La diseñadora Coco Chanel dijo una gran verdad: "La moda reivindica el derecho individual de valorizar lo efímero". Tras el hipnótico juego de espejo que fue 'Viaje a Sils Maria', el realizador francés Olivier Assayas estrena otro complejo y etéreo largometraje, como si de una continuación natural se tratase. Es 'Personal Shopper', premio a la mejor dirección en el 69º Festival de Cannes y protagonizada por Kristen Stewart, nueva musa del aclamado cineasta.
Maureen es una chica estadounidense que trabaja de personal shopper en París para una reconocida celebridad europea. La joven se ha instalado en la capital francesa, puesto que es allí donde murió repentinamente su hermano mellizo, Lewis, que era pintor. Lewis, además de artista, sentía que tenía ciertos poderes sobrenaturales, que era médium. Por la conexión tan estrecha que Maureen tenía con su hermano, la joven decide esperar una manifestación del fantasma de Lewis. Mientras sucede esto, empieza a recibir extraños mensajes en el móvil que le hacen sentir más cerca una posible amenaza.
La decadencia de toda una generación
Polémica Palma de Plata a la mejor dirección, el nuevo largometraje de Olivier Assayas trae una de sus propuestas más arriesgadas, aquellas como 'Irma Vep', 'Demonlover' o 'Finales de agosto, principios de septiembre', esas obras que hacen de Assayas uno de los cineastas más atrevidos del cine europeo actual. 'Personal Shopper' combina el thriller, con el drama familia y el cine de terror de serie B, todo ello en medio de un frío retrato del mundo de la moda, elegante pero tremendamente níveo. Una apuesta arriesgada que sólo Assayas podía afrontar.
Ya que 'Personal Shopper' es un desesperanzado relato de la propia decadencia de toda una generación, la conocida como Generación Y, malamente llamada "millenial", al mostrar a una protagonista apagada y envuelta en una ambivalente y deshumanizada situación. Kristen Stewart, en un papel creado para ella expresamente y, sin duda, el mejor de su carrera, da vida a una joven cuya ilusión se ha apagado y que busca desesperadamente alguna señal de su hermano muerto, por ello cree tener visiones de espectros y conexiones paranormales, una clara metáfora de la ausencia de espiritualidad en una mundo excesivamente consumista, tecnológico y virtual.
Ahí reside la principal esencia de la película, en convertirse en un retrato de la propia decadencia de toda una generación de adultos jóvenes, entre la sumisión al capitalismo más impersonal (en este caso un trabajo de personal shopper que no satisface) y el deseo por lo material (el probarse los vestidos prohibidos de una jefa despiadada). Maureen acaba siendo esa incómoda contradicción entre la posmodernidad de la juventud actual y una constante insatisfacción. En medio, una protagonista cuyas relaciones son completamente artificiales, en las que la persona física es un alma ausente, reduciendo la comunicación social a mensajes de WhatsApp en un smarthphone.
Perverso juego de espejos
Esa feroz metáfora, que Assayas envuelve en un espectral realismo mágico, se une el thriller, con un crimen por resolver en el que la protagonista, atormentada por sus propios fantasmas, deberá dirimir qué es real y qué es producto de su propio delirio. Cierto es que la trama criminal no es tan redonda como el impasible relato que roza lo sobrenatural y fantástico. Sin embargo, se retroalimentan de alguna forma, devolviendo a la protagonista a la realidad, al menos temporalmente.
Finalmente el filme se cierra, dejando al espectador una extraña sensación de sobresalto que sólo Satoshi Kon con 'Perfect Blue' o 'Millennium Actress' hubiera podido dejar de manera tan hipnótica y etérea. El telón se cierra y con él, otro perverso juego de espejos, esta vez más amargo y pétreo, semejante al descenso a los infiernos que fueron 'Animales nocturnos' de Tom Ford o la propia 'Viaje a Sils Maria', pero igual de atrayente. Magnífica.
Nota: 9
Lo mejor: El alma etérea de Kristen Stewart y la elegancia de sus movimientos probándose vestidos.
Lo peor: Sus tramas no se combinan, se complementan, lo que convierte al filme en una propuesta nada complaciente.