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CRÍTICA

'Un paso adelante': Los bailes que da la propia vida

Crítica de 'Un paso adelante', dirigida por Cédric Klapisch, escrita por Santiago Amigorena y Klapisch. Protagonizada por Marion Barbeau. Nominada a nueve Premios César.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 17 de Marzo 2023 | 14:31
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Un paso adelante': Los bailes que da la propia vida

El galo Cédric Klapisch continúa con su particular visión sobre la juventud de una generación desencantada. Tras 'Nuestra vida en la Borgoña', en la que plasmaba el ímpetu de unos hermanos (treintañeros y veinteañeros) y herederos vitivinícolas, y con 'Tan cerca, tan lejos', en la que supo retratar las ansiedades y agobios de esos jóvenes que se acercan a los 30 y que ven que la realidad es muy distinta a lo que pensaba; ahora explora esa frustración desde otra perspectiva con 'Un paso adelante', nominada a nueve galardones en la pasada 48ª edición de los Premios César.

Un paso adelante

'Un paso adelante' sigue el proceso de recuperación de Élise, una bailarina de ballet de 26 años, quien ve cómo su vida da un cambio drástico tras sufrir una lesión en pleno directo, cuando bailaba 'La bayadera' de Léon Minkus. Un esguince con el que corre el riesgo de dejar de bailar y que la sumerge en un estado depresivo. Dado que se está ante un largometraje de Klapisch, puede intuirse que el cineasta no explorará la vena más melodramática de la situación de la bailarina, quien se lesionó en la función tras ver cómo su novio (bailarín principal de la obra) se besaba a escondidas con una de las bailarinas del cuerpo de baile.

Tras ese inicio sombrío, Klapisch inicia el camino de recuperación de su protagonista. Élise, inicialmente, se deja llevar por los malos augurios, dado que el consejo médico le pone en la peor situación. Es reconectar con una antigua amiga que dejó la danza lo que le permite salir de ese círculo elitista que le impide ver que existen diferentes maneras de expresar la vocación y la pasión por el baile. Klapisch narra lo que le ha sucedido, le sucede y le sucederá a muchos bailarines (al igual que otros profesionales cuya fuerza reside en su cuerpo), que una lesión les obligue a dejar su carrera.

Un paso adelante

Un formidable retrato de la vida misma

Pero Klapisch tiene la virtud de mostrar la oportunidad que se le muestra a Élise de reinventarse. Sin quitar drama a la situación, el cineasta expone cómo la protagonista, acostumbrada a estar en la cúspide, debe aprender a escalar y que existen diversas formas de encontrar lugar para la vocación. Ese aprendizaje es natural, pero pocas veces se ha expuesto de manera positiva en la gran pantalla. El cineasta, quien vuelve a firmar el guion junto con su habitual colaborador Santiago Amigorena, crea un relato de recuperación personal propia, de cómo la bailarina aprender a reencontrarse consigo misma. El libreto transmite sensaciones magníficas, una atmósfera positiva que termina envolviendo al público. Mención para su protagonista, una formidable Marion Barbeau, quien es, en la vida real, miembro del Ballet de la Ópera de París, donde ha alcanzado el rango de Primera Bailarina de la compañía.

Un paso adelante

A ello se le añade un aspecto artístico muy cuidado. Para ello cuenta con la intervención del coreógrafo y bailarín israelí Hofesh Shechter, quien interpreta una versión ficticia de sí mismo, mostrando cómo la danza tiene diferentes versiones de manifestarse, desde lo etéreo del ballet clásico, en el que se elevan los gráciles movimientos; a lo más tribal, a lo contemporáneo, donde lo terrenal cobra fuerza. Su apartado musical y artístico es maravilloso, elevando más una cinta que, ya de por sí, encanta.

Klapisch sabe retratar la frustración de los millennials y cómo lo pueden canalizar de manera optimista. Con un retrato que vuelve a mostrar la virtud del cineasta a la hora de plasmar los pequeños detalles cotidianos. Un tipo de cine que sigue defendiendo su posición en la gran pantalla. Un ejemplo magistral del toque francés en el cine Slice of Life.

8
Lo mejor: Su apartado artístico es sensacional. El espíritu de 'buen rollo' que está impregnado en toda la película.
Lo peor: SQuizás es demasiado ligera en ciertos momentos.