El filósofo alemán, Oswald Spengler, en su obra 'La decadencia de Occidente', dejó esta frase: "La política sacrifica los hombres a un fin; caen los hombres por una idea". El español Albert Serra ha logrado convertirse en uno de los cineastas más encumbrados del cine de arte y ensayo. Realizador que no escatima en catalogarse como "el mejor montador del mundo" y uno de los "cinco mejores directores" de la industria, sale aparentemente de su zona de confort para mostrar su obra menos críptica con 'Pacifiction', presentada en la Selección Oficial del 75 Festival de Cannes.
Serra, quien lleva tiempo apostando por la producción audiovisual francesa (aunque, cabe destacar, ha tenido la deferencia de estrenar su obra antes en España, puesto que en Francia está previsto su estreno para el 9 de noviembre), ofrece la que es, al menos en lo artístico, su película menos experimental. 'Pacifiction' traslada su trama a la isla de Tahití, la más conocida de la Polinesia Francesa, y en cómo un Alto Comisario de la V República, De Roller, debe anticiparse al sentir popular de la ciudadanía. La cinta lo retrata frío y calculador, de modales impecables y aparente control de sí mismo.
Sin duda, es un retrato contemporáneo de los habituales personajes históricas de Serra, De Roller bien podría haber sido uno de los partícipes de las orgías y el cancaneo en los jardines de Versalles de 'Liberté' o uno de los aristócratas intrigantes de la corte francesa en 'La muerte de Luis XIV'. Tiene ese carácter mezquino y cínico con el que representa la altivez del poder, Serra plasma una realidad de la que dice poco, intuyéndose una amenaza nuclear por el rumor de que el estado francés ha retomado las pruebas nucleares en la zona, lo que provoca la sensación de que, en cualquier momento, puede producirse una revuelta.
Tahití convertida en el retrato del exuberante ocaso
Bajo el tono de calma tensa, el filme va haciendo un recorrido por la mirada decadente de Tahití, perteneciente a la colectividad de ultramar gala y que Serra retrata como una especie de colonia dependiente de una imagen de antaño para atraer al turista. Ahora bien, Serra busca jugar tanto con el posible significado que se le quiera dar a la película, que no termina de concretar idea alguna. Sí, queda patente que para el cineasta, la Polinesia Francesa es como una especie de paraíso en decadencia, que vive un último suspiro y del que se pueden crear debate ideológicos diferentes dependiendo de quien vea el filme, pero Serra nunca termina de mostrar sus intenciones, sin olvidar que deja diálogos vacuos y demasiado crípticos.
En cierta forma, todo el largometraje se puede resumir en una frase que dice Benoît Magimel en un momento de euforia: "la política es una discoteca". Y sí, Tahití, a pesar de las intenciones de convertirla en un Edén desheredado, luce tremendamente bella. Ahora bien, no se justifican de ninguna forma los 165 minutos que dura la película, a pesar de ser la más narrativa del cineasta. Magimel está magnífico, pero él lo estaría incluso encarnando a un gallo. Junto a él, un grupo variopinto de personajes, entre los que destacan los encarnados por Marc Susini, Sergi López y, muy especialmente, Pahoa Mahagafanau, quien encarna a una mujer transexual cuya presencia ofrece una contraposición al Alto Comisario.
Bajo la capa de cine de autor que rehúye cualquier complacencia con el público, 'Pacifiction' sigue siendo la propuesta ideal para los adeptos a la filmografía de Serra, los cuales han ido en aumento con cada nueva propuesta del catalán. Eso sí, tiene el mérito de ser estéticamente más llamativa que sus dos filmes antecesores y que, al menos, no produzca una sensación extremadamente grotesca, como la que dejaba 'Liberté'.
Nota: 5
Lo mejor: Las exuberantes escenarios reales del filme y Benoît Magimel.
Lo peor: Las situaciones son tremendamente simples y sus diálogos resultan banales.