Quizás para muchos resulte sorprendente, pero el emblemático anime 'Shin Chan' ha logrado ser una de las franquicias cinematográficas más longevas y exitosas en la historia de la animación japonesa. Con sagas nuevas como 'My Hero Academia' o 'Guardianes de la noche - Kimetsu no Yaiba' entrando con fuerza, 'Shin Chan' tiene el honor, junto con 'Detective Conan' y 'Doraemon' de ser una de las pocas que mantiene su tradición de estrenar un largometraje anual en su país natal.
Con 33 títulos a sus espaldas, el último ha sido 'Crayon Shin-chan: Our Dinosaur Diary', que se estrenó en Japón en agosto de este año. Es la cinta número 32 la que ha tenido el honor de suceder a 'Shin Chan y el misterio de la Academia Tenkasu', que pasó por salas españolas hace ya dos años. Su regreso a la gran pantalla en España se hizo de rogar, con 'Shin Chan en Australia. Tras las esmeraldas verdes' como la vuelta oficial a nivel comercial, producido en 2020.
'Shin Chan', en España, está teniendo una cita bianual con sus fans. Y, sin duda, no había mejor decisión que apostar por un estreno en cines de 'Shin Chan: El superhéroe'. Se trata del primer largometraje de la saga en ser producido por animación en 3D. Supone un experimento similar al de 'Doraemon' con la serie 'Stand By Me' o lo visto en títulos especiales como 'Astro Boy', 'Lupin III: The First' o 'Pokémon. Mewtwo contraataca: Evolución'.
Dichos títulos son entregas que han llevado al 3D animes muy emblemáticos cuyo público está acostumbrado a ver a sus personajes en animación tradicional. Dado el éxito de 'Stand By Me Doraemon' y su secuela, 'Shin Chan' ha tardado en realizar un experimento similar. Eso sí, esta entrega opta por ser una nueva aventura fantástica y no opta por recuperar una historia de orígenes como sí hizo el anime basado en el manga de F. Fujio Fuijko.
'El superhéroe' lleva a la saga a ese terreno tan popular en otro tiempo como el de los protagonistas con mallas y superpoderes. Eso sí, en el tono irreverente propio del niño de 5 años procedente de Kasukabe. Ahora bien, más allá de la historia fantástica y de aventuras que suele acompañar a las historias de los Nohara en la gran pantalla, esta propuesta vuelve a tener un poso de profundidad que ha podido verse en los lanzamientos cinematográficos que han llegado a salas españolas.
Una aventura divertida y con una historia más compleja de lo que aparenta
Como sucedió con 'Shin Chan en Australia' o 'El misterio de la Academia Tenkasu', 'El superhéroe' explora un tema crítico. En este caso, se adentra en los extremismos políticos, sorprendiendo así al público. Las energías negativas del villano de la cinta reflejan un malestar social que hace referencia al estancamiento económico (algo que Japón lleva arrastrando desde hace ya más de 30 décadas) al que suman el invierno demográfico o el cambio climático.
No es la primera vez que, bajo la capa de irreverencia, las películas de 'Shin Chan' aprovechan su tono alejado del costumbrismo para traer mensajes de calado. En eso, el mejor exponente fue '¡Los adultos contraatacan!' Ahora bien, puede que 'El superhéroe' sea una de las producciones más ambiciosas de la franquicia desde el mentado film que dirigió Keiichi Hara. En esta ocasión, toca aplaudir a Hitoshi Ône, quien fue guionista de 'Fireworks' y debuta en la dirección de animación con esta propuesta.
Es más ambiciosa es por su estilo de animación. Con los años, las cintas de 'Shin Chan' han ganado en calidad visual, pero sin salirse de enfoque cartoon propio del anime original, el cual tenía como inspiración el manga de Yoshito Usui. En este caso, el salto al 3D ha querido jugar con unas tonalidades que no lo alejan demasiado del espíritu propio que ha caracterizado a los Nohara, con una animación de trazos simples, pero certeros.
Sin duda, 'Shin Chan: El superhéroe' gustará a los fans de la saga, así como también al público familiar que apueste por darle una oportunidad. Una aventura trepidante, llena de humor y con una interesante e inesperada reflexión que la erige en una de las mejores entregas de una saga que ha sabido reinventarse con los años y ser algo más que gags e historias surrealistas.