'Quién te cantará' es algo inabarcable. Para empezar, por todas las influencias que uno puede encontrar en el cine de Carlos Vermut, una especie de buffet libre de géneros y autores que mezcla a Ingmar Bergman ('Persona'), Pedro Almodóvar ('La piel que habito', 'La flor de mi secreto'), Carlos Saura ('Peppermint frappé'), el terror gótico, la cultura otaku, el karaoke y referencias a la cultura pop como Shakira y Lady Gaga. Un Frankenstein de referencias y a la vez una película que no hemos visto nunca antes.
Parece que todo lo homenajeable cabe en el cine de Vermut, siempre pasado por un filtro elegante y frío (dos adjetivos que se pueden aplicar a casi todos los aspectos de esta película), pero por suerte este autor de mirada única y universo propio pone todas las referencias al servicio de una historia que es, también, abrumadora. Es un psicothriller a la par que un melodrama familiar, un siniestro musical y a veces una comedia negra, una tragedia de tintes clásicos y a la vez un estudio de la mitomanía exacerbada y la construcción de la identidad. Una locura que iguala a la magnífica 'Magical Girl' en rareza y la supera en ambición y resultados.
Najwa Nimri es Lila Cassen, una cantante que lo fue todo en los 90 y abandonó su carrera cuando murió su madre. Después de un accidente despierta con amnesia y no es capaz de recordarse a sí misma ni a sus canciones. Su ayudante Blanca (Carme Elías) le enseña una foto de sí misma en una tablet, y cuando la pantalla se apaga Lila se encuentra con su reflejo para descubrir sorprendida que es una de las personas más famosas de este país. Un plano sencillo pero perfecto que nos recuerda que estamos ante uno de los directores más prometedores de los últimos años.
Además ese reflejo es solo el primero de una infinidad de ellos, que se sucederán a lo largo del metraje de 'Quién te cantará'. Un juego de espejos constante en el que Vermut piensa sobre la construcción del yo a través del otro (algo que hacía el año pasado Luca Guadagnino con una mucho más luminosa y optimista 'Call Me By Your Name'). Lila mirándose y no viéndose en su propio videoclip proyectado en la pared; su imagen poblando las paredes de su casa (ya sea en forma de dibujo o de fotografía); espejos que desdoblan su reflejo en dos; pesadillas en las que se busca y se imita a sí misma. Es una reconstrucción del yo que recurre a las uñas postizas y las pelucas, un juego de travestismo que también acerca a Vermut a su propio ídolo, Almodóvar. El manchego dijo de 'Magical Girl' que era única y ahora Vermut parece desafiarle con una imitación que logra ser totalmente autónoma. Como si retara a Almodóvar a buscarse en su película, desde ese melodrama sobre madres e hijas hasta la partitura de Alberto Iglesias.
En su camino de regreso a la propia identidad, Lila y Blanca se encuentran con Violeta (Eva Llorach), una fan de Lila obsesionada durante décadas con la cantante hasta el punto de abrir un karaoke de mala muerte que a duras penas le da de comer pero le ofrece la oportunidad de imitar a su ídolo noche tras noche. Ella parece ser la llave para que Lila aprenda a ser lo que fue, pero ambas tendrán que revelarse secretos y tomar decisiones que cambiarán sus vidas para siempre.
'Quién te cantará' juega a las dualidades en todos los niveles. Estructuralmente antepone dos mundos contrarios: la vida lujosa, espaciosa, diseñada, silenciosa de Lila contra el infierno personal de Violeta en una casa mediocre, sucia y maltratada por una hija adolescente adicta a la tele basura, Marta (Natalia de Molina), que parece sacada directamente de un capítulo de 'Hermano mayor'. Lila es la reina de ambos mundos, mirando desde las paredes en las dos casas, y Violeta es esclava de todos.
La interpretación de Eva Llorach como esta mujer tan ahogada en la mediocridad que decide ser otra persona (hasta el punto de no distinguir entre ser Lila o ser "una gran admiradora de Lila") es el trabajo más sorprendente de la película, aunque sea porque a la murciana la conocemos menos fuera del universo de Vermut y el cine independiente. A ella le toca aprender a ser Najwa Nimri (hay mucho de la actriz en el personaje, y no solo porque las canciones de Lila son las de Najwa). Por su parte, Nimri hace el difícil esfuerzo de vaciarse para perder (en la medida de lo posible) el carisma y la fuerza que la caracterizan, y consigue transformarse en una vulnerable niña de ojos asustados.
A través de Violeta y su cinismo, Vermut también habla de las inseguridades propias, de la incapacidad de crear y del miedo a la falta de talento. También hay una mirada a la cultura de los referentes vacíos (ahora somos fans de niñas de 18 años porque son ellas mismas) y la mitomanía más tóxica, que en la época de las redes sociales ha mutado en muchos casos en obsesión y acoso. No en vano Lila es un ídolo sin personalidad propia y Violeta está volcada en la vida de su admirada hasta el punto de descuidar a una hija que no deja de pedir auxilio (chapó por una Natalia de Molina que sigue demostrando lo que puede hacer con un personaje distinto y tremendamente incómodo).
Pero el madrileño no busca aleccionar, sino que se limita a seguir construyendo ese universo propio con los temas que le interesan. Y el suyo es un universo con autorreferencias (Chorly & Procket, la serie infantil, ya aparecía en 'Diamond Flash'), personajes aparentemente incapaces de encontrar la felicidad y una Andalucía fría y oscura (que tiene mérito) con un océano que es a la vez espejo (otro más) y una bestia salvaje que te engulle y en la que acabar desapareciendo. Un universo en el que pesa más lo fascinante que lo natural, pero que no por ello huye de lo verosímil (Vermut hace un esfuerzo para que entendamos todas las decisiones de sus personajes, y las suyas propias, por muy arriesgadas que sean).
También es un universo lleno de detalles que están ahí para subrayar los distintos mensajes: Rota como el escenario de una mujer rota, un antro llamado Única y regentado por una mujer que es una copia, el origami cambiante... Y por suerte, uno lleno de salidas de tono, de nuevo esa dualidad, entre el drama y la comedia más marciana. Crudités, huevos fritos y Supertomate (un chiste que además sirve como guiño a los temas de la película); en fin, una autoconsciencia que transita entre lo sublime, lo cutre y la tontería, y que se agradece en una propuesta que podría resultar simplemente asfixiante.
Un canto a Najwa, Amaral y el pop español
La parte musical de 'Quién te cantará' no es solo elemental para entender la propuesta de Vermut, también es una delicia para cualquier fan del pop español de las últimas décadas. Lila Cassen es Najwa Nimri y viceversa, y canciones de Najwa como 'Animal' y 'Feed Us' se han reconstruido para encajar en el universo de Vermut. Mención aparte a las coreografías que Lila y Violeta tienen que visitar una y otra vez hasta deconstruirlas ("Parezco gilipollas"), al igual que la propia identidad de la cantante.
En lo musical, Vermut es tan versátil y honesto como en lo cinematográfico; otro mitómano sin complejos que airea referencias a Mocedades (bailados en una rave callejera), Alaska y una conocida balada que mejor no revelaremos a quienes no hayan visto la película. Pero sobre todo hay que agradecerle que le haya dado un lugar cinematográfico a la voz de Eva Amaral, una página imprescindible de la historia del pop español, que tiene aquí su propio juego reflectante con Najwa. Parece un duelo, entre las dos Evas y todas las Najwas, pero todas ellas salen ganando. Y nosotros también.
Nota: 9
Lo mejor: Que mejora con los posteriores visionados, lo que la confirma como lo mejor del año
Lo peor: A veces la gélida dirección de Vermut no saca lo mejor de sus actores, en este caso Carme Elías está demasiado estática y recitada