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CRÍTICA

'El reino animal': ¿Quiénes son las auténticas bestias?

Crítica de 'El reino animal', dirigida por Thomas Cailley y escrita por Cailley y Pauline Munier. Con Romain Duris y Adèle Exarchopoulos. Premio a los mejores efectos visuales en el 56 Festival de Sitges.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 21 de Octubre 2023 | 16:36
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'El reino animal'
Imagen de 'El reino animal' (YouPlanet Pictures)

Tras una ópera prima con la que parecía ser una respuesta realista a los universos de Wes Anderson con 'Les Combattants', con la que se llevó el César a la mejor ópera prima y en la que impulsó la carrera de Kévin Azaïs y con una Adèle Haenel en plena ola de popularidad; Thomas Cailley regresa casi un decenio después con su segundo largometraje: 'El reino animal'. Presentada en la sección Una Cierta Mirada del 76 Festival de Cannes, la cinta acaba de llevarse el galardón a los mejores efectos visuales en el 56 Festival de Sitges.

El reino animal

Diríase que Cailley hace un cambio de rumbo con su segundo largometraje. Ahora bien, cabe señalar que el cineasta ya había probado con la ciencia ficción durante su incursión en la televisión con 'Ad Vitam', ficción realizada para el canal Arte y en la que planteaba un futuro no muy lejano en el que el mundo tiene los suficientes avances tecnológicos para vivir casi para siempre. A pesar de ello, la sociedad ve con horror cómo el número de suicidios entre adolescentes se ha disparado, lo que obliga a un detective a investigar los motivos.

Ya en 'Ad Vitam', Cailley exploraba una realidad cercana con la adolescencia como foco de planteamiento. En el caso de 'El reino animal', puede decirse que el realizador opta por mirar a un presente distópico, que cobra ahora mayor sentido tras haber vivido la pandemia del COVID-19, la cual fue oficialmente dada por terminada recién este pasado mes de mayo de 2023 por la OMS.

El reino animal

En esta propuesta, el mundo vive una extraña enfermedad que ha convertido a ciertas personas en animales. En la cinta, se ve que el mundo lidia como puede contra estas mutaciones y cómo en los pueblos se han creado sociedades pequeñas en las que se rechaza a aquellos que están afectados por esta patología. Cailley, quien firma el guion junto con Pauline Munier, explora esta realidad con una naturalidad más bien conocida. La sociedad se enfrenta a una rara enfermedad como buenamente puede. Se intuye que los primeros casos perturbaron al mundo entero y que provocaron estados de alarma con toques de queda, como pasó con la pandemia del COVID-19.

Pero aquí los enfermos se transforman en águilas, perros, osos hormigueros, leones o pulpos. Bajo esa premisa, Cailley crea un interesante presente distópico con ecos a la realidad actual. El cineasta realiza una fábula sobre cómo el propio ser humano puede llegar a ser más despiadado y cruel que las bestias que terminan siendo las víctimas de la enfermedad. La sociedad que se plantea bien podría evocar a la que Marvel proponía en la saga 'X-Men', pero de una manera que busca dar mayor autenticidad a lo que sucede, enfocándose en el miedo irracional a lo desconocido del propio ser humano.

Una fascinante fábula sobre el verdadero carácter animal de la sociedad actual

Sus efectos visuales son tan naturales que permiten ver a la ciencia ficción desde una perspectiva alejada de los grandes fuegos de artificio de las propuestas de Hollywood. Su atmósfera evoca a la que plasmaba Yorgos Lanthimos en 'Langosta', en la que también se transformaban a los humanos en animales en caso estuviesen solteros. Ahora bien, lo que eleva a la cinta es que Cailley opta por crear dos historias paralelas que terminan combinándose un poderoso mensaje final.

El reino animal

Por un lado, se ve al protagonista encarnado por Romain Duris, un padre de familia que ha visto a su esposa convertida en bestia, buscar a su amada después de que el camión que la transportaba a ella y a otros afectados a un hospital especializado del sur de Francia tuviese un accidente de tráfico. Aquí, Cailley explora la búsqueda de la propia humanidad de encontrar soluciones a los problemas que se plantean e ir más allá del miedo. Por el otro lado, está lo que vive el hijo del protagonista, interpretado por Paul Kircher, quien comienza a notar que él también se está transformando en un animal. El film entra de lleno en ver cómo se vive ese proceso de mutación y cómo, finalmente, invita a crear un mensaje de autoaceptación, aunque eso conlleve al rechazo colectivo.

'El reino animal' también deja otros planteamientos que evocan el irracional miedo a lo desconocido y que pueden verse como metáforas de situaciones muy reales como la inmigración ilegal o las pandemias. Cailley crea un universo tan amplio que invita a querer explorar más ese presente entre fascinante y terrorífico. Todo en una de las propuestas más originales y refrescantes vistas este año y que vuelven a mostrar el poder del cine europeo para reinterpretar de forma autoral géneros que se han visto casi siempre desde una perspectiva más comercial.

A pesar de haber tardado casi una década en regresar al cine, la espera ha valido la pena. 'El reino animal' es una fábula del presente a través de la ciencia ficción, con cierto espíritu de cine fantástico y de aventuras, que muestra lo poliédrica que es la industria cinematográfica gala.

8
Lo mejor: Sus cuidados efectos visuales y su atmósfera, que recuerda al Lanthimos más atrevido.
Lo peor: Pensar que Hollywood puede estropear esta historia con un absurdo remake.