Ya lo dijo Séneca: "De torpes deleites no queda sino el arrepentimiento". Tres años después de la solemne 'Diplomacia', Volker Schlöndorff regresa con una nueva adaptación literaria, quizás su máxima habilidad como cineasta, puesto que pocos realizados han sabido transformar esa esencia literaria en buen cine. Llega 'Regreso a Montauk', inspirada libremente en 'Montauk' de Max Frisch, este drama romántico protagonizado por Stellan Skarsgård y Nina Hoss compitió por el Oso de Oro en la 67ª edición de la Berlinale.
Max Zorn es un reputado escritor berlinés que está en Nueva York promocionado su última novela, que habla sobre un antiguo amor que tuvo en aquella ciudad. Aunque está casado con Clara, que es su editora y ha sido una figura clave en su lanzamiento en Estados Unidos, sigue obsesionado que ese romance que tuvo. Gracias a un amigo, Walter, sabe que esa antigua pasión, Rebecca, se ha convertido en una reputada abogada. Tras tomar contacto con ella, ambos decidirán pasar un fin de semana en Montauk, aquella ciudad costera donde vivieron la felicidad plena de su amor. Allí surgirán fantasmas del pasado y antiguos reproches a la par que volverán a surgir llamas de pasión.
Evocando antiguas aventuras
Inspirada muy libremente en la novela de Frisch, Schlöndorff muestra su cara más madura e íntima en un drama romántico elegante y ligero, que no pretende convertirse en la película más importante de su filmografía sino en un ejercicio de merecida autocomplacencia. Eso, en este caso, no es algo al estar ante un retrato nada amable de un protagonista ególatra y narcisista, incapaz de ver más allá de sus propias pasiones el dolor que causa tanto en el amor perdido como en el amor actual. En ese sentido, el veterano cineasta trae una propuesta romántica distinta, tremendamente amarga y propia de aquél que no supo amar.
Mirando el filme desde esa perspectiva, se está ante una película de elegantes y sombríos paisajes y de una pasión que ha sido amargando por el tiempo, como si de una despedida se tratase. Ahí juegan un papel esencial Stellan Skarsgård y Nina Hoss, el actor sueco comprende a su personaje y crea un tipo de "canalla intelectual" al que el público no perdonará, pero tampoco le caerá antipático. Aunque la excepcional es Nina Hoss, la musa de Christian Petzold hace un ejercicio opuesto al visto en el magnífica 'Phoenix', al pasar de una mujer fría y distante a una dama apasionada y dolida. En este duelo interpretativo, gana lo femenino al tener "como aliada" a Susanne Wolff, la sufrida esposa de Max, un personaje con el que empatizará rápidamente el público y que dejará la frase más memorable de la cinta.
Las pasiones del pasado de un cineasta
Quizás el gran pero que tiene 'Regreso a Montauk' es que no está a la altura de otros filmes del aclamado cineasta como las icónicas 'El tambor de hojalata', 'Alemania en otoño' o 'El honor perdido de Katharina Bloom'. Eso sí, la cinta sigue en sintonía con su cine más actual, al tener un mínimo de calidad asegurada, aunque el guion no sea del todo perfecto, y eso que lo escribe Schlöndorff casi de manera autobiográfica junto con el escritor irlandés Colm Tóibín, autor de la aplaudida 'Brooklyn'.
'Regreso a Montauk' es un drama romántico de invierno, de aquellos amores que no fueron y que tampoco volverán a ser. Níveo y glaciar, su elegancia, su solemnidad y sus personajes femeninos son los que hacen que merezca la pena darle una oportunidad a una película que, en manos de otro director, no hubiera tenido esos detalles que la dignifican y no la convierten en un melodrama al uso. Schlöndorff hace una retrospectiva en su vida y hace al público testigo de ello. Sin duda, con la mejor intención.
Nota: 7
Lo mejor: Nina Hoss, un personaje complejo y duro, en sintonía con innato talento.
Lo peor: En el fondo, es un melodrama de un intelectual egoísta, algo que la convierte en una propuesta menor.