Sus seis nominaciones (y el premio a mejor actor de reparto) en los IFTA (lo que vendrían a ser los Goya irlandeses), sirven para refrendar las buenas expectativas que teníamos puestas en la nueva aventura fílmica del "renacentista" (escribe, dirige, compone, canta...) John Carney.
Con 'Once' se dio a conocer al gran público, aunque antes había realizado interesantes films como 'Al límite', con un jovenzuelo Cillian Murphy. Pero no fue hasta 2013, con la estimable 'Begin Again', cuando el director dublinés tocó las estrellas (de Hollywood). Tres años después se embarca en un nuevo proyecto con mucho de personal y homenaje (se lo dedica a su hermano), y que no olvida esa máxima de que cuando algo funciona, no hay que cambiarlo.
En 'Sing Street' el director y guionista vuelve a apostar por una historia de tintes románticos en la que los personajes son unidos a través de la música. Si en 'Once (Una vez)' trataba con dos músicos callejeros que se enamoraba, en 'Begin Again' coqueteó con el amor profesional entre una intérprete y un productor venido a menos, en 'Sing Street' enfrenta al músico con su musa. Él es un chaval recién entrado en la adolescencia que se monta una banda para impresionar a una joven que sueña con ser modelo. A través de la confraternización entre los dos niños Carney explora la magia y pureza del primer amor, sus impulsos y ensoñaciones.
La cinta sigue el esquema clásico de las comedias románticas, favoreciendo que en determinadas escenas el director pueda romper con el tono realista que impera en la película, jugando con el encuadre o la fotografía y deje que sus personajes vuelen y se muestren tal como son. Lo que le da también la excusa perfecta para arriesgarse y meter incluso coreografías, a la par que guiños descarados a títulos del cine ochentero.
A vueltas con los 80
John Carney elabora un relato muy dinámico y jovial, cargado de optimismo y emoción, a pesar de jugar con un trasfondo (la Irlanda de los años 80) marcado por la desesperanza. En este aspecto es fácil relacionar su film con ya clásicos del cine anglosajón como 'Full Monty', 'Billy Elliot (Quiero bailar)' o incluso 'Pride (Orgullo)'. Entendedme, poco o nada tienen que ver entre sí, pero todas ellas saben retratar un contexto social muy concreto, a unas clases más o menos desfavorecidas, apuntando un discurso que no rehuye la crítica, y lo sitúan hábilmente en un segundo plano para enriquecer unas historias en las que prima la esperanza.
La música, como es de presuponer, resulta importantísima en 'Sing Street'. Motorhead, The Clash, Duran Duran, The Blades, The Cure... los grupos más icónicos de aquella décadas están prácticamente todos. Y no solo se sirven de la excusa temporal para aparecer, sino que tienen su función narrativa, condicionando el desarrollo de los personajes y la propia trama. De hecho, otra de las películas que vienen a la mente visionando esta es 'Super 8'
En aquella, los niños protagonistas demostraban su amor al cine haciendo sus propias películas emulando a sus directores favoritos. En esta, en los primeros años de MTV, los infantes deciden hacer sus propios videoclips dejándose influenciar por las modas musicales del momento, ofreciendo un interesante repaso por las corrientes imperantes en la música pop y rock de la época. Una gozada para los nostálgicos.
La música original del film está compuesta -en una buena parte- por Carney, algo que ya sucediera por ejemplo en 'Begin Again', con los propios actores interpretando los temas principales. Y como guiño a los fans de aquella, 'Sing Street' cuenta también con un tema interpretado por Adam Levine, escrito por John Carney y el propio líder de Maroon 5.
Nota: 8
Lo mejor: La valentía de sus protagonistas.
Lo peor: Alguna trama secundaria queda un tanto desdibujada.