James Bond le debe mucho a Sam Mendes. Con 'Casino Royale' y Daniel Craig se abría una nueva era en la historia de uno de los personajes más conocidos de la gran pantalla. Algo que ya había ocurrido con cada nueva encarnación del personaje, pero quizás la de este último fue la más radical. Menos estereotipado, menos tirando a la caricatura, 007 seguía teniendo licencia para matar, pero esta vez también había sitio para los sentimientos y para las heridas, tanto físicas como emocionales. Pero Sam Mendes supo aunar en la misma película todo el pasado del agente con la semilla de un futuro que pintaba muy bien.
'Spectre' llega pretendiendo ser la germinación de esa semilla. 'Skyfall' se convirtió no solo en una de las películas mejor valoradas de la saga por crítica y público, sino que también consiguió batir el récord de recaudación de toda la franquicia. ¿Cómo superar las expectativas, los millones y los Oscars? Normal que Sam Mendes se lo pensara dos veces a la hora de volver, pero también parecía que era en gran medida su deber encauzar lo que había iniciado. Lo hace de nuevo mirando hacia derecha e izquierda, hacia el pasado y el futuro. La trama empieza en México, donde Bond está haciendo una misión por su cuenta que le dará la primera pista que le llevará, llegado el momento, a descubrir una organización secreta de gran poder liderada por un hombre misterioso que pertenece al pasado del agente.
Todo el que sea fan de la saga conocerá de sobra el nombre Spectre (Spectra en España), enemigos clásicos de James Bond que no habían hecho aparición en mucho tiempo porque Eon, la productora de las películas de la saga, no tenía los derechos para poder utilizarlos de nuevo, hasta ahora. En su afán por rendir homenaje al legado de Bond, Mendes no ha desperdiciado la oportunidad de incluirla, y aunque es una gran idea como némesis, y está muy bien planteada en esta película al principio, conforme pasa la película acaba quedándose en unas pinceladas demasiado superficiales. Una de las primeras decepciones que nos trae la película, que no alcanza siquiera a igualar al gran Silva, el portento de personaje de Javier Bardem en 'Skyfall'. En cuestión de villanos, esta vez la cosa queda muy descompensada y se les ve venir, eliminando el efecto sorpresa.
Eso ocurre con Spectre y con el Franz Oberhauser de Christoph Waltz. A estas alturas conocemos bien el talento del actor, sobre todo para hacer de personajes retorcidos. No era de extrañar que, cuando se anunció su incorporación, el "hype" creciera un poco más, pero por desgracia ni el guión ni el actor consiguen alcanzar lo que se espera de ellos. Silva estaba muy bien utilizado para que aunque no estuviera en la pantalla se notara su presencia, algo que no ocurre con Oberhauser. Sale poco y cuando sale no cala hondo. Algo extraño, porque es una apuesta fuerte en lo que a historia se refiere, pero luego ni le dan tiempo para lucirse, ni el actor parece querer estar a la altura. Y es una pena, porque Mendes ha querido hacer aquí una especie de autoconclusión del gran arco que se abrió con 'Casino Royale', por lo que Spectre y Oberhauser deberían haber brillado mucho más de lo que lo hacen. Por el camino se nos mencionarán personajes de las tres películas anteriores, de hecho Mr. White (Jesper Christensen), al que vimos en 'Casino' y 'Quantum of Solace', tiene un papel importante en la trama. El "calvario" que inició Craig conociendo al personaje de Eva Green se cerraría entre comillas aquí, o eso pretenden, y sin embargo una idea tan buena se pierde sin ser tratada ni con el tiempo ni con la profundidad necesarios, y eso que son dos horas y media de película. Un tiempo desmedido que cuenta con demasiados altibajos.
Tampoco Madeleine Swann, el personaje de Léa Seydoux, es Vesper Lynd (Green). Junto con la momentánea (casi fugaz) aparición de Monica Bellucci, la "chica Bond" de esta entrega parece querer ser, en principio, un personaje importante para 007, pero tampoco pasa de ser bastante prototípica. Aunque al principio se hace la dura, luego acaba siendo una damisela en apuros más que no debería suponer un gran cambio en la vida de Bond, aunque en 'Spectre' se pretenda que así sea. De nuevo, el problema es el quedarse en la superficie de algo que podría haber sido mucho mejor de lo que es. Aunque ya tiene más carisma que el personaje de Bérénice Marlohe, por ejemplo.
Uno de los grandes problemas de 'Spectre' es lo descompensados que parecen estar ciertos elementos de la película. Las escenas de acción, por ejemplo, vuelven a ser una maravilla. Las acrobacias aéreas en la plaza del Zócalo de Ciudad de México no son solo bellísimas visualmente, sino que son intensas a más no poder, como introducción es de diez. La persecución de cochazos por Roma, sin ser de las de romper el acelerador, también es increíble. Dave Bautista como el enemigo que da y recibe golpes cumple con su cometido de forma muy solvente, es la mole perfecta. Todas estas secuencias vuelven a estar rodadas perfectamente, y consiguen que, en general, una película que es excesivamente larga sea en gran media entretenida. Los toques de humor también están bien utilizados. Pero eso no consigue arreglar tantas buenas ideas mal llevadas a cabo.
En 'Skyfall' nos presentaron a los nuevos M, Q y Moneypenny. Aunque aquí no cuentan con mucho protagonismo, vuelven a protagonizar uno de los segmentos más interesantes: el del papel del MI-6 en el mundo actual. En 'Spectre' vuelven a funcionar lo poco que salen, y su subtrama vuelve a ser de rabiosa actualidad: la vigilancia total de los ciudadanos "por su seguridad". Ya con el ciberterrorismo de la anterior película Sam Mendes quiso llevar a 007 al siglo XXI y le salió bien. Con este consigue también bastante ese objetivo, pero podría haber dado muchísimo más de sí. Hablando del siglo XXI, aquí también podríamos meter la "valentía" de incluir a Monica Bellucci, la primera "mujer Bond", que sale poco y vuelve a ser el topicazo de "chica Bond". Hay cosas que son muy difíciles de cambiar.
Es hora de avanzar
'Spectre' puede considerarse el fin de una era, y aunque no le haya salido tan redonda, tan frenética, inteligente y entretenida como 'Skyfall' (le ocurre el mismo efecto que 'Quantum' con 'Casino Royale'), no se puede negar que la mayor parte de la nueva era Bond es autoría de la "era Mendes". El Bond de Daniel Craig ha conseguido mantener las claves del personaje y actualizarlo para que no quede obsoleto. Gracias a los guiños a anteriores capítulos de la saga, y a la inclusión de elementos de un cine de acción más actual, la película mantiene todavía viva la llama de 007, y a pesar de sus fallos puede considerarse una aceptable conclusión de la historia de este James Bond. Pero está claro que es hora de cerrar un episodio y abrir uno nuevo. Sam Mendes, y Daniel Craig en gran medida, ya han dado todo lo que podían dar a James Bond. Si la franquicia quiere mantenerse, debe empezar a buscar sangre fresca. Y lo tienen complicado, porque Sam Mendes no lo ha dejado precisamente fácil. Antes que él ya se cargaron una gran ventaja de la saga, que era que cada película fuera independiente y no necesitara tanto de las demás para continuar. Aquí apostaron por un gran arco que han intentado cerrar y, sin embargo, dejan tantos detalles a medias y un final tan difícil de continuar que no me gustaría estar en la piel del que sea elegido para dirigir la vigésimo quinta película. Hay cosas que merece la pena seguir, y estoy deseando ver cómo lo hacen. Por lo pronto, me mantengo en la defensa de que Sam Mendes ha hecho mucho por el nuevo James Bond, ha encontrado la fórmula para que pasado y futuro puedan caber en la misma historia, pero también es necesario encontrar una que esté a la altura de lo que ha sido y lo que puede ser Bond.