Todavía no sabemos cuál será el destino de los héroes que conocimos antes de la llegada de James Gunn a la dirección de DC, como Aquaman o Shazam, con secuelas aún por estrenar en el recién anunciado nuevo universo cinematográfico, pero no hace falta para disfrutar de '¡Shazam! La furia de los dioses'.
Sin mirar a todo ese caos de universo, la primera '¡Shazam!' consiguió en 2019 más del doble de lo que costó y más del 60% de su recaudación total fuera de Estados Unidos (¿Quizás por eso esta nueva empieza en Roma?). Así comenzó esta ya consolidada (y esperemos que futura) franquicia: con apenas 100 millones de dólares de presupuesto, un tono infantil muy desenfadado y un reparto bastante desconocido. Estos tres ingredientes han crecido muchísimo en su secuela. Muy sabiamente y (casi) en todo momento, deja atrás toda expectativa de universo o ser una historia de orígenes como la anterior para centrarse ya en lo que realmente tiene que ser una buena secuela y película de superhéroes: una continuación más potente que la anterior, con nuevos personajes memorables que amplifique y transforme a los ya conocidos. Todo ello lo consigue al ser un blockbuster únicamente centrado en entretener y divertir. En ambos aspectos, tiene un 10.
Todo lo que implica hacerse joven
Esta secuela madura a la vez que lo hacen sus protagonistas. El centro dramático de la película es la familia y lo difícil que puede ser mantenerla mientras uno crece. Hay muchos más dramas que en la primera y todos ellos son mucho más interesantes y empatizables en esta secuela más adulta y con esteroides en todos los aspectos, desde el guion hasta la acción. Adulta no significa seria u oscura, sino que simplemente ya no es infantil y se permite tomarse más en serio a la vez que hace bromas no forzadas. Como resultado, tiene entretenimiento y diversión para toda la familia muy en consonancia con el propio mensaje de este film más Disney que Warner y que los últimos Disney.
Este salto al tono juvenil hace que 'Shazam: La furia de los dioses' sea algo menos divertida o cachonda que su predecesora, pero no por ello menos entretenida. Se juega con varios gags recurrentes que evolucionan hasta consumarlos de maneras sorprendentes y con mucho sentido para la historia (¡los unicornios!). Son bromas superficiales, pero no gratuitas. En toda la película, lo superficial no es malo, sino que significa puro entretenimiento y diversión. Tan solo le juega a la contra ese tono todavía no adulto en unas pocas bromas de parvulario y, sobre todo, en los constantes diálogos sobreexplicativos de repasar planes. No solo se pierde tiempo alargando escenas, sino que hay personajes como el mago de Djimon Hounsou cuyo único papel es remarcar una y otra vez qué está pasando y por qué, como si lo estuviera explicando a un niño de 3 años.
El drama romántico central de la película con Freddy (Jack Grazer) coquetea también demasiado con la superficialidad de telefilm de Netflix o Disney Channel y sus estereotipos de hombres y mujeres. Pero aunque no revolucione sus géneros, 'Shazam: La furia de los dioses' tampoco fracasa al explorar ninguno de ellos y consigue ser todo lo que una secuela tiene que ser. Da gusto también ver una película de superhéroes relajada y únicamente centrada en hacer una buena continuación, con su congruente viaje del héroe, sin importar la trascendencia o los multiversos.
Nuestra familia superheroica ideal
Al acabar 'Shazam: La Furia de los dioses' es fácil sentir la misma morriña emocional que al final de 'Doce en casa', ya que cada miembro del reparto está maravilloso y nos enamoramos de todos como si fuéramos un miembro más de esta familia numerosa. Al igual que en el film de Steve Martin, cada hijo tiene una personalidad (doble) distinta o una frase/gesto característico que se repite y al final conoces de sobra. Todas sus dinámicas como hermanos y superhéroes son bonitas y reconocibles internacionalmente. El precio de esto es que la película prioriza a los niños (que ya no son niños ni secundarios) antes que los adultos. Sus alter-ego superherócios derrochan carisma en cada plano como si fueran cameos estelares y por eso se echa mucho de menos a los más conocidos D.J. Cotrona y Adam Brody. Aún así, esta decisión tiene sentido con la trama y permite un clímax muy divertido con los niños/jóvenes.
De ellos, Jack Dylan Grazer es el que da un paso al frente como la revelación del film gracias a su subtrama que realmente parece la principal, sobre todo al compartirla con la auténtica joyita del reparto: una Rachel Zegler muy superior a todo el mundo que se come la cámara en cada plano sin importar lo que esté haciendo en él. El actor de Freddy roba así el protagonismo a un tristemente desperdiciado Asher Angel, que sí que acaba siendo más un cameo con una interesante trama sobre madurar relegada al comienzo y al final. En su personaje, la balanza perjudica claramente al lado humano, pero una vez más se compensa.
Zachary Levi se erige como el héroe por excelencia de la película, cogiendo lo mejor de sus compañeros de universo, pero sin sus presiones: es épico sin ser Superman, serio sin ser Batman, cachondo sin ser Flash e idealista sin ser Wonder Woman. El guion y la actuación afinan todo esto en su punto justo con su toque personal. Levi es Shazam, el personaje ya está hecho a su medida y parece que nació para ser este superhéroe con espíritu de niño. Qué trabajo tan bien conseguido pero difícil el de hacerlo tanto juvenil como adulto. Ojalá su actor tenga razón y este no sea el final de su Shazam. Hacen falta héroes así de efectivos y sin mayores aspiraciones.
El cómic mitológico ideal
En los divertidos créditos finales, al ver recreadas a modo de cómic las numerosas escenas de acción del film, uno se da cuenta de que sí, ha visto todas esas hazañas recreadas tal cual en constantes escenas chulísimas. 'Shazam: La furia de los dioses' es muy espectacular con mayúsculas, una gran película de constante acción. Sus dos horas y diez minutos se pasan rapidísimos con un altísimo ritmo de peleas y persecuciones que se lucen muchísimo en pantalla, sobre todo en los apabullantes planos generales que podrían estar insertados en cualquier blockbuster del doble de presupuesto. Todo el diseño de producción es muy atrevido para ganarse el merecido título de gran blockbuster en cartelera, a pesar de que en las distancias cortas se delate su factura más reducida: las peleas cuerpo a cuerpo y algunos acabados de los fondos pierden toda la epicidad del resto del film, pero por lo menos no llegan al nivel cartón pluma de 'Liga de la Justicia'.
El director sueco David F. Sandberg sabe sacarle mejor partido que en la primera a los pocos poderes básicos con los que juega (fuerza, rayos y poco más), hasta el punto de conseguir algunos de los mejores planos del film con una cámara lenta y un juego de los ejes de los edificios como si se tratara del mundo espejo de 'Doctor Strange (Doctor Extraño)'. También, como buen empleado de Warner, despliega con total creatividad (y sorprendente libertad al ser una película de estudio) un rango de monstruos y bichos listos para hacer reír y sacar todo tipo de juguetes de acción.
El ingrediente para añadir epicidad a esa dinámica familiar ha sido una trama mitológica bien justificada como secuela: las hijas de Atlas quieren recuperar el poder que les fue robado y entregado a estos niños al final de 'Shazam!'. Precisamente esta palabra mágica es la excusa para hablar bastante de dioses en una mitología muy aventurera, no profunda, pero sí tan entretenida y graciosa como la saga de 'La momia'. También está cerca de la mitología de Percy Jackson, pero sin un acabado tan infantil. Es cierto que no hay un estudio mitológico experto y la plasmación es más de manual, pero, como avisamos antes, esta película no necesita llegar a ese nivel de profundidad. Es muy consciente de sus aspiraciones y las que tiene las borda. Para eso cuenta con la inestimable subida de importancia que otorgan las hermanas Kalypso (Lucy Liu) y Hespera (Helen Mirren). Esta primera está entregadísima en cada plano, recordando cómo pudo llegar a ser tan intimidante en 'Kill Bill'. Por su parte, la veterana actriz de 'La Reina (The Queen)' es muy generosa, dándole esa importancia a su personaje sin pasarse de seria, pero sin ser tan auto paródica como en la saga 'Fast & Furious'.
El director les regala la primera escena del film rodada como si fuera una de sus películas de terror ('Annabelle: Creation', 'Nunca apagues la luz'), para otorgarles esa misma superioridad e imbatibilidad de los despertares de Imhotep en la saga protagonizada por Brendan Fraser a comienzos de los 2000.
¿Por qué, DC, por qué?
El principal error de la película es el mismo que el de casi todos los seres humanos: compararse con los demás y, en respuesta, auto-boicotearse por inseguridad. 'Shazam: La furia de los dioses' funciona perfectisimamente como película en sí misma y como secuela, expandiendo toda la acción, humor, personajes y mitología de la primera entrega de la manera gigantesca que hemos analizado. Por ello, lo peor del filme es cuando, además de ser fiel a sí misma y a su propia saga, intenta serlo al Universo Extendido DC (DCEU). En su primer tráiler, el protagonista se compara con todos estos superhéroes más mainstream, afirmando que "yo soy solo yo". Eso era más que suficiente, amigo Shazam.
Algunos chistes visuales marca Universo DC sí que funcionan, pero el resto se quedan en referencias graciosillas prescindibles y un poco forzadas al estilo de los comienzos del UCM. Esos destellos ejecutivos de fondo son perdonables en comparación con una forzadísima y totalmente absurda decisión que no necesitaba para nada la trama y a la que le dan demasiada importancia cuando habría funcionado mucho más como una sorprendente escena post-créditos. Con este giro, la secuela deja de ser ella misma para ser un producto más de una maquinaria fallida, hasta el punto de llegar a una resolución horrible y bochornosa basada sin ningún tipo de sentido en esta decisión. La película ya era épica y atrevida sin necesidad de estos añadidos que traicionan más que aportan.
Aquí DC vuelve a patinar y recordarnos qué tipo de películas quieren (y no necesitan ni deberían) hacer. Mal por ellos al meterlo y mal por Warner al promocionarlo, creyendo que así atraerán a más público sin ver que se están pegando otro tiro en el pie por no confiar en la buena película que ya tenían.
Olvidando universos y expectativas, la película en sí funciona de todas las maneras que puede sin tener nada especialmente memorable. No te va a cambiar la vida, pero tampoco lo hacen las lecturas veraniegas y bien que las buscamos y necesitamos por cómo nos entretienen y funcionan para desconectar cuando nos reunimos con la familia y los amigos. Eso mismo es el film: un cómic sin grandes aspiraciones más que la de una gran aventura todo lo épica y bonita posible. Todo es más y mejor en esta secuela muy recomendable para absolutamente todo el mundo, como una gran aventura más de las que vas a ver en un centro comercial en verano y resumes en tres palabras: "wow, como mola". Por ello, 'Shazam: La furia de los dioses' es un cómic juvenil sobre mitología hecho blockbuster.