Fue en 2009 cuando Todd Phillips, director de películas como 'Road Trip' o 'Starsky y Hutch', sorprendía a propios y extraños con Resacón en Las Vegas, su película más valorada, y que convirtió a Bradley Cooper, Zach Galifianakis y Ed Helms en estrellas internacionales. Cuatro años después, y tras Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!, nos llega el final de la trilogía, y no podía ser de mejor manera. Situaciones límites, personajes exasperantes, giros de guión y humor negro se unen en 'R3sacón', la última gran noche del 'Wolfpack'.
Con una sinopsis que reza: "Esta vez no hay boda. No hay fiesta de graduación. ¿Qué puede ir mal? Pero cuando los lobos salen a la carretera, la suerte está echada". Sin desvelar nada de su argumento, solo está claro que todo volverá a complicarse, y es ahí donde radica la gracia de esta película, en cómo el caos surge de la nada y cómo las soluciones empeoran los problemas. La cinta no esconde su halo continuista, ya que en muchas partes se aludirán a hechos ya ocurridos en las entregas anteriores, por lo que sin ser obligatorio, se recomienda ir al cine con las anteriores películas frescas en la memoria, para así disfrutar de esta notable tercera parte.
Bradley Cooper vuelve a ser Phil, el personaje "guaperas" del trío protagonista, pero que es mucho más que eso. Con su tono malhablado y el carisma que ha sabido dotarle el actor, el personaje de Phil sigue funcionando en pantalla, además de verse resuelto en las tareas de acción, y su relación con Alan, el personaje interpretado por Zach Galifianakis, que le sirve de perfecto contrapunto, y cuyas interacciones entre ambos crean escenas donde se nota la complicidad del reparto, y todo ello funciona.
Palabras mayores es hablar de Zach Galifianakis y su personaje Alan, el más querido del trío y el más estrenaste, ilógico, histérico y atractivo, tanto por sus "idas por las ramas", como por la profundidad que ha alcanzado en este filme. Ver en pantalla las idas de tono de Alan, y la manera tan "real" de interpretar a un personaje tan extraño y variopinto vuelve a ser un auténtico gustazo, además que legará a sorprender al espectador en algunas ocasiones. Si bien, no puede mantener tan alto el nivel de una interpretación tan compleja, y en ciertas ocasiones, flaquea en algunos de sus diálogos, que pueden estar fuera de lugar y no estar a la altura del resto de la película, pero que se perdonan al ver la evolución constante del personaje en la película.
Ed Helms es Stu, y en esta ocasión, tendrá más de héroe que de víctima, y volverá a ofrecer, junto a Bradley Cooper, el contrapunto más lógico a la historia. Lo más interesante de este personaje es su visión más realista de todo lo que está pasando, que hace que el espectador se vea identificado en él, que también se quedará estupefacto con lo ocurrido en pantalla, y esta interpretación tan veraz con lo que haría alguien real ante las situaciones tan irreales que propone el largometraje, será una de sus mayores bazas.
Caso aparte es Ken Jeong con su personaje Mr. Chow, que en esta cinta tienen un protagonismo mayúsculo y que no le sienta nada mal. Mr. Chow es, junto a Alan, el punto más exasperante de los personajes de la película, y uno de los verdaderos puntos positivos de ésta, ya que su actitud tan aleatoria, provocará situaciones tan extremas como divertidas, además de mostrar que es más inteligente y oscuro de lo que parece. Su tratamiento en todo el metraje no llega a cansar, además de provocar muchas de las situaciones más divertidas del filme. El actor John Goodman es el villano declarado del largometraje, y funciona en el guión y pantalla, además de llenarlo de carisma, y en ocasiones, ser verdaderamente temible, lo que lo convierte en un más que convincente antagonista en la historia.
El fin de un ciclo
Uno de los mejores aciertos de la película son las contraposiciones entre las situaciones lógicas con las ilógicas y los personajes cuerdos con los mentalmente inestables. La idea de que todo puede ir a peor está muy lograda, y ello provoca unos giros de guión muy inteligentes, algo de agradecer ya que no todo va a ser las "idas de olla" de Alan y Mr. Chow. Esto, sumado a esos choques entre personajes tan dispares, pero que funcionan tan bien juntos, y cuya interacción está tan justificada, que hace que nada salte de su sitio, y toda la máquina este engrasada para su función: la comedia más gamberra.
Habrá muchas situaciones violentas, además de violencia de por sí. También se superaran líneas de humor, de esas que hacen que te rías en bajito por la gravedad de las bromas. Los personajes están bien construidos, y pese a algún diálogo que desmerece un poco el cómputo global, todo el argumento encaja perfectamente y se convierte en una auténtica gozada volver a estar en la carretera con los tres amigos, que consiguen una película que no aburre y mantiene el nivel de atención del espectador.
Como conclusión, nos encontramos con una notable final de trilogía, que hará reír, su mayor cometido, pero que a su vez indagará más en esos personajes que tras cuatro años han gustado tanto, y que al acabar el largometraje, deja complacido al espectador. Esta historia donde el caos anda a sus anchas funciona, y si bien es recomendable tener frescas en la memoria las dos primeras entregas para entender mejor esta tercera parte, será un valor añadido, pero también puede verse sin tener conocimiento de ellas. Sin duda, una gran película, un gran Galifianakis, y un gran final de esta trilogía. Lo mejor del largometraje es que todo puede ir a peor, y es un gustazo verlo.