Para su ópera prima, la puertorriqueña Glorimar Marrero Sánchez ha querido hacer un curioso símil entre la salud y el dominio de un país. Lo realiza con 'La pecera', presentada en la Sección Oficial del 26 Festival de Málaga y en la Selección Oficial Internacional del Festival de Sundance 2023. Un esmerado trabajo en el que se las costuras de una cineasta que sabe jugar con las metáforas y que puede dar pie a una especie de realismo mágico con tintes de cine de denuncia social.
'La pecera' comienza narrando el proceso de degradación física de Noelia, encarnada por Isel Rodríguez, quien sufre un cáncer intestinal que le obliga a llevar una bolsa de colostomía. La mujer intenta hacer vida normal, incluso tener desfases impropios de lo que padece. A pesar de que su novio, Jorge, interpretado por Maximiliano Rivas, está muy preocupado y pendiente de ella, ésta se comporta como una chiquilla adolescente. Pronto se sabe que ella sabe que su estado empeora, algo que se termina de confirmar cuando se desmaya y es llevada a Urgencias, donde le detectan que su cáncer ha derivado en metástasis.
Esa larga presentación sirve para perfilar el carácter de una mujer independiente atrapada en una enfermedad que le obliga a depender de terceros. Su comportamiento errático responde a ese instinto de aquel quien sabe que va a fallecer y que no existe solución a lo que padece. Eso sí, su rebeldía sirve de prólogo para lo que prepara Marrero. La cineasta debutante lleva a su protagonista a sus raíces, al pueblo de Vieques, situado en unas islas apartadas y donde el ejército estadounidense hizo pruebas de bombardeos en un pasado, ignorando lo que pudiera pasarle a la población local el vivir tan cerca de estos experimentos.
Un suntuoso debut
Marrero deja caer que el cáncer de la protagonista puede ser consecuencia de haberse criado en la zona. De ahí, que convierta algo tan personal como el padecimiento una enfermedad terminal en un símil de cómo para Estados Unidos, Puerto Rico no es una región que consideren que debe estar a la misma altura que el resto de los 50 estados que tiene el país. De ahí, que la directora tenga un sentido de crítica que ve al país norteamericano como un agente extranjero y colonial.
Una metáfora llevada al extremo, en la que Isel Rodríguez se entrega en cuerpo y alma a su persona. 'La pecera' es uno de esos extraños ejercicios cinematográficos en los que se ve un relato que sabe crear diferentes capas en lo que denuncia y en el que se ve un barniz de una realizadora que bien podría decantarse con el realismo mágico en siguientes largometrajes. Un fascinante debut.
