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CRÍTICA ECARTELERA

'Sound of Freedom' denuncia una escalofriante realidad con tanta solemnidad como entretenimiento

El último fenómeno popular en Estados Unidos llega a España con una enorme taquilla y muchas expectativas sobre esta adaptación de la investigación del tráfico sexual infantil en América.

Por Rafa Jiménez Más 11 de Octubre 2023 | 11:10
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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Jim Caviezel es el ex Agente de Seguridad Nacional de EEUU Tim Ballard en 'Sound of Freedom'.
Jim Caviezel es el ex Agente de Seguridad Nacional de EEUU Tim Ballard en 'Sound of Freedom'. (Acontracorriente)

Tras varios años de retraso y convertirse en un fenómeno en Estados Unidos, el miércoles 11 de octubre llega a los cines de España 'Sound of Freedom'. Con un reducido presupuesto de 14,5 millones de dólares financiados con una parte de crowdfunding, esta película sobre el tráfico sexual de niños en América lleva ya recaudados más de 200 millones. Al haberse impuesto a blockbusters como 'Misión Imposible: Sentencia Mortal - Parte 1' o 'Indiana Jones y el Dial del Destino' sin una campaña de marketing de su envergadura, cabría preguntarse: ¿juega en esa misma liga o es sólo un fenómeno popular? Afortunadamente, la película de Alejandro Monteverde triunfa en ambos casos como obra comercial y social.

Jim Caviezel en 'Sound of freedom'

Para todos los públicos e intereses

El guion lo tenía muy complicado, tanto por la temática como por las expectativas. Pero sorprende su enfoque de la lucha contra el secuestro y explotación sexual de niños como unos hechos reales entretenidos. En sus más de dos horas, 'Sound of freedom' pasea naturalmente por géneros como el espionaje, los narcotraficantes, la buddy comedy, el policíaco, el drama social... Y hasta roza la americanada con algunos diálogos demasiado explícitos, pero sabe frenarse con mucha humildad. De hecho, si no deja esa impresión de blockbuster importante del año a algún espectador puede ser precisamente por no pasarse de espectacular y quedarse más en lo concreto de una o dos vidas. Lo cual también puede ser trascendente cuanto más pienses la película.

Aunque una crítica se suele centrar en la propia película, algunos factores externos como el apoyo de grupos conversadores o celebridades polémicas también pueden influir en la experiencia de la película. Si se evita caer en el matar al mensajero para analizar directamente el mensaje, en el fondo se descubre una película con valores cristianos pero que no es cristianoide. En lugar de argumentar esos valores con diálogos de preescolar, se ven puestos en acción durante la trama con el fundamento claro en la investigación de que cada vida tiene un valor infinito en sí misma, aunque no sea la de tus seres queridos. Este ADN de la película es más un medio para interesarse por la causa central (los niños) que el fin en sí mismo.

De hecho, la motivación del protagonista parte de esa empatía profunda de tratar a los demás como a uno mismo; literalmente, hay una metáfora visual con las familias, otro cliché en el que hubiera sido muy fácil caer para ensalzar excesivamente un único modelo familiar pero que sabe enfocarse en la historia y su investigación. Por ello, al combinar su alma con su narrativa, se puede recomendar 'Sound of freedom' a un público amplio: no es una película autocomplaciente hecha por y para un grupo con esa superioridad moral y factura de serie B que muchas otras ensalzan como reivindicación. Aquí hay forma y fondo.

Grande por dentro y por fuera

En la forma, 'Sound of freedom' sigue presumiendo de un difícil equilibrio, ahora entre una película pequeña y extranjera a EEUU pero con un lenguaje de blockbuster de Hollywood. La dirección presume de planos amplios y para nada estándares con buena acción. Ese ritmo visual tan vibrante se transmite tanto a la banda sonora (lejos de la clásica aburrida de biopic, hasta con una desgarradora canción de Shakira) como al montaje (con muchas licencias estilísticas y buen inserto de flashbacks). Tan solo se hace un poco pesada el preámbulo antes del tercer acto, quizás en parte a esos 132 minutos que podrían haberse recortado con menos operaciones de espionaje para bajar de las dos horas.

El premio en el apartado técnico se lo lleva el español Gorka Gómez Andreu ('Irati') con su bellísima fotografía, excusa suficiente para ver 'Sound of freedom' en la gran pantalla. Lejos de lucir como un telefilm, la película supone un viaje por amplios exteriores de las ciudades y selvas de Colombia, junto a interiores muy bien iluminados (sobre todo en los rostros). Esto facilita el carácter multicultural de la película que también obliga a su visionado en versión original (casi la mitad es en español). Aquel mismo equilibrio entre lo solemne y lo entretenido también está entre Estados Unidos y Latinoamérica, con pullas para ambos lados y el mejor ejemplo de la fortaleza de ambos países.

Jim Caviezel y Javier Godino en 'Sound of freedom'

Bien dirigidos e interpretados

La humildad del guion y la dirección colocan a Jim Caviezel como un héroe más observador que ensalzado. El protagonista de 'La pasión de Cristo' es el puente perfecto del espectador hacia el tema de la historia y llena la pantalla con tan solo su ojo llorando. Pero también se suelta: es el que más aprovecha ese interesantísimo juego de identidades falsas que engancha como una serie de Netflix pero con muchos más matices, de manera que sorprenda pero no deje de ser creíble. Premio aparte también a su esfuerzo por hablar en español sin que frene los diálogos.

Los secundarios tampoco se quedan atrás, destacando especialmente otro español como el agente colombiano al que más cariño se le coge: Javier Godino ('Verano en rojo'). El otro secundario de lujo es Bill Camp ('Joker'), todo un regalo como personaje interesantísimo y como actor veterano. Una de las mejores escenas de la película es un relato de su vida en el que no se ve en pantalla nada de lo que cuenta; pero, por cómo lo hace, puedes ver todas esas cosas tan duras en tu mente. Tan solo chirría en el reparto el padre de los niños (José Zuñiga), tanto por el poco tiempo que sale como por lo desaprovechado y poco expresivo que resulta cuándo lo hace.

Javier Godino en 'Sound of freedom'

Pero los protagonistas no son los adultos, sino los niños. Qué difícil era adaptar a la pantalla sus abusos y qué bien lo han hecho. Aparte de unas interpretaciones entregadísimas que no chirrían, todas las escenas con niños están muy inteligentemente rodadas para sugerir de manera clara pero manteniendo el respeto y el cuidado de los actores tan pequeños. Como apunta la trama, no piensan sólo en los miles de niños abusados, sino que se centran en dos. Este enfoque permite tener tanto la panorámica como la cercanía de este tristísimo problema, sin pasarse de informativo ni de sensacionalista.

El éxito del enfoque

Tan solo por el hecho de que se ponga en pantalla la advertencia de que actualmente hay más esclavos que en ninguna otra época de la humanidad, ya merece la pena que exista 'Sound of freedom'. Pero afortunadamente, no se aprovecha de ese mensaje para manipular, sino para enseñar como mero reflejo (a veces real, con durísimas imágenes de archivo) de una realidad, lo cual nos puede recordar para qué está también el cine. La película se compromete tanto con su causa como con ser una película; todo un reto con esta denuncia que podría haber sido solo eso. De hecho, a veces incluso se echa un falta un poco más de insistencia, pero quizás perdería la solemnidad de la que presume y ese minucioso análisis del funcionamiento de organizaciones gubernamentales y explotadoras.

Gracias a este enfoque, 'Sound of freedom' crea una de las mejores denuncias sociales posibles: tan real como entretenida. Conectas por la trama y te enganchas por la intriga de salvar a estos niños. Y cuando acaba la película, se queda contigo esa emoción de saber que es real junto a la preocupación de que, al igual que en la película, en la vida no vale el buenismo superheroico. Hay crudeza, humildad y la dosis justa de esperanza para que la película no sea complaciente, sino una llamada a la acción contra la esclavitud en el siglo XXI.

8
Lo mejor: El equilibrio entre la solemnidad y el entretenimiento. Su escalofriante denuncia sobre la esclavitud sexual.
Lo peor: El ritmo baja un poco antes del último acto. Que algo tan impensable sea una realidad en 2023.