Si hay un país que en la memoria colectiva es visto cómo el ejemplo de democracia civilizada es Suiza, a pesar de que las mujeres no pudieron votar a nivel federal hasta 1971 y a nivel cantonal fue un proceso que comenzó en 1959 pero no finalizó hasta 1990, año en el que judicialmente se tuvo que imponer al cantón de Appenzell Rodas Interiores. También hay quienes olvidan cómo los servicios de Inteligencia del país helvético vigilaban a todos aquellos activistas de izquierdas.
Ambas situaciones pudieron conocerse a fondo en 'El orden divino' y 'Mis funciones secretas', producciones dramáticas con cierto toque cómico, que sacan los trapos sucios de un país que es profundamente conservador, en el cual su sistema de democracia mediante el voto directo muestra a una sociedad excesivamente celosa con cualquier cambio, por más nimio que sea. Eso puede verse en 'Pájaros enjaulados (Hasta que estemos muertos o libres)', que narra el extraño periplo judicial de Walter Stürm, un hombre cuyo ambiguo concepto de libertad sirve como telón de fondo para poner en entredicho a la Suiza de los 80.
Sexto largometraje del suizo Oliver Rhis, el cual firma el guion de la cinta junto con Olivier Keidel, Norbert Maass, Dave Tucker e Ivan Madeo, 'Pájaros enjaulados' muestra cómo en 1980, en Zúrich, un manifestante podía ser obligado a ir un centro de reeducación por protestar de forma pacífica. Sin manierismos, el filme muestra un sistema judicial autoritario que es puesta en entredicho de forma constante, quedando cualquier crítica relegada, a pesar de la presión de los medios de comunicación.
Una relación tóxica con un complejo trasfondo político
Aunque Rhis rinde tributo a aquellos movimientos sociales que lograron transformar a Suiza (aunque no hay que engañarse, sigue siendo un país tremendamente conservador y reticente al cambio), opta por enfocarse en el concepto de libertad y cómo lo enfocan sus dos protagonistas, completamente opuestos, lo que les hace complementarios. Por un lado está Barbara Hug, abogada y miembros de movimientos políticos de izquierda radical y con antiguos contactos en la resistencia armada. Por el otro, un niño bien que se desvió del camino y se convirtió en uno de los presos más veteranos de Suiza y que fue conocido como 'el rey del escape' por sus innumerables fugas de la cárcel.
Ambos representan muy bien el deseo de la eterna insatisfacción, pues Barbara lucha por una mayor democracia, por ideas de igualdad, por la libertad ajena...pero no es capaz de cuidarse a sí misma, hasta el punto de poner en riesgo su vida de forma absurda, para frustración de su médico. Y está Stürm, personaje radiactivo que crea un vínculo ambivalente con la letrada, al ser un tipo con tendencias autodestructivas, cuya vida carcelaria le ha convertido en cautivo de sus propios demonios y que no valora la ayuda de Hug.
Se forma así un círculo vicioso en el que nadie es capaz de tomar la libertad de escucharse a sí mismo. Esto convierte a 'Pájaros enjaulados' en una propuesta interesante, aunque es cierto que su contexto le exigía, quizás, una mirada más social y política, al retratar una Suiza en la que se violan los derechos humanos. Eso sí, si el filme consigue mantener la atención es gracias a su dupla protagonista, pues Marie Leuenberger ofrece un personaje complejo cuya tendencia al abandono propio se ha visto poco en papeles femenino. Joel Basman transmite muy bien el cierto afán megalómano de Stürm, hasta el punto de que llega a desquiciar. Un tándem interpretativo que convence y eleva a una producción histórica que exigía una mirada más profunda.
Nota: 6
Lo mejor: Sus protagonistas, Leuenberger y Basman están espléndidos.
Lo peor: Su narración llega a ser caótica y su parte política queda enterrada en un juego autodestructivo que también hubiera demandado un filme a solas. Da la impresión de que está entre dos aguas.