Hay algo tremendamente incómodo a la hora de mostrar frontalmente la realidad, aquel que la ve se siente despojado de cualquier capa con la que observar con distancia tales hechos. Por ello, títulos como el documental 'Para Sama', uno de los más premiados de los últimos a nivel internacional -en su haber tiene el Premio del Cine Europeo, el BAFTA, cuatro BIFA, premiada en Cannes y una nominación al Oscar-, que rompe todos los esquemas, al ser un testimonio directo de la Batalla de Alepo, sucedida entre 2012 y 2016, dentro de la Guerra Civil Siria.
'Para Sama' es un relato periodístico y personal. Es el testimonio de Waad al-Kateab, una mujer a lo largo de cinco años, desde sus inicios como estudiante en la Universidad de Aleppo con 18 años, a su relación con Hamza, su marido, médico de profesión. Es una crónica de la revolución siria, de su posterior represión, de los bombardeos, de los ataques que sufrió la población, narrado en primera persona. Es la propia realidad de lo que ha pasado en el país, mostrada de frente, sin matices, sin artificios, sin la mirada aséptica de un informativo.
En esa mirada frontal, al-Kateab, junto con el documentalista Edward Watts -quien le ayudó a la periodista y activista a condensar las más de 500 horas de grabación en un largometraje de 93 minutos- evade la mirada gratuita y morbosa, siendo, ante todo, una crónica de guerra, con escenas desgarradoras, dolorosas y en las que la sensación de que la vida puede pararse está presente en todo el metraje. Sin embargo, al-Kateab y Watts evitan caer en lo malsano, conscientes de que este largometraje es un grito ahogado, una manera de poner rostros a aquellas víctimas que cuyas voces anónimas han quedado enterradas.
Una crónica sobre la guerra en Siria. La carta de amor de una madre a su hija
Pero, más allá de ser un documento cuya calidad periodística es indiscutible, es también la carta de amor de una madre a su hija recién nacida, en medio de una guerra. Esta combinación de reportaje bélico y alegato personal convierte a 'Para Sama' en un largometraje único. Al-Kateab engrandece el filme gracias a esa mirada íntima, ese rayo de luz y esperanza en medio del horror. Porque, efectivamente, en una contienda hay momentos en los que, pese a todo, se sonríe, como una manera de encarar al terror.
Por todo ello, 'Para Sama' se convierte en un largometraje excepcional, gracias a la manera en la que al-Kateab narra su propia experiencia, en la que se percibe una mirada cinematográfica, gracias a la cuidada selección de imágenes y una narración diestra, en la que la periodista consigue contextualizar las secuencias, permitiendo al público situarse cronológicamente.
Un desgarrador grito ahogado
Mención también al otro protagonista de este documental, su marido, Hamza, médico. Es gracias a la profesión de su esposo, lo que permite a al-Kateab poder hacer una crónica directa, como también haber tenido un refugio durante la guerra, pues el hospital es donde se reflejan las consecuencias directas de la guerra. Es más, la denuncia principal del documental reside en cómo los hospitales, los sanitarios, fueron bombardeados indiscriminadamente por el ejército ruso. Es también esa parte activista la que deslumbra, logrando convertir al filme en una propuesta única.
Existen pocos documentales, al menos con carácter cinematográfico, que hayan narrado de manera tan cercana un conflicto bélico -más allá de las imágenes de archivo de cronistas de guerra, cuya labora era, ante todo, informativa-. Por azares del destino, el ejemplo más cercano para comparar a 'Para Sama' es su coetánea 'The Cave', que también plasmó sin contemplaciones la guerra de Siria, o la comprometida 'Comandante Arian'. Sin embargo, debido a su mirada personal e intimista, está mucho más relacionada con el Diario de Ana Frank. Un testimonio único, cuya trascendencia aún está por calibrar, pero cuyo legado es de un valor incalculable. Uno de los títulos imprescindibles tanto del género documental, como de estos últimos años.
Nota: 9
Lo mejor: Haber podido conocer este desgarrador testimonio a través de sus propios protagonistas, cuyas voces aún pueden denunciar la situación de millones de ciudadanos sirios.
Lo peor: Al ser un relato narrado con tanta verdad, incomodará a aquellos cuya mirada aburguesada le impida reconocer la valía de su narradora.
