La directora de Mollet del Vallés Neus Ballús siempre ha mostrado una mirada social en su cine, primero con su ópera prima, 'La plaga', y luego con 'El viaje de Marta', en la que lo entremezclaba con el subgénero 'coming-age movie'. Ahora, la realizadora da un paso más con 'Seis días corrientes', que obtuvo el premio al mejor actor y el premio Europa Cinemas Label en el Festival de Locarno; la Espiga de Plata a la mejor dirección y el Premio del Público en la 66 Seminci de Valladolid, además de ser candidata al Premio Feroz a la mejor comedia.
'Seis días corrientes' sorprende por ser una de las apuestas más ambiciosas no solo de la filmografía de Ballús, sino del cine español de esta temporada. Y lo es por difuminar, más si cabe, la fina línea que existe entre la ficción y el documental. Su filme tiene como protagonista a tres fontaneros reales: Valero, Mohamed y Pep. Los tres interpretan a versiones de sí mismos a lo largo de seis jornadas que narran el día a día de su oficio, en el que ejercen también de electricistas, carpinteros y demás habilidades del operario en general.
Aunque, el filme se enfoca en Valero y Mohamed, al ser este el sucesor de Pep, quien acaba de jubilarse. Ballús aprovecha esta trama y los seis días de prueba para plasmar una realidad pocas veces vista en la gran pantalla, la de la de una clase trabajadora cotidiana pero desconocida en la ficción, al quedarse reducida a tramas secundarias, reivindicándose así sus profesiones. Pero la cineasta no busca hacer drama social, sino comedia social, lo que implica introducir elementos de ficción, lo que hace que su largometraje no sea sencillo de definir y esté entre uno de los mejores ejemplos de cómo el documental está siendo el género más innovador y experimental de los últimos años.
Una comedia social honesta y hecha desde lo concreto
En ese deseo de realizar comedia social, Ballús firma un filme que mira frente a frente a la clase trabajadora, alejándose de discursos impostados y que retrata su realidad desde la primera persona, en lo concreto, pensando en ellos como público objetivo. Quizás el hecho de que la cineasta tenga como padrastro a un fontanero haya ayudado a que la realizadora tenga una mirada más personal sobre la temática. Por otro lado, el entremezclar ficción y documental, así como también actores profesionales con otros no profesionales logra que el filme tenga una riqueza y mezcla formidable.
Pero gran parte del éxito reside en sus protagonistas, hombres llenos de carisma, que derrochan verdad y espontaneidad. Valero destaca como el obrero algo verborreico, pero lleno de buenas intenciones. Es Mohamed la revelación, pues al ser origen marroquí deja en evidencia los prejuicios que existen hacia él debido a su condición de inmigrante y nacionalidad. Es la forma en la que ambos interactúan entre ellos lo que hace que se vea otro mensaje de Ballús, en cómo es el conocer a la persona lo que hace que se derrumba un prejuicio. Además, la cinta hace mención a una situación cada vez más preocupante, la de la falta de relevo generacional en la profesión.
Con una cobertura de comedia que le permite llegar de forma positiva y optimista al público, 'Seis días corrientes' es una estupenda rara avis, que se convierte en el trabajo cinematográfico más redondo de Ballús, que sabe conectar con su público objetivo y que derrumba prejuicios a base carisma, gracias a unos protagonistas entregados tanto a su oficio como a un filme que recuerda que es el cine social también puede ser un canto a lo cotidiano, mostrando su rostro más amable sin tener porque olvidar su labor divulgativa. En la línea de títulos como 'Sedimentos' o 'Nación', 'Seis días corrientes' es uno de los filmes imprescindibles del año.
Nota: 8
Lo mejor: El carisma que desprenden Valero y Mohamed. Una espontaneidad única.
Lo peor: Su ausencia en los Premios Goya.