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CRÍTICA

'Ramona': La pasión o la razón

Crítica de 'Ramona', ópera prima de Andrea Bagney. Protagonizada por Lourdes Hernández, Bruno Lastra y Francesco Carril. Mostrada en el Festival de Karlovy Vary 2022.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 25 de Noviembre 2022 | 14:00
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Ramona': La pasión o la razón

Entre las muchas inspiraciones que existen del cine estadounidense en producciones internacionales, una de las que menos se habla es del mumblecore. Producciones de corte independiente, bajos presupuestos, actuaciones y diálogos naturalistas, así como también situaciones en las que imperan las relaciones personales. Con cineastas como Noah Baumbach, Lynn Shelton o Greta Gerwig como principales ejemplos, no es extraño ver su influencia en 'Ramona', la ópera prima de Andrea Bagney.

Ramona

'Ramona' plantea una pregunta interesante sobre las relaciones sentimentales: ¿es mejor dejarse llevar por la aventura o anclarse en la rutina y lo cotidiano, con la seguridad que da? Es el dilema al que se enfrenta la protagonista de la cinta, una fabulosa Lourdes Hernández, conocida, sobre todo, como Russian Red. La cantante sabe mimetizarse en las dudas existenciales de una joven que está entrando en la treintena y que ve cómo su vida no está siendo cómo ella había previsto.

Es ahí donde el film de Bagney brilla: en su protagonista, en cómo su regreso a su Madrid natal tiene varias lecturas; de cómo tuvo que volverse de Londres porque sus proyectos no terminaron de cuajar, al dejar su carrera de traducción en la universidad; de cómo sobrevive en la capital trabajando como canguro a la par que hace recados, de cómo intenta superar la reciente muerte de sus padres y de cómo ha tenido que romper su sueño de viajar a Australia y Sudamérica. Una odisea personal en la que tiene de faro su relación con su novio, Nico, interpretado por Francesco Carril.

Ramona

Es esa relación el único punto estable de una mujer que ve al futuro con mucha incertidumbre. Convertido en su única familia, laboralmente Ramona sobrevive mientras busca su oportunidad como actriz. Es ahí donde Bagney pone el foco, en cómo, en ese momento de dudas existenciales, la joven conoce a un hombre bohemio del que se siente atraída y con el que tiene una mañana fascinante y de ensueño y que, al final, resulta ser el director de la película para la que hará una prueba días después.

Un delicioso debut cinematográfico de espíritu mumblecore a la madrileña

Bagney crea así un relato en el que la joven duda entre dejarse llevar por la aventura o la frágil protección que ella ha construido. A ello se suma que la directora crea un escenario ambivalente, pues la joven vive con su novio en un piso en pleno Lavapiés, lugar céntrico y con visos de gentrificarse, pero también con una serie de conflictos que se plasman en el film, lo que permite ahonda en esa ambivalencia personal que siente la protagonista. Ahí, Bagney convierte a Madrid en la otra protagonista, luciendo magníficamente en el blanco y negro con el que está rodado el largometraje.

Ramona

Un blanco y negro que se rompe cuando la cinta se mete dentro del rodaje del proyecto cinematográfico que une a Ramona con Bruno y donde se aprovecha para mirar a ese conflicto desde una perspectiva que funciona como juego de espejos y que deja esa sensación de que, en ciertos momentos de la vida, toca ser pragmático más que soñador y que dicha elección no tiene por qué ser algo malo, pues no hay nada que otorgue más tranquilidad que lo predecible. Un mensaje maduro y que va en sintonía con las propias dudas existenciales de los treintañeros actuales.

Junto con ese precioso blanco y negro, unas interpretaciones estupendas (Lourdes Hernández es una digna sucesora de Itsaso Arana) y una atmósfera que transforma Madrid en Nueva York o Berlín, la ópera prima de Andrea Bagney muestra el estilo de una cineasta con alma indie y que bien podría medirse con el estilo afrancesado de Jonás Trueba. Un delicioso debut con una protagonista formidable, que logra retratar las incertidumbres de la generación millennial sin la ambición de querer ser abanderada de nada, siendo un relato honesto consigo mismo. Con guiños a 'Annie Hall', se trata de un proyecto que ya invita a querer ver más de su debutante realizadora.

Nota: 7

Lo mejor: Su fascinante blanco y negro y ese mensaje a favor de lo cotidiano y la rutina frente a la aventura.

Lo peor: Le cuesta arrancar.

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Ramona 7,0 Ramona