En los últimos años, 'Las aventuras de Pinocho', la clásica novela de Carlo Collodi, está viviendo una segunda juventud. En apenas tres años, han sido cinco los largometrajes que han abordado el relato de la marioneta que termina convirtiéndose en un niño de verdad. Ha habido adaptaciones que han recuperado el espíritu del autor como la versión de Matteo Garrone -una de las mejores, huelga decir-; a otras que es mejor olvidar, con la que realizó Robert Zemeckis para Disney+ y que era un remake en imagen real de la aclamada cinta de animación de 1940, considerada uno de los mejores filmes de la historia del cine, aunque no es considerada la versión más fiel a la obra de Collodi.
Ahora llega una nueva interpretación, la de Guillermo del Toro, quien estrena en cines su propuesta realizada en animación stop-motion y que opta por el camino de llevar el relato a su terreno, como sucedió con la aplaudida versión de 1940. Con lo cual, aquellos que busquen una versión fiel a la novela de Collodi, tendrán que ver la adaptación de Garrone (magnífica, cabe señalar). No obstante, eso no impide disfrutar de la mirada única del cineasta mexicano, quien sabe respetar el espíritu del libro de forma más libre. El ejemplo de ello es que traslada la historia a la Italia fascista que abarca tanto la Primera Guerra Mundial como el período de entreguerras y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
A ello se suma que transforma el relato original por episodios por una aventura cuyas moralejas sirven para traer ese espíritu de cuento por fragmentos. Sí que opta por darle un mayor protagonismo a Pepito Grillo -en el relato original, solo está en algunos capítulos- y opta por transformar la Isla de los Juegos y el convertirse en burro en una metáfora de cómo la Italia de Mussolini se llevaba a menores a luchar en la guerra contra su voluntad. El que Del Toro; quien dirige la cinta junto con Mark Gustafson y firma el guion junto con Patrick McHale, basándose en una historia tanto de él como de Matthew Robbins, opte por ambientar la trama en esa época es toda una declaración de intenciones.
Ello se ve al dejar de manera más evidente la crítica al capitalismo salvaje, el cual crea formas modernas de esclavitud, como le sucede a Pinocho, presa del Conde Volpe -un personaje que entremezcla a Mangiafuoco (Stromboli en la versión de Disney de 1940) y al Zorro (conocido también como el Honrado Juan); al convertirse en una marioneta presa de las garras de un empresario que busca explotarlo hasta que la extenuación. Del Toro añade el concepto de inmortalidad en el títere, que invita a la reflexión sobre las consecuencias de una vida eterna y cómo esta puede convertirse en un castigo.
Del Toro realiza un filme artesanal que lleva a su terreno, aunque respetando el espíritu de la obra de Collodi
Esas reflexiones, aupadas con que Del Toro selecciona ciertos capítulos esenciales del clásico de Collodi (como que una bestia marina se coma a Pinocho o que a este le crezca la nariz al mentir), convierten a su Pinocho en una versión muy personal y autoral, que tiene el equilibrio correcto a la hora de introducir cambios y mantener el espíritu original de la obra de Collodi, la cual era una clara metáfora de la condición humana. La inocencia de la marioneta, quien no conoce las maldades del ser humano, sabe conjugarse con la impetuosidad propia de quien no conoce los código sociales. A ello se suma el aprendizaje brutal que hace el títere a la hora de enfrentarse a los diferentes rostros de los intereses de la humanidad, en un mundo polarizado y dividido. También en lo referente a la relación de Pinocho y Gepetto, nacida fruto de la casualidad y que tiene la enseñanza de que padres e hijos deben aceptarse y comprenderse tal y como son.
A ello, además, Del Toro le suma una animación artesanal magnífico, con una estética propia de los mundos del cineasta, formando una especie de trilogía temática con 'El laberinto del fauno' y 'La forma del agua', en lo relacionad a reinterpretar las fábulas. Es su animación la que también trae esa esencia barroca propia de la obra de Collodi, como hizo Garrone o el equipo liderado por Ben Sharpsteen y Hamilton Luske en el filme animado de 1940. El cuidado por el movimiento de personajes y un diseño de producción entre barroco y gótico logran que el público entre de lleno en la historia. A ello se suma el carisma propio de Pinocho, en esa mezcla de ingenuidad e impetuosidad.
Sin duda, se está ante una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la obra de Collodi, el Pinocho de Guillermo del Toro es una fantasía épica con esas moralejas propias de los cuentos tradicionales. Una parábola sobre la condición humana a través de los ojos de una marioneta cuyo corazón demuestra ser el propio de un niño de verdad. Una obra formidable y fascinante, que conquistará tanto a los seguidores de la novela como a los más profanos del escrito.
'Pinocho' estará disponible en Netflix el 9 de diciembre.
Nota: 8
Lo mejor: Su animación y cómo Del Toro ha sabido encajar la historia en la Italia fascista.
Lo peor: El papel de Pepito Grillo se siente algo desaprovechado.