Regresa Cesc Gay al cine tras su periplo en televisión con 'Félix'. Acostumbrado el público a sus películas corales, que son un equilibrio entre entre comedia y drama y las historias parece que van surgiendo de forma espontánea, como la vida misma, el director barcelonés opta por un cambio de tono y forma con 'Sentimental', adaptación de su propia obra de teatro, 'Los vecinos de arriba', que ya ha logrado aplausos tras su paso por el Festival de San Sebastián y la Seminci de Valladolid y que llega ahora a salas comerciales españolas.
A diferencia de su anterior filme, 'Truman' fue un auténtico camino catártico que cruzaron Ricardo Darín y Javier Cámara, en 'Sentimental' la trama fluye desde el primer minuto, dejando al público sin aliento desde el momento en el que Cámara entra en su domicilio, en el que está Griselda Siciliani con una mirada que mezcla hartazgo y deseo. Ya cuando se saludan puede verse que se está ante un matrimonio que más parece una olla a presión que, en cualquier momento, va a saltar.
Es la aparición de los vecinos de arriba, a los que se hacía referencia en el título original de la obra, lo que termina provocando que el conflicto estalle y es ahí donde Gay se mimetiza con el ritmo vertiginoso de la comedia de salón de las obras de teatro francesas cuyas adaptaciones cinematográficas supieron transmitir en la gran pantalla ese tono de comedia satírica que conquista con sus afilados diálogos y acciones. Lo que enlaza a 'Sentimental' con formidables títulos como 'Un dios salvaje' o 'El nombre'.
Deliciosa (y maliciosamente disfrutona) comedia de salón
Y en ese ritmo frenético, Gay sorprende moviéndose como pez en el agua, ahí puede observarse la experiencia que tiene el cineasta con la propia obra, que fue su debut como dramaturgo y que tuvo un gran éxito entre el público. Su respuesta cinematográfica no hace otra cosa que ser un globo sonda de un título que aspira a convertirse en una obra imprescindible en lo referente a comedias de salón, pues 'Sentimental' no tiene nada que envidiar a las adaptaciones cinematográficas de textos de Yasmina Reza o Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte.
Y en ese sentido, puede verse la experiencia del cineasta barcelonés en dirección de actores. Javier Cámara y Griselda Siciliani se tiran los trastos a la cabeza, dejando en evidencia cómo la falta de comunicación, la frustración por los sueños no realizados, el desgaste emocional y el paso de los años han hecho mella en su relación, que disfrazan de estable frente a sus allegados. En esa ácida mirada del matrimonio burgués, está la pareja formada por Alberto San Juan y Belén Cuesta, cuyo descaro e insolencia sirve de contrapunto en una comedia que apuesta por las situaciones incómodas, los comentarios fuera de lugar, referencias sexuales explícitas que ahonda esas sensaciones engorrosas y el sabio acierto de hablar de una crisis matrimonial -digna de un drama de Bergman- en una desternillante comedia a calzón quitado.
Es la película más desenfrenada de Gay, quien ha demostrado una versatilidad fabulosa al ofrecer una propuesta completamente diferente a la que es habitual en su filmografía. Una demostración que en España pueden producirse magníficas comedias de salón originales.
Nota: 8
Lo mejor: Su ritmo vertiginoso y lo bien perfilados que están los personajes en el guion.
Lo peor: Se echa en falta a Candela Peña y Andrew Tarbet.
