Habrán pasado los años, pero la Guerra de Irak (2003 - 2011) sigue siendo un momento histórico reciente muy espinoso y polémico. Prueba de ello fue la sátira política 'El vicio del poder' (2018), en la que Adam McKay exponía el poder en la sombra del exvicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney. En un sentido completamente diferente llega 'Secretos de Estados', con la que el sudafricano Gavin Hood rescata de la memoria la historia de Katharine Gun, traductora que trabaja para el Servicio de Inteligencia Británico, que en 2003 filtró información confidencial a la prensa sobre actividades ilegales del gobierno estadounidense para invadir Irak.
Basada en hechos reales, la película se mueve en el thriller. Eso sí, a diferencia de lo que podría suponerse por la trama que tiene, no se está ante una película de acción, mostrando que el espionaje es, en la mayoría de los casos, un ejercicio más sutil y sigiloso de lo que el cine ha dado a entender, siendo la protagonista lingüista y traductora de mandarín, con una vida que no está fuera de lo convencional. Siendo su decisión de filtrar la información sobre las irregularidades del gobierno el inicio de su calvario judicial.
Homenaje al coraje de Katharine Gun
Gavin Hood, cineasta sudafricano que en 'Expediente Anwar' (2007) y 'Espías desde el cielo' (2015) ya demostró su afinidad por el thriller político, aprovecha esa realidad para crear un filme que en temática va acorde con su carrera pero su tono no, siendo un filme de corte más dramático y también más sibilino, al mostrar las costuras de una guerra que, como la sátira de McKay se encargó de divulgar, se basó en especulaciones y falsos rumores.
Es esa combinación de duro proceso personal, junto con una trama periodística que deja en evidencia las artimañas del gobierno estadounidense, en complicidad con el británico, lo que hace que 'Secretos de Estado' funcione. Porque, por otro lado, Hood describe una simbiosis entre los medios de comunicación y la ética y principios de personas como Gun, capaces de poner en riesgo su propia vida por ideales democráticos y constitucionales. No habría periodismo, ni libertad de prensa, sin filtraciones ni fuentes, sin más "Gargantas profundas".
Un sólido thriller político
También toca aplaudir unas sólidas interpretaciones. Keira Knightley transmite muy bien las dudas de Katharine Gun, mostrando un personaje muy humano, con defectos que provocan la empatía en el público. La actriz deslumbra, aunque también está rodeada de buenos secundarios, destacando Matt Smith y Ralph Fiennes, el primero como el periodista que divulga la información, el segundo como el protector legal de la protagonista. Mención especial también para el actor israelí de origen palestino Adam Bakri, desde que apareció es la magnífica 'Omar' (2013), su carrera no ha hecho más que ascender, siendo uno de los perfiles internacionales a los que más hay que seguir.
Con un guion escrito a tres manos entre Gregory Bernstein, Sara Bernstein y el propio director -el filme está basado en el libro de 'The Spy Who Tried to Stop a War: Katharine Gun and the Secret Plot to Sanction the Iraq Invasion' de Marcia Mitchell y Thomas Mitchell- la película se convierte en un sólido thriller político y judicial que hace énfasis en la importancia de los medios de comunicación, de mantener en anonimato las filtraciones, como también del derecho a ser fieles y leales a los valores constitucionales y democráticos de una nación.
Nota: 8
Lo mejor: La evidencia de que sin gente comprometida, los medios de comunicación no podrían funcionar.
Lo peor: El proceso judicial, es la parte más convencional del filme.