La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por un dolor musculoesquelético generalizado, un dolor que puede padecer entre un 2% y un 3% de la población española y, aproximadamente, un 5% de la humanidad mundial. Una realidad, por tanto, destacable que todavía no había encontrado su lugar en el cine. La realizadora Anna Bofarull ha conseguido crear el primer relato cinematográfico, 'Sonata para violonchelo', un proyecto que ha podido producirse gracias a una labor de micromecenazgo y al apoyo de diversas asociaciones y demás interesados, ha podido estrenarse en la gran pantalla tras su paso por el Festival de Málaga.
Julia es una violonchelista reconocida, su fama es mundial y su dedicación a la música ha sido plena. Tal es la devoción que su mundo se resquebraja cuando le diagnostican fibromialgia, una enfermedad crónica sin una causa concreta reconocida. Julia intenta llevar como puede su nueva realidad. Ya de por sí de carácter ambivalente, la mujer se irá aislando más para evitar que los demás se den cuenta de su convalecencia y no le dejen tocar el violonchelo. Porque para Julia la música es su vida y si se le arrebata la música, se le arrebata la vida.
¿Cómo puede vivir una persona que se ha dedicado en cuerpo y alma a lo que más pasión le producía? Bofarull, que ha vivido en primera persona cómo ha sido tener un pariente con estos dolores, sabe llevar el relato más allá a la mera exposición de unos dolores crónicos y la falta de conocimiento de ello. Cierto es que la realizadora catalana reivindica mayor investigación en el origen de esta enfermedad, pero también sabe mostrar la vida de una mujer que sólo ha vivido devotamente para el violonchelo, prácticamente una extensión más de su cuerpo.
La música como forma de vida
Con lo cual, esta película se convierte en la crónica de una batalla perdida, de un combate contra el propio cuerpo. En ese sentido, y salvando mucho las distancias, recuerda a la "guerra de hermanos" de la islandesa 'Rams (El valle de los carneros)', en la que se pudo ver cómo reaccionaban los protagonistas al saber que su forma de vivir estaba a punto de extinguirse. Bofarull con Julia crea una protagonista contradictora, independiente pero ermitaña, la fibromialgia revolucionará toda su vida: Su relación con su hija, que está acostumbrada a verla poco; con su ex marido, que rehizo su vida después de darse cuenta de que Julia amaba más a la música que a cualquier otra cosa; con su joven amante y alumno, que intenta ayudarle pese a su rechazo; con su representante, que intenta hacerle ver que debe descansar.
Una protagonista que se enfrenta al reto de recomponer su vida, no es nada sencillo. Y esa lucha interna consigue conectar con el espectador gracias a su actriz, Montse Germán, que provoca empatía con esa violonchelista huidiza y evasiva. Acompañada por unos estupendos Juanjo Puigcorbé, Jan Cornet, Marina Salas y Josep Maria Blanco; su notable reparto, así como su cuidada ambientación y banda sonora, hacen que 'Sonata para violonchelo' sea una propuesta elegante y que vaya más allá a la denuncia social y la visibilidad de los enfermos de fibromialgia. Un ejemplo, en menor medida, que recuerda a Julianne Moore y su batalla contra el Alzheimer en 'Siempre Alice'.
Quizás no revolucione el cine, pero Anna Bofarull logra un correcto debut con su primer largometraje de ficción. 'Sonata para violonchelo' está hecha con pasión y dedicación, sabe mostrar justamente cómo se puede vivir cuando se le arrebata a una persona aquello por lo que respira. Una elegía a esa desgarradora pérdida.