Más de 26 años han pasado desde que Paz Vega hiciera su debut ante las cámaras y ahora, tras casi 3 décadas en la industria, lo hace detrás de ella. Para 'Rita', su primera película como directora y guionista, Vega nos ofrece un incómodo retrato familiar con la violencia de género como telón de fondo y ambientado en un caluroso verano en la Sevilla de 1984, un drama que podría haber transcurrido exactamente igual en 2024 y sería igual de creíble, una historia que sigue vergonzosamente vigente.
A través de los ojos de una niña de 7 años, la Rita del título, interpretada por la dulce Sofía Allepuz, Vega nos guía entre la inocencia infantil y la pesada responsabilidad de quien se ha visto forzosamente convertida en refugio de su hermano pequeño, Lolo (Alejandro Escamilla), e incluso de su propia madre. Como cualquier niña/o, ellos sueñan con ir ese verano al mar o vivir en una peli de vaqueros, pero con el trágico anhelo añadido de escapar a los gritos y el miedo.
Con la cámara prácticamente siempre a la altura de su mirada, desde ese ángulo el mundo de los mayores parece incomprensible. Mientras lo peor está ocurriendo fuera de campo y los personajes adultos se dibujan ligeramente difusos, casi ocultos; los niños pasan las vacaciones de verano en una calma tensa, entre gusanitos, días de piscina, juegos en la calle y la contradicción de quien a veces parece un padre, a veces un monstruo, pero solo es un hombre. Él suele estar trabajando, en el fútbol o en otra habitación, a su madre la vemos incompleta, literalmente rota.
Incluso en los momentos más desenfadados, aquellos en los que José Manuel (Roberto Álamo) parece acercarse al calor humano, hay cierto nervio, cierta sensación de peligro, de desprecio e incomodidad en su atmósfera. Toda víctima de violencia machista lo sabe, en cualquier momento una chispa inofensiva se puede aprovechar para quemarte entera. El eco de su presencia resuena también cuando no está en casa o cuando no está en plano. Él nunca desaparece del todo.
Con su compromiso con el detalle y el realismo, la Sevilla de 1984 se siente auténtica, ni romántizada ni demonizada, solo cotidiana, aunque sí transpira cierta nostalgia por una infancia más callejera.
El divorcio en España se acaba de legalizar y Mari, interpretada por la propia Vega, decide llamar a un bufete de abogados e informarse. Busca apoyo en su hermana y no lo encuentra, la radio le recuerda que un hombre sano busca distracciones fuera de casa, las vecinas que una mujer sola tiene que ser una «fulana». Pero ella decide intentar arriesgarlo todo por su libertad. Si los ventiladores se cambian por aires acondicionados, si la modernidad ha llegado, su vida también puede mejorar.
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"Escúchame bien", le dice a su hija, "nunca dependas de nadie", un consejo que probablemente todas las milenials hemos escuchado de nuestras abuelas y que a los 7 años no entendimos, pero tras el primer grito de tu pareja o el primer golpe en la pared, habrá cobrado sentido.
Y es que 'Rita' es también un homenaje a todas aquellas mujeres que no solo aguantaron y aguantaron y aguantaron, sino que intentaron decir basta, que intentaron o consiguieron salir a tiempo del infierno al que habían bajado.
Sin duda lo mejor de 'Rita' es la autenticidad de su reparto, algo especialmente notable cuando son dos niños inexpertos los que llevan toda la carga emocional. También que Vega haya huido de ahogar a su protagonista en la angustia y el miedo, otorgándole no solo vías de escape en su imaginación, también en la riqueza de una visión infantil donde todavía hay esperanza, donde los sueños están aún en el futuro y podrían cumplirse algún día, donde tampoco existen los prejuicios.
Como cineasta, Paz Vega ha demostrado en este debut que tiene una voz propia y sensible, estilo y gusto por el detalle. Nada parece azaroso, 'Rita' se narra tanto con sus actores y actrices como con el sonido, la luz y los encuadres. Bien es cierto que no todo es perfecto, la banda sonora a veces resulta algo abusiva y su desenlace abrupto e incluso efectista, además de ser algo irregular en ritmo.
Pero gana lo bueno, su mirada hacia la violencia de género es diferente, tiene tanta luz como sombras y logra librarse de las imposturas aunque abuse de algunos clichés. Cuando la violencia está tan normalizada, tan integrada en nuestra rutina, también hay momentos de felicidad, Vega no olvida esa incoherencia fundamental para entender lo difícil que es alejarse de tu maltratador (además de por supuesto las circunstancias sociales y económicas).
Probablemente 'Rita' no sea tan conmovedora o sobrecogedora como pretendía con y a pesar de su naturalidad y cercanía, pero es una película con pasión y corazón, que mira a un tema doloroso y de desoladora actualidad y deja que se cuele por ella un filamento de esperanza. No todas pudieron escapar entonces, no todas pueden ahora, pero quizá las futuras Ritas sí lo hagan.
