El británico Richard Billingham debuta en la dirección con 'Ray & Liz'; un filme en el que encapsula varios de sus recuerdos de la infancia y retrata a su familia en el sórdido barrio obrero de Birmingham en el que creció. En especial, la sincera mirada a sus padres (los Ray y Liz del título), evocando un potente realismo sin ningún sentimentalismo y que ha tenido un exitoso paso por festivales como Locarno, Sevilla, y más recientemente, el D'A de Barcelona.
Richard Billingham es conocido como reputado fotógrafo por su libro 'Ray's a Laugh', una especie de álbum familiar en el que documenta la vida de su padre Ray, parado y alcohólico, y de su madre Liz, una mujer adicta al tabaco, que malvivían y criaban a sus hijos gracias a algunos subsidios y ayudas. Esta obra la publicó con tan sólo 19 años y es el material principal de este debut en el cine en el que, a partir de dos tiempos alternos, ofrece una mirada sórdida, cotidiana y de cierta fealdad de varios recuerdos en aquel duro barrio de Birmingham.
Crudo realismo cotidiano
Billingham presenta a su familia desde un formato cuadrado y cierto aire de documental evoca irremediablemente al realismo social de Alan Clarke. La influencia del cineasta y productor británico de los años 70 y 80 no se queda en lo superficial; al construir su evocación de los recuerdos de infancia desde el más crudo realismo. Sin evocar belleza o un sentimentalismo innecesario, y para dar un certero retrato de los barrios y familias más marginadas del Reino Unido. En este caso de paso de sus propios padres y hermano y desde un punto de vista objetivo y que se ensimisma en detalles de aparentemente poca relevancia, como hace la mirada de un niño pequeño.
A Billingham no le interesa que el espectador saque conclusiones o dejar lecturas políticas como harían directores como Ken Loach. Al británico le interesa el papel del cine como evocador de recuerdos, pero en este caso sin ninguna nostalgia ni sentimentalismo, sin dejar atrás los momentos más violentos, marginales y duros de los recuerdos que narra. Un viaje a la memoria sin juicios en el que cuenta con un reparto entregado a la causa, en el que brillan sobre todo Justin Salinger como Ray y, sobre todo Ella Smith en la piel de Liz.
La infancia y su caprichoso destino
Dentro de esta narración cruda y sin ninguna concesión al espectador, Billingham ofrece de paso una mirada cercana a la etapa de la infancia, no sólo porque evoca sus recuerdos si no también al centrarse durante una parte de la narración en la preciosa subtrama de su hermano menor y el cambio de destino que tuvo durante esa etapa. Un ingrediente del filme que refuerza a todos los personajes y la ruptura de la familia; y que nos da un desenlace emotivo que termina de confirmar la total objetividad exenta de sentimentalismo que el cineasta imprime a una película apta para espectadores intrépidos.
Nota: 6
Lo mejor: El crudo realismo como forma de evocar su memoria e infancia. Su honestidad y objetividad sobre los personajes y su obra fotográfica precedente.
Lo peor: Es algo intermitente en interés, como la propia vida. Quien busque un drama social con críticas contundentes al sistema o emociones se va a encontrar con una propuesta muy aséptica.