La Segunda Guerra Mundial ha dado infinidad de películas, de eso la industria de Hollywood puede hablar largo y tendido. No obstante, de tanto en tanto llegan historias que saben ofrecer una mirada diferente de uno de los peores episodios del siglo XX. Es el caso de 'Sin olvido' (2018), dirigida por Martin Sulík, elegida por Eslovaquia para representar al país en la 91ª edición de los Premios Oscar y ganadora de siete premios de la Academia de Cine del país centroeuropeo, entre ellos el de mejor película.
Y es una forma diferente porque la película está ambientada en el presente, mostrando cómo las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial llegan hasta la actualidad, a través de los descendientes de víctimas y victimarios. Un anciano busca saber cómo sus padres vivieron sus últimos días y un jubilado deberá enfrentarse a los fantasmas del pasado familiar. Dos polos opuestos, al ser uno el hijo del asesino del padre del otro. Lejos de reproches, de escenas dramáticas (aunque hay una tentativa al inicio), Sulík opta por ir dosificando el drama, disfrazándolo inicialmente de una road movie con tintes de comedia.
Elección acertada, pues la intención de Sulík, que firma el guion de la cinta junto con Marek Lescák, no es, tanto, mostrar lo que sucedió durante la guerra, sino lo que dejó en aquella primera generación afectada por sus consecuencias y cómo eso repercutió tanto en el pasado más cercano como en el actual presente. Para ello, reúne a dos personajes que, en un principio, parecen incompatibles. Ahí se ve cómo el paso de los años provoca que aquellos hijos del horror sean los que busquen la verdad para poder encontrar la paz.
Una dupla actoral formidable y el último trabajo de Jirí Menzel en el cine
Y eso lo impulsa el personaje de Jirí Menzel, al que se le une después el de Peter Simonischek. El aclamado cineasta y actor checo, figura imprescindible de la Nueva Ola Checoslovaca, ganador del Oscar a la mejor película de habla no inglesa por 'Trenes rigurosamente vigilados' (1966) y recientemente fallecido, se despide del cine con una interpretación austera, de esas que sabe decir mucho a través de los silencios, de las miradas, incluso de las espiraciones. A su lado, un correcto Simonischek, que, inicialmente saca su lado más 'Toni Erdmann' (2016), para, finalmente, mostrar cómo es imposible sentir el peso de los crímenes paternos.
Con una pareja que derrocha una química increíble, 'Sin olvido' es un viaje al pasado a través del presente. Con una cuidada estética, en la que los tonos apagados aumentan esa sensación de mirada a lo pretérito, es una notable road movie que sabe crear complicidad con el público, que pasa de la comedia al drama con naturalidad y espontaneidad, gracias a dos grandes actores. Una forma apropiada y pertinente para despedir a una de las grandes figuras de la cinematografía europea.
Nota: 7
Lo mejor: La química entre Menzel y Simonischek.
Lo peor: Algún momento 'Toni Erdmann' sobra y su giro final no logra ser del todo certero.