Los protagonistas de 'Queen & Slim' no tienen nombre ni apellidos. En la secuencia inicial de la película acaban de conocerse, en concreto por Tinder. Su primera cita transcurre con normalidad, es decir, con algo de incomodidad. Cuando ya se dirigen a casa de ella, poniendo punto final a la velada (aunque él intenta alargarla un poco más), un pequeño traspiés al volante provoca que un agente de policía con antecedentes racistas detenga el coche. Comenzará así una odisea criminal que les llevará a convertirse en delincuentes, en héroes y quizá incluso en mártires.
'Queen & Slim' pasa por muchos peajes habituales de películas de corte similar, como unos personajes demasiados unidimensionales o cierta manipulación emocional. A cambio, introduce algunos elementos estimulantes a su denuncia social y su reivindicación de la cultura afroamericana. No en vano, no es casualidad el mencionado hecho de que la identidad de la pareja protagonista sea anónima. Se convierten en dos héroes, en un mito inmortalizado a través de la imagen que también ha servido de cartel a la película. Un hombre y una mujer que representan a todos aquellos que lucharon, luchan y lucharán (y que murieron, mueren y morirán) por reivindicar sus derechos y su identidad.
En este sentido, uno de los planteamientos más interesantes de la directora debutante Melina Matsoukas es equiparar la huida de la pareja con un viaje de aceptación de sus propias raíces. Esta idea se desarrolla especialmente en el segundo acto de 'Queen & Slim', el más novedoso y febril, el menos dramáticamente cargado. Este tramo desarrolla también la enorme química de Daniel Kaluuya ('Déjame salir', 'Viudas') y Jodie Turner-Smith (a la que veremos este año en 'After Yang', lo nuevo del director de 'Columbus'). Ambos hacen gala de un enorme carisma y la tensión de todo tipo entre ellos resulta cuanto menos estimulante.
También en el segundo acto cobra protagonismo uno de los personajes más fascinantes de la película: el tío Earl al que da vida Bokeem Woodbine, aquí casi tan terrorífico como en la segunda temporada de 'Fargo'. Un tipo ambiguo, tan siniestro como empático, que quizá es el que mejor sintetiza el descubrimiento de "lo afroamericano" que atraviesan los dos protagonistas. El resto de personajes en los que se detiene esta road-movie no alcanzan la misma complejidad.
Un viaje por rutas conocidas que brilla cuando se detiene para repostar
Desafortunadamente, el primer y el tercer acto se detienen en muchos más lugares comunes. Los principales errores de 'Queen & Slim' provienen del guion de la polifacética Lena Waithe (a partir de una historia ideada junto al escritor James Frey, autor de la exitosa novela 'En mil pedazos'), conocida principalmente por su doble faceta de actriz y guionista en la serie 'Master of None'. A la falta de originalidad y el plano dibujo de la mayoría de personajes hay que sumar una errática construcción de las motivaciones de los protagonistas. Tanto en los primeros minutos como en los compases finales de la película imperan decisiones completamente injustificables, motivadas únicamente por el interés de dirigir la acción a un punto determinado.
Las decisiones visuales y formales de Matsoukas también son claramente irregulares. Demuestra temple y sensibilidad para las escenas más sobrias e íntimas (la noche en casa de Earl, el baile en el bar). Sin embargo, abusa de los planos preciosistas y raya en cierta frivolidad en un montaje paralelo utilizado para mostrar dos de los momentos de mayor intensidad de la película.
'Queen & Slim' es una interesante road-movie en la que el componente social prima claramente sobre el romántico. Eso no es desde luego ningún problema per se, pero es cierto que la película destaca más cuando se centra en la intimidad de sus protagonistas que en una cuestión racial sobre la que no es capaz de aportar demasiada luz. Especialmente cuando el destino de los protagonistas, al presentarlos más como mártires que como humanos, parece predestinado desde el inicio. Les queda, al menos, haber disfrutado parte del viaje.
Nota: 7
Lo mejor: La química y el carisma de la pareja protagonista, además del personaje de Bokeem Woodbine.
Lo peor: Las trampas del guion en el primer y el último tercio de la película.