A pesar de que el cine está polarizándose más (hay grandes blockbusters o películas de arte y ensayo), los filmes de "clase media" resisten los golpes, especialmente en la industria europea. Aquellos títulos hechos con mirada comercial pero sin olvidar la parte autoral, historia cotidianas, alejadas de universos cinematográficos, superhéroes o experiencias neorrealistas. Es el caso de 'Una pastelería en Notting Hill', un filme que emula la experiencia de estar tomando un café con leche con un trozo de tarta Red Velvet en una cafetería en pleno corazón de Londres.
Propuestas como 'Una pastelería en Notting Hill' van siendo, cada vez más, raras de ver en salas de cine y se agradece su distribución para la gran pantalla. Ópera prima de la realizadora británica Eliza Schroeder, el filme es también el primer guion de un largometraje para su guionista, Jake Brunger. El resultado es el deseo de crear una mirada cinematográfica propia pero sin arriesgar demasiado, lo que convierte a esta experiencia culinaria en algo más cercano a las cafeterías Granier que a la confitería La Duquesita.
No obstante, eso no impide disfrutar de un rico bollo recién horneado, especialmente por darle pleno protagonismo a tres personajes femeninos completamente distintos, que, debido a una terrible tragedia, acaban reencontrándose. En ese aspecto es donde 'Una pastelería en Notting Hill' sobresale, con tres mujeres cuyos anhelos y compromisos no están enlazados a tramas amorosas (alguna hay, pero es secundaria). Por otra parte, la cinta muestra el lado optimista de ser emprendedor, al lograr sacar adelante un negocio vocacional, además de poner una lanza a favor de la diversidad, al apostar por una repostería internacional y alejada de lo convencional.
Una dulce como un trozo de tarta de zanahoria
Sin embargo, aunque la historia está concentrada, sobre todo, en la experiencia de la pastelería, en la de cumplir un sueño, la forma en la que va desarrollándose el argumento recuerda, demasiado en algunas ocasiones, a las adaptaciones alemanas de las novelas de Rosamunde Pilcher o Inga Lindström. Eso sí, con un nivel técnico, visual e interpretativo mucho mejor, que, sin duda, demuestra que estas dulces experiencias pueden disfrutarse en el cine. Sobre todo, por sus tres actrices protagonistas: Celia Imrie, Shannon Tarbet y Shelley Conn, que derrochan carisma en cada escena, especialmente Imrie.
Quizás no sea la gran revelación del año, pero 'Una pastelería en Notting Hill' es una historia entrañable con una estética deliciosa. Una ópera prima que muestra a una realizadora que, sin duda, puede ofrecer historias más ambiciosas con sus siguientes largometraje. Un filme para aquellos que disfrutaron con 'Tímidos anónimos', 'Un viaje de diez metros' o 'Mi panadería en Brooklyn'. Quizás esté hecha para los más golosos pero, ¿a quién le amarga un Pastel de Belém o un trozo de tarta de crêpes de té matcha?
Nota: 6
Lo mejor: Los momentos culinarios, un auténtico deleite visual que abre el apetito.
Lo peor: Su trama es demasiado convencional y no ayuda nada que dé la sensación de estar viendo un telefilme alemán de sobremesa.