El mismo año en el que el mundo amenaza con irse a la mierda, en el que la población mundial ha alcanzado unos niveles de ansiedad y sensación de desconcierto, a causa de una situación que hace apenas ocho meses creíamos de pura ciencia ficción, es cuando llega una película que podría ser considerada como obra puramente generacional. Y lo hace de la mano de una de las voces del reciente cine indie USA.
Puede que el nombre de Amy Seimetz no sea aún uno de los que el público asocia a una carrera consagrada, ya que hasta entonces su rostro ha estado asociado al de una trayectoria como intérprete, quien tras casi una década formándose con varios cortometrajes (delante y detrás de las cámaras), sería en 2010 cuando pasaría a formar parte del grupo del mumblegore: ha estado presente en títulos de sus colegas Adam Wingard ('Una manera horrible de morir', 'Tú eres el siguiente', 'Autoerotic'), Ti West ('The Sacrament') y Joe Swanberg ('Silver Bullets'), además de trabajar con otro de los nombres de culto del actual panorama indie fantástico como Shane Carruth ('Upstream Color').
En su salto al mainstream, Seimetz ha compaginado su vertiente como creadora con la de actriz, figurando en su currículum títulos como 'Alien: Covenant', 'Stranger Things', 'Cementerio de animales' o su apuesta más personal para la pequeña pantalla: 'The Girlfriend Experience', emitida entre 2016 y 2017 en Starz. Unos años antes, y ante toda la explosión de títulos mumblegore que nos llegaron desde el otro lado del Atlántico, su nombre como directora quedó difuminado entre tantas producciones firmadas por hombres.
'Sun Don't Shine' pasó por el SXSW en 2012, haciendo un recorrido sin llamar mucho la atención por un breve circuito de festivales (ahora, está disponible en Filmin). En ella, formó equipo con Kate Lyn Sheil, otro de los nombres claves de esta tendencia de cineastas que han jugado a un cine de autor muy personal con pinceladas de fantástico y/o terror. Podría decirse que el magnetismo con el que la actriz impregna la pantalla en todos y cada uno de sus trabajos, en línea con la buena sintonía conseguida con la directora, la ha convertido en una suerte de musa a partir de la que exponer el argumento de 'She Dies Tomorrow'.
Este es algo bastante simple: Amy (Lynn Sheil) cree que mañana va a morir. Y a través de una serie de secuencias que llevan al límite al espectador, la realizadora se propone su juego como una demostración en pantalla de lo que significa sufrir ansiedad y ataques de pánico. Es la propia realizadora quien declaró que, la principal inspiración a la hora de sacar adelante el proyecto, fueron los testimonios de personas con ansiedad, dando así a su relato toda la veracidad posible. Y el elemento fantástico, o la forma con la que Seimetz coquetea con los géneros (como buena heredera de la tradición mumblecore), es lo que sitúa el film en un limbo donde cuesta el poder enmarcarla en uno propio.
Ese miedo a morir mañana, será transmitido cual maldición infecciosa. Aquí, es donde están presentes los ecos a 'It Follows' o incluso la premisa de la saga 'La maldición', títulos a los que 'She Dies Tomorrow' se desvincula de forma opuesta, representando ese horror que supone la inestabilidad mental cual contagio especulativo. Y, de forma sorprendente, pronto entra en juego una tendencia a la comedia, lo que acaba por darle a su propuesta un ambiente aún más (si cabe) enrarecido que el que se nos presenta a golpe de repetición en bucle del 'Requiem' de Mozart.
Porque el adjetivo que acaba siendo más acertado a la hora de hablar de 'She Dies Tomorrow' es el de "rara", igual que la situación vivida a día de hoy en el planeta. De ahí que vuelva hacer mención a que estemos ante una propuesta generacional (el Premio a la Mejor Película del Jurado Joven en Sitges, es toda una declaración de intenciones que va en esa línea), a ratos drama y a ratos extraña comedia con trasfondo puramente existencialista y contemplativo, por lo que cabe decir que quienes esperen de ella una película de terror, vayan con la mente lo suficientemente abierta como para experimentar una concatenación de diálogos y miedos internos que ya son parte del ADN de la generación millennial. Y eso, probablemente, a alguien también le cause terror.
Nota: 6
Lo mejor: La premisa es lo suficientemente interesante como para dejarte enganchado.
Lo peor: Puede acabar agotando por repetición de planteamientos.