Si hay un género que ha conseguido convertirse en un referente en los últimos años, ese ha sido el documental. Largometrajes como 'Pina', 'Honeyland', 'La sal de la tierra', 'Red Army', 'My Mexican Bretzel' o 'El año del descubrimiento' dan buena fe de ello. Ahora llega a los cines una de las sensaciones del Festival de Sundance del año pasado y del Atlántida Film Fest 2020, 'La pintora y el ladrón', un filme que explora la atípica relación de sus protagonistas y cómo el arte saca a relucir los claroscuros de sus vidas.
Lo interesante del filme es que parte de un delito. La artista checa Barbora Kysilkova es víctima de un robo, pues dos ladrones se llevan dos de sus obras que estaban en la galería en la que estaba exponiendo en Oslo. Lo curioso es cómo la pintora toma contacto con los delincuentes y cómo acaba trabando una amistad con uno de los dos, Karl-Bertil Nordland, que es el otro protagonista de la cinta. Aunque la premisa -cabe recordar que real- podría ser digna de una película de Noah Baumbach o Greta Gerwig, lo interesante es ver cómo la propia vida hace evolucionar a sus dos protagonistas.
Porque lo atrayente, es que el director Benjamin Ree configura una película de personajes a través de un género tan concreto y real como es el documental. Y es ahí donde el filme muestra cómo el arte o la fascinación por él muestra el trasfondo de dos almas heridas y marcadas por el maltrato y la indiferencia y cómo esos traumas ejercen una fuerza semejante al magnetismo de los imanes, como la que sentía el protagonista de 'El desconocido del lago' hacia el bello tenebroso que le lleva por una espiral de autodestrucción. Ree, en ese aspecto, hace una radiografía psicológica de ambos, que puede extrapolarse y explicar por qué hay personas que inician relaciones imposibles y se ven envueltas en situaciones ambivalentes y tóxicas.
El arte y la amistad de dos almas heridas que supieron encontrarse
Y es ese aspecto donde el filme deslumbra y es donde la parte documental brilla, pues se aleja de cualquier concepto predecible, especialmente porque el ladrón acaba convertido en musa de la pintora y esta acaba recibiendo consejos psicológicos de un hombre con historial delictivo. Esa aparente paradoja, que cualquier filme feel-good hubiera explotado, Ree ahonda de manera natural y espontánea, dejando que el público explore más allá de lo superficial en la psique de sus protagonistas, gracias a un montaje en el que el documental parece ser un rompecabezas cuyos fragmentos van respondiendo a las preguntas que los espectadores se plantean.
Innovador y original, 'La pintora y el ladrón' es un filme que vuelve a demostrar el buen estado en el que se encuentra el documental, que vuelve a rompe otra barrera, pues queda la duda de hasta qué punto sus protagonistas han recreado escenas que ya han vivido. Una experiencia artística diferente, en el que el arte consigue ser una sensación visceral que consigue explicar el espíritu tanto del creador como el del armirador y que se percibe dentro de un círculo virtuoso y sublime.
Nota: 8
Lo mejor: Cómo Ree narra la perspectiva de cada protagonista, cómo va construyendo los fragmentos que conforman el documental.
Lo peor: Deja la sensación de querer conocer más de sus protagonistas.