Al fin, después de más de 2 años desde que Krysten Ritter nos impresionase con su heroína feminista, llega a Netflix la segunda temporada en solitario de 'Jessica Jones'. El 8 de marzo, día internacional de la mujer, regresamos a Alias Investigaciones, la empresa de una superheróina accidental que lucha contra los villanos, contra la violencia de género, la cultura de la violación, los estereotipos o los abusos de poder. Una 'Wonder Woman' en la pequeña pantalla que parte con una ventaja respecto de sus compañeras con poderes: Jessica Jones se creó en este siglo, por lo que el propio concepto del personaje está adaptado a nuestros tiempos.
Jessica, Malcolm y Trish no han estado precisamente desaparecidos, hemos podido ver a los personajes en 'The Defenders', la serie coral en la que la detective unía fuerzas con otros 3 superhéroes de de la plataforma: 'Iron Fist', 'Daredevil' y 'Luke Cage'. Sin embargo, no es estrictamente necesario haber visto ninguna de las cuatro series para seguir la trama de esta segunda temporada, aunque pierdas, quizá, algunos guiños solo para los más fans.
Tras ver los cinco primeros episodios podemos confirmar que la esencia de 'Jessica Jones' se mantiene intacta. Después concluir el viaje de una mujer neutralizada por un hombre, comienza la búsqueda de la identidad propia entre la persona y la heroína que no está dispuesta a seguir siendo definida por un villano. Jessica es su propio yo y una deconstrucción de la superheroína y la feminidad. Como muchas mujeres hoy en día, ella es independiente, empoderada y extremadamente fuerte, y sin embargo demostró ser tan víctima potencial de la violencia machista y la violación física y mental como cualquier otra. Matar a Kilgrave (David Tennant) no acaba con el trauma o la culpa, por lo que aún le queda un largo camino que recorrer hasta la redención personal. Puede que ella no saliese el día 8 a manifestarse por los derechos de las mujeres, eso parece más cosa de Trish, pero la serie lucha contra los estereotipos de género encarnándolos en el enemigo a combatir y huyendo deliberadamente de construir roles en base al sexo.
Ahora que Jessica está empezando a recomponer su vida tras acabar con Kilgrave, un nuevo asesinato y una mujer misteriosa le llevarán a investigar en su pasado hasta llegar al origen de todo, al origen mismo de su poderes. Todo lo que nos gustó de ella sigue vigente, una atmósfera neo-noir oscura y misteriosa, romántizada con jazz, envuelve a la protagonista alcohólica y con mal temperamento, antítesis de todo lo que consideramos heroico. Esta segunda temporada se nos presenta mucho más introspectiva, centrado en la psique de Jessica y la construcción del personaje, y esto puede llegar a confundir a los que esperen grandes dosis de acción.
El principal problema, al menos en lo que a esta tanda de episodios se refiere, es la falta de un villano que ofrezca algo nuevo. El carisma de Kilgrave y su injustificada y pura maldad han dejado un enorme hueco en los espectadores casi imposible de llenar. Pero es que el cabreo y la apatía perennes de Jessica, así como la sólida interpretación de Ritter, podrían, sin ninguna duda, soportar todo el peso de una serie menos dispersa. Ya lo estamos imaginando: el film noir hecho procedimental, Jessica resolviendo los diferentes casos que llegan a Alias con un arco argumental que conecta toda la temporada, una Sherlock con menos deducción y más puñetazos. Pero no es el caso. Jessica vuelve a tener un solo enemigo en el punto de mira y esta vez es IGH, una organización médica cuyos experimentos sin consentimiento han tenido "poderosos" efectos secundarios. El mal no tiene un solo rostro, es un ente jugando una partida de ajedrez en la que Jessica va deshaciéndose de peones que no son más que almas solitarias, incomprendidas y torturadas como la suya. Por eso da la sensación de que esta segunda temporada no tiene una figura antagonista a la altura de la superheroína o una trama principal que le haga justicia.
En la segunda temporada de 'Jessica Jones' los dos secundarios principales, Trish Walker (Rachael Taylor) y Malcolm Ducasse (Eka Darville), desarrollan sus propias tramas paralelas a través de las cuales poder hablar de lealtad, adicciones o pederastia y acoso sexual en Hollywood (el timing con el #MeToo y el Time's Up no puede ser más perfecto, oiga). No solo enriquece ambos personajes, evitando que se conviertan en mero relleno en la pantalla, dotándoles de mayor trasfondo y perspectiva, si no que empujan a Jessica a enfrentar sus propios demonios personales. La amistad entre las dos protagonistas es real, un ejemplo de sororidad entre personalidades tan diferentes que se sirven de apoyo y motor. Sin embargo, mucho más desdibujada queda la abogada Jeri Hogarth (Carrie-Anne Moss), cuya subtrama durante cuatro capítulos además de aportar aparentemente nada al relato principal, ralentiza el ritmo de toda la narrativa. El guión intentará por todos los medios que conectes con el personaje a un nivel humano, prepara el terreno poco a poco para alcanzar un nivel de empatía en el que entiendas la decisión que está apunto de tomar en el quinto episodio y que conectará su historia con la del IGH. Un personaje tan fuerte y sin escrúpulos como el de Jeri no necesitaba dar tantas explicaciones.
A pesar de que esta temporada ha empezado con menos fuerza de la que esperábamos y demasiados puntos de fuga en la historia, permanece la sensación de que todo tiene sentido, de que todo terminará confluyendo en la conspiración de abusos y terror que se intuye. En el viaje, esté o no a la altura de Kilgrave, merecerá la pena detenerse a reflexionar sobre la vulnerabilidad que acompaña el poder o la fragilidad y mortalidad de los más fuertes. Además, ¿a quién no le va a gustar una buena conspiración de científicos locos? En general, la serie de Melissa Rosenberg intenta ofrecer mucho más que sus compañeras de Marvel, cuidando la fotografía, la ambientación y sobre todo, como decíamos, la humanidad de sus personajes.
Lo mejor: Jessica, siempre Jessica, uno de los personajes más complejos y fascinantes de Marvel.
Lo peor: Agradeceríamos tramas más condensadas, por lo que quizá 13 capítulos son demasiados...