El humor blanco es una de las epidemias de nuestro tiempo. Siempre ha habido una corriente dentro de la comedia que ha saltado todos los charcos en su esfuerzo por contentar a todo el mundo, pero últimamente, con la alegre exaltación de tópicos que puebla nuestra cinematografía reciente, ese objetivo de alcanzar la cumbre de lo políticamente correcto en el cine comercial se ha establecido como normativo. Como siempre la generalización sería injusta, porque títulos como 'Kiki, el amor se hace', 'Los del túnel' o 'Negociador' huyeron de la comodidad, pero esos son casos prácticamente aislados. Lo normal es llegar a la puerta del cine y encontrarse con el cartel de 'Señor, dame paciencia', una comedia sencilla, amable, optimista y nada arriesgada.
El protagonista de la nueva película de Álvaro Díaz Lorenzo es Gregorio, un banquero madridista, conservador, homófobo y racista, que se ve obligado a lidiar con las diversas orientaciones sexuales y parejas de sus hijos cuando su esposa fallece repentinamente. Como los propios personajes se encargan de repetirnos en un par de ocasiones en la película, por si no nos quedara claro lo absurdo de la situación nada más toparnos con ella, las parejas incluyen a un catalán con tintes independentistas, a un vasco homosexual de origen senegalés y a un antisistema un tanto colgado. Todos ellos emprenden un viaje de Madrid a Sanlúcar de Barrameda, donde se pondrá a prueba la resiliencia del núcleo familiar.
Díaz Lorenzo ha tomado prestada la premisa del choque frontal entre la diversidad, representada por los yernos, y las convicciones retrógradas del protagonista de la comedia francesa 'Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?'. Aquella se apoyaba en el mismo tipo de humor, aunque con situaciones más casposas y cargantes. En cambio, 'Señor, dame paciencia', a pesar de la previsibilidad inherente a sus personajes y al relato, tiene un toque de frescor estival imbuido por la energía y la luz de Sanlúcar. La falta de espontaneidad de buena parte de sus personajes se compensa con el luminoso retrato del ambiente que les rodea.
A favor de la película juega su mensaje de tolerancia, encarnado por Gregorio, que vive un viaje espiritual y personal que le hace cuestionarse sus certezas ideológicas. Algo que hoy en día parece impensable, ya que la sociedad tiende a situarse en posiciones diametralmente opuestas e inquebrantables. Díaz Lorenzo abraza la aceptación al prójimo con esta familia que expone las vergüenzas de una España a escala. El director y guionista evita ofender a cualquier minoría o sector de la población con sus comedidos gags, que encontrarán a su público entre los numerosos fans de 'Villaviciosa de al lado' y el resto de comedias confeccionadas a partir de ese tejido humorístico.
Recio 2.0
Desde la primera escena es evidente que Jordi Sánchez no se ha alejado demasiado de Mirador de Montepinar para dar vida a Gregorio. Afortunadamente para el espectador, el protagonista no alcanza el nivel de histrionismo de Antonio Recio, el personaje de 'La que se avecina', aunque seguro que harían buenas migas si coincidieran en el mismo edificio. La evolución de este personaje es vital para que la película aporte algo, ya que si no se trataría de una amalgama de chistes que ya hemos escuchado demasiadas veces.
'Señor, dame paciencia' es una comedia frugal, muy adecuada para la época veraniega. Aquellos que no toleren las películas conservadoras, que no se atreven a correr riesgos temáticos ni formales, no quedarán satisfechos con la dosis de humor que ofrece la película de Díaz Lorenzo. Sin embargo, aquellos que simplemente busquen un entretenimiento pasajero saldrán de la sala con la misma sonrisa que les dibujó alguna película similar unos meses antes.
Nota: 5
Lo mejor: El ágil ritmo que evita que la película se estanque.
Lo peor: El nulo atrevimiento propio del humor blanco.