Tras muchos años como guionista y productor de televisión, así como dramaturgo en Broadway y Off Broadway, Michael Jacobs se atreve a dirigir su ópera prima. Basada en su propia pieza teatral 'Cheaters', 'Sí, quiero... o no' reúne a un auténtico reparto de lujo con el que busca demostrar que las comedias de enredo pueden estar perfectamente protagonizadas por actores ya de cierta edad.
De ahí, que 'Sí, quiero... o no' reúna a Richard Gere, Diane Keaton, Susan Sarandon y William H. Macy. Los cuatro bien hubieran podido defender la cinta a solas. Es más, lo interesante hubiera sido que las traiciones, infidelidades y conversaciones trascendentales sobre las relaciones conyugales hubieran estado solamente centradas en ellos. Pero Jacobs apuesta sobre seguro e intenta reflejar lo máximo posible su obra de teatro en la gran pantalla.
El resultado es un aprobado a medias. Jacobs intenta ser fiel a la pieza teatral pero también busca renegar de sus orígenes, dado que lleva buena parte de las escenas a exteriores. Esto no sería malo si no fuese porque los personajes hablan en demasía. Todos son excesivamente verborreicos y esto no sería un problema si sus conversaciones fuesen interesantes. Da la impresión de que Jacobs busca crear una especie de combinación entre el cine de Garry Marshall y el de Woody Allen. Por supuesto, esa mezcla requería de mayor destreza.
Una comedia de enredos más propia de otra década
No ayuda tampoco que el supuesto eje principal del film, esteralizado por Emma Roberts y Luke Bracey, sea un cúmulo de clichés más propios de una producción de Hallmark que de una propuesta pensada para ser disfrutada en cines. Dudas sobre si casarse o no, de si dar el 'salto al vacío', dejan una serie de conversaciones más propias de los 90, lo que denota cierto aire trasnochado.
El resultado es que sus actores están muy por encima del libreto. Sí que la cinta tiene el mérito de poner en primera línea a protagonistas mayores, de 70 años, de forma autónoma y alejada de clichés, como el que tengan aventuras tanto ellos como ellas y que sean con personas de su edad. Pero la novedad no va más allá del apartado estético, recordando que hay películas que saben reinterpretar mucho mejor las conversaciones intelectuales con un toque romántico a lo Woody Allen, el francés Emmanuel Mouret es el principal exponente. Una cinta que queda atrapada en clichés y situaciones que parecen sacadas de otra época.
