau Esteve ('Proyecto Lázaro', 'Buried (Enterrado)', 'Sufragistas'), destaca en varios momentos de la película, especialmente al principio de la misma y en el momento en que Helena escapa furtivamente del simulador. El trasfondo ecológico que tiene como mensaje 'Órbita 9' es también uno de sus puntos a favor. "Somos una especie de mierda y nos merecemos el planeta que tenemos", llega a decir en un momento dado uno de los personajes haciéndose eco de lo inhumano que define a los investigadores que salvarán a una civilización muy adelantada tecnológicamente, pero atrasada en lo que a empatía se refiere.
Más allá de los protagonistas, el respaldo emocional de Álex que encarna Belén Rueda con su personaje, Silvia, una especie de psicóloga que se esconde tras la proyección de un lobo, no llega a funcionar ya que no hay tiempo para desarrollar esta subtrama, que queda deslavazada. Lo mismo sucede con el pasado que carga sobre sus espaldas Álex Rojas.
En lo que se refiere al principal oponente del largometraje, Hugo (Andrés Parra), el científico que lidera el programa Órbita, es incoherente al mostrar "debilidad" en el final de la película, por lo que el desenlace de la trama se ve perjudicado y las motivaciones del villano, diluidas. Además, las conversaciones que Hugo mantiene con Katherine (Kristina Lilley), la mandamás del proyecto a nivel internacional, mezclando los idiomas del inglés y el español, suponen un fallo de guión que nunca debería estar presente en un filme.
Nota: 4
Lo mejor: El principio de la cinta, donde resalta la dirección de fotografía y el diseño de producción.
Lo peor: La falta de emoción y las contradicciones que hacen mella en un thriller como éste.