Para su segundo largometraje como realizador, el francés Mathieu Vadepied ha optado por realizar una ambiciosa producción de época con la que tiene el desafío de encontrar un extraño equilibrio. Está hablándose de 'Padre y soldado', un film que estuvo en competición en la sección Una Cierta Mirada en el 75 Festival de Cannes y que busca, por un lado, rendir tributo a aquellos soldados procedentes de las colonias africanas que dieron su vida por Francia y, por otro, hacer un ejercicio de crítica anticolonialista.
El resultado es más cercano al homenaje a los soldados muertos y que refleja la propia contradicción de los franceses cuyos orígenes son de países que, antes de la Segunda Guerra Mundial, eran colonias galas. Sí que, inicialmente, la cinta muestra un espíritu anticolonialista, en el que el joven senegalés Thierno Diallo, intenta evitar ser reclutado a la fuerza por el ejército francés para combatir en la Primera Guerra Mundial, en el año 1917. Su padre, Bakary, intenta evitarlo, pero es inútil. Por ello, decide falsear su identidad y alistarle de voluntario, para protegerlo.
El mensaje anticolonialista es claro y frontal. No obstante, su deriva patriótica, pues Thierno acaba defendiendo voluntariamente su patria de adopción y su padre termina siendo un héroe improvisado, recuerda que la mayor parte de los hombres llamados a la batalla lo fueron por imposición, no por espíritu vocacional y, dado que fueron obligados a defender un país ajeno, éste les debía el mismo reconocimiento que aquellos soldados blancos caídos en batalla.
Un film que honra la memoria de los africanos que tuvieron que combatir por Francia
Combinación complicada, pues, que Vadepied, quien firma el guion junto con Olivier Demangel, busca contentar ambas partes. En ese proceso, cuenta afortunadamente con Omar Sy, uno de los intérpretes más carismáticos que tiene la actual industria francesa y pionero en defender el mestizaje del cine galo, en el que las voces de cineastas procedentes del Magreb, el África negra u Oriente Próximo han encontrado su sitio. El intérprete sabe rendir tributo a Bakary y su deseo de proteger a su hijo. Un verdadero padre coraje cuya nación es su familia, por la que sí está dispuesto a sacrificarse.
Mención para Alassane Diong, quien tiene su primer papel relevante en la gran pantalla y quien es sobrino de Omar Sy. El actor muestra un relevo generacional, de esa Francia diversa que reivindica ser reconocida como tal. En medio de la crítica anticolonialista y el tributo a los soldados africanos muertos por Francia, impera un claro mensaje antibelicista, mostrándose cómo las guerras se llevan la vida de miles de inocentes y cómo personas normales (en esta época, principalmente varones) se enfrentaban a situaciones traumáticas cuyas consecuencias siguen sintiéndose décadas después.
'Padre y soldado' permite también ver el potencial de la industria cinematográfica senegalesa, al tratarse de una coproducción. Senegal ha ido erigiéndose paulatinamente en una de las industrias más relevantes del continente africano, especialmente de las producciones relacionadas con la lengua francesa, lo que la convierte en un estupendo ejercicio de hermanamiento de dos estilos de cine que se dan de la mano de igual a igual.
Quizás ahí está la máxima virtud de 'Padre y soldado', en permitir en visibilizar el potencial técnico del cine producido en Senegal, tal y como hizo Robert Guédiguien en la formidable 'Mali Twist' y cómo hizo también Mati Diop en la fascinante 'Atlantique'. Eso y ver a Omar Sy brillar con un papel dramático a su altura.