Jean-Gabriel Périot, cineasta autodidacta, siempre ha mostrado cierta afinidad por el documental de retales, al mostrar una habilidad increíble a la hora de plasmar la realidad a través de fragmentos de obras ajenas, deconstruyéndolas, dándoles un significado nuevo, llevando al límite los conceptos de no ficción y cine experimental, creando auténticos ensayos pensados para el deleite en gran pantalla. Su última apuesta es una de las más ambiciosas, al adaptar al cine 'Regreso a Reims', uno de los ensayos más reconocidos del filósofo, historiador y escritor francés Didier Eribon, que fue presentado en la Quincena de Realizadores de la 74ª edición del Festival de Cannes.
'Regreso a Reims' es un ensayo autobiográfico en el que Eribon buscaba reconciliarse con su pasado, su familia y sus raíces. Nacido en la mencionada ciudad del Gran Este, el autor tuvo que huir de su región y afincarse en París por ser homosexual, lo que llevó a sufrir el rechazo frontal de su familia y vecindario, todos de clase obrera. Tras años de renegar de su pasado y volcarse en su carrera universitaria, que lo llevó a escalar socialmente respecto a lo que parecía destinado a ser de no haberse ido; la obra surgió después de que regresase a su pueblo natal tras la muerte de su padre.
Aunque su obra sea un magnífico referente en materia de historia LGBT, al narrar un exilio que han experimentado muchos jóvenes gais, lesbianas o transexuales, y todo un referente para otra generación de autores como Édouard Louis, del cual fue su mentor; su adaptación tanto al cine como al teatro han omitido todo lo referente a la homosexualidad, el rechazo de la diversidad sexual en la clase obrera, así como los conflictos personales y familiares que Eribon exponía en su aplaudido ensayo.
En cierta manera, Périot toma como base la adaptación al teatro que hizo el dramaturgo Thomas Ostermeier sobre el ensayo en 2019, en el que convertía a Irène Jacob en una especie de narradora en off, al situarla en el centro del escenario como si de una locutora se tratase y con varias imágenes que eran proyectadas en el fondo, provocando que la mirada del público fuese a las secuencias y no a la actriz. Périot utiliza una técnica similar, en la que la siempre combativa Adèle Haenel toma el relevo de la protagonista de 'Tres colores: Rojo', situándose como narradora de una serie de imágenes que reinterpretan de otra manera la obra.
Al suprimir la reflexión sobre la sexualidad, la vida personal y la reconciliación de Eribon, Périot se centra puramente en su mensaje político, cambiando de protagonista, al situar en primera persona a las mujeres y su memoria dentro de la lucha obrera. Dividido en dos partes más un epílogo, Périot selecciona ciertos fragmentos del ensayo de Eribon y los conjuga con diversas escenas de archivo. Es fascinante, especialmente, en su primera parte, en la que es puramente cinematográfica, al utilizar secuencias de películas de Jean Vigo, Jean-Luc Godard, Germaine Dulac, Jean Rouch o Dimitri Kirsanoff, entre otros muchos otros.
Un certero ensayo político y cinematográfico
La manera en la que las imágenes parlamentan con la propia narración resulta fascinante, hipnótica, al mostrar cómo ambas pueden crear un mensaje cohesionado, alejado de los conceptos clásicos del documental. Es como si Luis López Carrasco, director de 'El año del descubrimiento', y Nuria Giménez Lorang, directora de 'My Mexican Bretzel', se hubiesen unido para filmar un documental conjunto. Aquí se ve la mano maestra de Périot, que ya mostró en las también aplaudidas 'Nuestras derrotas' y 'Una juventud alemana'.
En la primera parte, sienta las bases de cómo la clase obrera abrazó el comunismo, las ideas marxistas y como las convicciones de izquierda cohesionaron a todo un pueblo para hacer frente al perpetuo clasismo y las dificultades para lograr cambiar el sistema. Lo hace también con perspectiva de sexo, al poner en primera línea cómo las mujeres enfrentaron el sexismo, el machismo o el acoso sexual tanto frente a sus patrones como con sus propios camaradas, dejando en evidencia lo transversal de la sociedad patriarcal. Lejos de idealizar estas épocas, Périot lo analiza como un preludio del fracaso de los partidos de izquierda de sentar las bases de un auténtico cambio social, algo que, por cierto, comenzó a remarcarse con fuerza tras la victoria del socialista François Mitterand en 1981, el cual tuvo el gobierno democrático más largo de la historia de la V República.
Y es ahí donde entra en escena la segunda parte, en la que Périot muestra cómo la clase obrera, termina abrazando el populismo y las ideas de extrema derecha. Es interesante cómo la xenofobia y el racismo Périot los retrata de manera transversal entre extremos, las declaraciones de Georges Marchais, antiguo líder del Partido Comunista en Francia, son tremendamente representativas. Périot hace un ejercicio de crítica respecto al fracaso de los ideales de izquierda y cómo estos han olvidado la lucha obrera. Se muestra incluso de forma gráfica, pues el material de archivo de las manifestaciones obrera desde el inicio de los 80 va tornándose televisivo, perdiendo el sentido cinematográfico, llegando a contar con fragmentos de informativos, una metáfora sobre cómo la clase trabajadora ha ido quedándose en un segundo plano hasta en el terreno de la reflexión artística.
Périot, a pesar de todo, se muestra esperanzado en el futuro, en que la clase obrera vuelva a encontrar su centro en las ideas de izquierda y en los valores más puro de la Revolución Francesa (libertad, igualdad y fraternidad). Aunque Périot analice la situación de los trabajadores en su propio país, el mensaje es extrapolable a cualquier país europeo. 'Regreso a Reims', como documental, muestra que la producción de no ficción continúa siendo un campo de innovación artística; pero también es un notable ejercicio de activismo político dentro del cine, mostrando la fuerza que tiene el séptimo arte como motor de cambio.
Nota: 8
Lo mejor: Su primera parte es gloriosa, en términos de conjugación de imágenes y narración en off. Es la que eleva al filme de categoría.
Lo peor: La segunda parte y epílogo no dejan de tener cierto resquemor aleccionador.