Ya lo dijo el afamado autor Gaspar Melchor de Jovellanos: "Perezcan de necesidad y de miseria los que, habiendo disipado la herencia de sus padres o no sabiendo sacudir su desidia, quieren todavía mantener el esplendor, rodeados por todas partes de la miseria". Cuatro años después de su hipnótica 'La última lección', en la que parecía inspirarse en 'El pueblo de los malditos', Sébastien Marnier regresa ahora con un relato con claros toques hitchcocknianos, 'El origen del mal'.
'El origen del mal' parte de una premisa que engaña. Stéphane es una mujer de mediana edad, huérfana, que tras visitar a su pareja en la cárcel, recibe el anuncio de que la señora a la que le alquila su habitación va a echarla. Esto la enfrenta a una incómoda realidad, pedir auxilio a su padre biológico. La sorpresa de la mujer, que trabaja precariamente como operaria en una fábrica de latas de conservas de anchoas, será descubrir que su progenitor resulta ser un magnate de la hostelería.
La mujer entra así en un mundo que la mira de forma hostil y en el que, a excepción del patriarca, todos los miembros de la familia son también féminas. Más allá no se puede ir, dado que Marnier, quien firma también el guion, crea una enrevesada trama que resulta complicado de describir si no se quiere caer en el spoiler. Sólo mencionar que la protagonista, una formidable Laure Calamy, entre una telaraña de apariencias, intrigas y engaños en lo que nada es lo que parece.
Marnier aprovecha los clichés para desenmascarar una red de ambiciones, traiciones y egoísmos, en los que la huérfana ocupa un lugar inesperado. El cineasta tiene una habilidad asombrosa para aprovechar los clichés para que el público baje la guardia y sorprenderlo con un giro difícil de venir. La manera en la que Marnier ejecuta su largometraje camina entre el thriller, el drama familiar y la comedia sardónica, con secuencias que han sido comparadas con 'Puñales por la espalda', pero que beben más de la espléndida '8 mujeres' de François Ozon o de 'La ceremonia' de Claude Chabrol.
Un thriller que aprovecha las convenciones para sorprender
Es más, diríase que da la impresión de que las ocho féminas de Ozon y el tándem de ama de llave y empleada del servicios de Correos de Chabrol hubiesen conocido a los Roy de 'Succession', con la figura de Jacques Weber siendo como una versión edulcorada de la que tiene Brian Cox en la celebérrima serie de HBO. Mezcla curiosa que hace de 'El origen del mal' una obra estupenda, que sabe jugar con esa amalgama de referencias, a las que no le importa rendir tributo.
Laure Calamy lidera este ambicioso reparto, en un papel que, a momentos, bien podría ser la prima de Toni Acosta en '4 estrellas'. Sorprende positivamente Dominique Blanc, que logra evitar la sensación de tener el papel de malvada madrastra. Sus giros narrativos sirven de contraste a los que tiene Doria Tillier, hermanastra de la protagonista y cuya ambición contrasta con las ambiguas intenciones de Stéphane. Llama la atención, además, que las dos hijas del patriarca tengan nombre masculinos.
Con un reparto de lujo y una trama con un toque de humor sardónico, 'El origen del mar' es un espléndido thriller que vuelve a demostrar la habilidad de Sébastien Marnier de incomodar desde lo inesperado.
Lo mejor: Su deseo de rendir tributo a esos primeros héroes anónimos.
Lo peor: Dada la temática, se hubiera agradecido algo más reaccionario.