'Ralph Rompe Internet'. El juego de palabras era demasiado jugoso como para dejarlo pasar. Walt Disney Animation recupera a Ralph y Vanellope, los protagonistas de su (tan infravalorada) película de 2012, para llevarlos a un terreno igualmente digital, pero infinitamente más grande que un arcade: Internet. Semejante salto debería dar pie a una aventura más ambiciosa, ¿no? Veamos si Ralph es capaz de romper realmente Internet.
'¡Rompe Ralph!' conquistó el corazoncito de muchos (el mío incluido) por muchas razones. No solo por la nostalgia, por el espíritu gamer o por un diseño realmente conseguido. También por la química de los dos personajes protagonistas. Pero ahora que ya han afianzado su amistad y viven una vida tranquila dentro del arcade, ¿dónde surge el conflicto? En el fondo, sabemos que Vanellope es mucho más inquieta que Ralph, que ahora que ha logrado un respeto entre los personajes de videojuegos puede disfrutar de una merecida rutina. Cuando Internet llega al arcade, y parece la única solución para salvar el videojuego de Vanellope, las cosas cambian mucho. Para Ralph, quizás demasiado.
La película de Rich Moore y Phil Johnston contaba con una tarea muy complicada: diseñar un mundo que pudiera abarcar todo lo que representa la World Wide Web (vale, con filtro paternal). Pero si ya fueron capaces de mezclar diferentes videojuegos y crear un mundo conjunto, unidos por un hub de enchufes, su equipo tenía el talento para darnos una Red que pudiéramos reconocer. Y así ha sido. Bebiendo ligeramente de 'Del revés (Inside Out)', del estudio de al lado, principalmente en el diseño general del mundo y de algunos personajes secundarios, nos encontramos con un territorio que es claramente inmenso, imposible de quedarnos con todos los detalles de un vistazo, pero realmente bien organizado (lo llamaremos más bien caos organizado). Si a ese mundo le sumamos todos esos logos y marcas que reconocemos de un simple vistazo y que usamos cada día, nos da como resultado un Internet que podemos identificar (aunque probablemente ni viendo la película cinco veces podríamos identificar todos los logos o guiños que hay). Aunque quizás pueda parecer un festival del product placement, es necesario para que el espectador sienta que es su navegador el que cobra vida. Si no estuvieran ahí Amazon o Google, no sería Internet. Lo bueno es que juegan muy bien con ello para convertir ese product placement en una excusa para crear un mundo divertido, para hacer chistes o para dejar suelta su imaginación. La escena de las pujas en eBay o la galería de arte de comida y gatos de Instagram son solo dos ejemplos de lo bien pensado que está cada rincón de este Internet. Pasa igual que con '¡Rompe Ralph!'. Estamos rodeados de cosas y personajes que nos suenan, pero para nada da la sensación de ser con fines publicitarios, sino que están ahí por el bien de la narrativa.
La primera parte de la película, el momento en el que exploramos este gigantesco nuevo universo, es una delicia. Consigue que estemos con los ojos como platos y riendo a carcajada limpia en todo momento. Los chistes a costa de lo que vemos y hacemos cada día en Internet funcionan como el mejor meme, y dentro de que es un mundo en constante actualización y cambio, salvo alguna que otra referencia se mantienen bastante actualizados. Muy bien pensados están también los personajes que pueblan Internet. Desde los avatares de los usuarios, al pomposo buscador que siempre se intenta adelantar a lo que queremos preguntarle o a las pesadas ventanas emergentes de publicidad. Por supuesto, todo está visto desde la perspectiva de un niño (nada de porno más allá de "las vecinas solteras que quieren conocerte"), y este sentirá por completo que conoce ese mundo. Tenemos juegos online masivos (con guiños como el movimiento de los avatares), tenemos los videos de YouTube inspirados en los grandes éxitos virales y hasta el oficio de youtuber. También hay hueco para lo malo de la Red, con detalles como los comentarios primordialmente negativos e hirientes de los usuarios amargados (ojalá hubieran aprovechado para meter una pullita a los trolls de 'Star Wars'). Internet es un personaje más, y es espectacular. El brainstorming de esta película, el recoger los memes más reconocibles o los tópicos de uso más habituales, tuvo que ser desternillante.
Quizás lo que más se echa de menos es una conexión mayor con el universo de los videojuegos, que en esta secuela queda muy apartado. Por supuesto, ahí está 'Slaughter Race', un juego online masivo, como punto importante de la trama, y a lo largo de la película se aprovecha para colar referencias a, por ejemplo, las partidas grabadas o las famosas y polémicas loot boxes. Pero más allá de eso, 'Ralph Rompe Internet' rompe, valga la redundancia, mucho con su predecesora. Se echa un poquito de menos ese alma gamer, pero en la Red hay por supuesto mucho más que juegos. Hay redes sociales, webs de fans o tests en los que perder segundos, minutos y probablemente hasta horas de vida.
Las reinas (princesas) del cotarro
Y en eso hay un grupo de chicas que son las reinas. O más bien, las princesas. A estas alturas todo el mundo sabe que las princesas Disney tienen una gran reunión en 'Ralph Rompe Internet'. Semejante acontecimiento en el mundo Disney tenía que ser muy justificado para no resultar gratuito. Por suerte, es todo lo que podíamos desear, y más. Además de ver a todas actualizadas al 3D, pero manteniendo sus voces originales en inglés, cada una de ellas cuenta en esta escena con su hueco para lucirse y dar un momento memorable, casi todo el tiempo jugando con sus propios tópicos o por detalles de sus historias que son los más criticados (las secuestradas, las envenenadas, las que "manejan" animales...), y todas ellas unidas por una característica común: un hombre grande que quiere salvarlas. Este encuentro con Vanellope nos da la que probablemente será la mejor escena del año, una con nostalgia bien desarrollada, personajes que no pierden su esencia, pura historia Disney (están dobladas en versión original por las actrices que lo hicieron en su día en los clásicos de los que salen), carcajadas aseguradas y una mesura en el metraje para que, aunque roben totalmente el protagonismo en esos minutos, no acaben siendo las reinas (princesas) de la película. Pero los que tuvieran miedo de que esta escena podría resultar gratuita o destrozar a sus princesas, que se lo quiten. Están bien integradas y funcionan perfectamente en el conjunto de la película. Además de estar ahí para que Vanellope evolucione (y tenga una escena más adelante que vale su peso en oro). ¿Que podría funcionar la película sin ellas? Puede que sí, pero Disney ha puesto toda la carne en el asador para que funcione, y como lo hace, bienvenida sea este reclamo tan bien pensado (que seguro que además ayuda a vender unas cuantas muñecas). Ganan ellos, ganamos nosotros.
Pero volvamos a Vanellope y Ralph. Su amistad sigue inquebrantable, pero está claro que a largo plazo se iban a notar sus diferencias. Y a Vanellope, una joven con una energía desbordante, los circuitos de 'Sugar Rush' se le iban a acabar por hacer pequeños. Por eso resulta tan importante para ella su llegada a 'Slaughter Race', un juego de carreras online masivo tan lleno de adrenalina como de violencia. Pero lo más importante para Vanellope: es totalmente impredecible. Para ella es el cielo, para Ralph, que prefiere la seguridad de la rutina, es el infierno. Más cuando aparece el interesantísimo personaje de Shank (con la voz de Gal Gadot en la versión original), una piloto en la que Vanellope puede ver reflejadas sus aspiraciones, y despertar enormes celos en Ralph. Aquí se empieza a desarrollar el gran quid de 'Ralph Rompe Internet': ¿qué pasa cuando dos amigos tienen intereses distintos? A partir de la segunda mitad, la película pega un ligero frenazo en ritmo para pasar a un terreno más emotivo en el que llegan las lecciones que nos quiere dar la película. Si '¡Rompe Ralph!' nos enseñaba a no presuponer cosas de la gente y a creer en uno mismo, en su secuela nos habla de lo fuerte que puede ser un vínculo de amistad si se confía en él. Y Ralph actúa en cierta medida como un lastre para Vanellope por querer protegerla sin ella necesitarlo, y encima marcando las condiciones. El camino de Vanellope pasa por no renunciar a un sueño por nadie, el de Ralph por afrontar cambios y apoyar a un amigo, aunque suponga alejarse de él. Aunque el clímax no está a la altura del derroche de imaginación que supone la primera parte de la cinta, sí cuenta con una gran carga emotiva que llega al corazón y enseña a los más pequeños la importante lección de que las amistades de verdad lo pueden todo. A la película entrarás por todos los Easter Eggs de Internet, te quedarás por el corazón. Y Ralph y Vanellope siguen derrochando muchísimo corazón.
Con una animación que sigue apostando por las caricaturas pero increíblemente ambiciosa, un guion plagado de escenas que dan justo en el clavo y aprovechan maravillosamente lo autoconsciente que es esta película (quedaos hasta el final de los créditos, hay dos escenas que son la guinda perfecta a todo este pastel), 'Ralph Rompe Internet' es una secuela perfecta que amplía el universo de Ralph y Vanellope, y les hace crecer a ellos también. Puede que haya cosas (la Dark Web, por ejemplo) que no están tan trabajadas como otras, o momentos en los que el ritmo cae peligrosamente para una película de duración tan escueta. Pero las razones para no hacer clic en 'Ralph Rompe Internet' se quedan en nada comparado con la cantidad de momentos dignos de hacerse virales. Ojalá con esta entrega Ralph y Vanellope consigan hacerse trending topic, porque realmente les han hecho una aventura que merece muchos, muchísimos likes.
'Ralph Rompe Internet' se estrena en cines el 5 de diciembre.
Nota: 8
Lo mejor: Internet es todo lo que podíamos imaginar, y más. Ralph y Vanellope siguen teniendo una química preciosa. La escena de las princesas Disney, absolutamente perfecta. Es tan divertida como emotiva.
Lo peor: Hay momentos en los que la película frena demasiado. La Dark Web es un escenario demasiado básico, y el clímax poco original.