Víctor Clavijo es de esos actores sacrificados que no paran de trabajar y de regalarnos interpretaciones notables, que en el peor de los casos siguen siendo correctas. Pero tal vez por el tipo de proyectos en los que se suele enrolar no termina de dar el salto a la liga de los focos y las grandes alfombras rojas. También puede ser que prefiera quedarse en un segundo plano, hacer su trabajo y no destacar en exceso -aspecto que compartiría con su personaje. Si termina convertido en otro de esos maestros a reivindicar como Miguel Rellán o alcanza el status que se merece es algo que solo el tiempo dirá. De momento podemos seguir disfrutando de sus interpretaciones y su buen olfato para embarcarse en proyectos, si no redondos, sí que con la intencionalidad de ofrecer algo fresco a nuestra cinematografía.
En este grupo entraría 'Sicarivs: La noche y el silencio', película que presentó en el recién terminado Festival de Málaga y de la que es su absoluto protagonista. En ella Clavijo interpreta a un sicario que se ve envuelto en una carrera contra el tiempo para resolver un problema que él mismo ha creado. Seguimos al personaje a lo largo de una noche interminable en la que se topa con la fauna que pulula los bajos fondos de nuestra sociedad: políticos, asesinos, prostitutas... 'Sicarivs' nos hace un recorrido por esa España peligrosa e invisible que si bien no suele copar la primera plana de los periódicos sí que tiene su reflejo en los comportamientos caciquistas y corruptos de las clases medias-altas y dirigentes de nuestras localidades.
El director Javier Muñoz se ha marcado una ópera prima que sigue una estructura muy clara de road movie, con el personaje de Víctor Clavijo conduciendo sin parar y yendo de un lado a otro para completar su misión. Este esquema de road movie le viene como anillo al dedo al personaje, que -sin ser comparables dado el diferente tono e intencionalidades de las propuestas- evoca a algunos arquetipos clásicos de antihéroes solitarios y personajes que actúan al margen de la sociedad, regidos por su propio código moral.
Dos de ellos -que salen en casi todas las entrevistas que han ido concediendo actor y director para promocionar el film y que además son reconocibles por casi todo el mundo- son los protagonistas de 'Taxi Driver' y 'Drive'. Tanto Travis como "el conductor" o el sicario de Víctor comparten cierta inclinación por la introspección y una visión más o menos contemplativa de la vida. Sin embargo, al contrario de los dos ejemplos citados, el sicario no se aísla de la comunidad ni practica un comportamiento autodestructivo. Comparten pose y cierta actitud, pero sus psicologías son diferentes.
Vocación internacional, alma local
Cuando uno se acerca a 'Sicarivs: La noche y el silencio' se sorprende gratamente ante el perfecto equilibrio que ha encontrado Javier Muñoz entre los elementos genéricos más propios del cine norteamericano con un sello muy nacional, empezando por la figura dle propio sicario. Muñoz ha huido del arquetipo de latino o eslavo y nos presenta a un asesino a sueldo de una apariencia bastante corriente, que podría ser el vecino de cualquiera. El tono, la fotografía e incluso la música (con el genial Jimmy Barnatán cediendo un tema de su álbum 'After the Blue Times') emplazan al espectador a un tiempo y un espacio muy concretos de la cinematografía estadounidense, pero el hecho de haber sido rodada en castellano y presentar unas situaciones y unos personajes propios de nuestro entorno confieren a la cinta una personalidad única, que no se limita a copiar y pegar códigos de uno u otro género, sino que los moldea para integrarlos en su discurso.
Aunque al final no es más que una película. Quién sabe si la lectura metaficcional que se puede extraer del escenario en el que conversan largo y tendido Pedro Casablanc y Víctor Clavijo se refiere a eso. O a que todo es un teatro, o nada de eso, o... Javier Muñoz lo ha dejado dispuesto para la interpretación de cada uno, así que nos guardamos la nuestra hasta la próxima.