'Star Trek: Discovery' fue sólo el comienzo algo más grande. El universo inaugurado por la serie original en 1966 se encuentra actualmente en plena expansión gracias a la cadena CBS y el guionista Alex Kurtzman ('Star Trek: En la oscuridad', 'La momia'). A pesar de su relación con las películas de Chris Pine que han creado otra línea temporal, las series sí que continuarán la historia en la que se encuentra el protagonista de la nueva gran ficción de este universo televisivo: Jean-Luc Picard.
En lugar de ser un spin-off como la serie protagonizada por Sonequa Martin-Green, y cambiando la distribución de Netflix por la de Amazon Prime Video, 'Star Trek: Picard' continúa directamente los catastróficos hechos que vimos al final de la última película protagonizada por Patrick Stewart: 'Star Trek: Nemesis'. El conflicto con los romulanos y el lapso de 18 años en la ficción y la realidad han marcado las bases de esta nueva entrega que, a juzgar por sus primeros tres capítulos de los que ya hemos podido disfrutar, va a ganarse su puesto tanto en la nostalgia trekkie como en el panorama televisivo (y social) actual.
Reformular y actualizar lo conocido
El gran acierto de 'Star Trek: Picard' es precisamente la razón que Patrick Stewart nos confesó que le convenció para volver: el renovado y mucho más crudo contexto. Después de la catástrofe de 'Némesis', la mítica Federación ha tomado un camino aislacionista y egoísta, de la misma manera que Picard, aún con cierta luz pero ya retirado y atormentado por sus ¿malas? decisiones. La impresión es la misma que contemplar el universo de los 'X-Men' a través de 'Logan': ha habido una evolución natural y humana que hace este mundo más interesante sin necesidad de batallas ni naves espaciales. Esta decisión de plantar sus bases más en la tierra permite poner en pantalla un reparto y unos dramas mucho más diversos y humanos que reflejan la realidad y los debates del tiempo en el que se ha hecho la serie. 'Star Trek: Picard' se recordará dentro de varios años como la esencia de 2020.
Además de intentar ser relevante y mantenerse por sí misma, el equipo de guionistas tampoco se ha olvidado de la nostalgia. Más allá de algunas míticas frases ("Engage!"), este renovado punto de partida se fundamenta en todo lo visto anteriormente tanto en las series como en las películas de Stewart. Aunque en el primer capítulo dediquen bastantes conversaciones a poner en contexto, la posterior sucesión de razas y hasta el gran villano y el objetivo de la serie no se comprenderán del todo bien sin documentarse un poco.
Este hecho puede echar para atrás a los espectadores más lejanos del universo, pero en general merecerá la pena el esfuerzo y se podrá disfrutar igualmente sin él. Sin embargo, el principal error en el que parece que va a guiarles la nostalgia es en volver a caer en la misma rutina de 'Star Trek'. A pesar del atrevido planteamiento de los dos primeros episodios, en el tercero ya se empieza a asentar la idea de que la solución a todos los conflictos tan interesantes que nos han presentado es recurrir a la misma rutina de siempre: formar un nuevo equipo y subirse a una nueva nave para surcar nuevos (o conocidos) planetas. Más allá del tercero, aún quedan otros siete episodios donde esto puede virar hacia muchos lados, pero sería una pena que no se atrevieran a desarrollar y culminar todos estos conflictos tan terrenales precisamente ahí, en la Tierra. No necesitamos ver las estrellas o los rayos láser para sentir que estamos en 'Star Trek'.
La nueva y carismática tripulación
En esta balanza entre la nostalgia y la novedad juega también el reparto. Patrick Stewart parece haberse decantado en su interpretación (muy sabiamente) por este último polo: aunque sin duda mantenga ese carácter de liderazgo y confianza, Picard ha cambiado su optimismo y luz por una reflexión más hastiada (aunque no tanto como su último Charles Xavier). En el primer episodio, nos regala algunos primeros planos para sentar cátedra de interpretación; sin embargo, al igual que ocurría con la trama, el tercero ya empieza a acercarle más (demasiado) al Picard que todos conocíamos y del que ya se contó su historia. De cualquier manera, en ningún momento abraza la autoparodia ni se le deja como secundario: él es el gran protagonista y, a sus 79 años, mantiene el carisma aún más alto que el vuelo de la propia Enterprise.
Los otros dos regresos como son Jeri Ryan (Siete de Nueve en 'Star Trek: Voyager') y Jonathan del Arco ('Star Trek: The Next Generation') todavía no han aparecido, pero gracias a ello han podido brillar los magníficos relevos. Al igual que intentaron hacer con Natalia Reyes en 'Terminator: Destino Oscuro', ahora la joven británica Isa Briones se plantea como la pieza clave en la historia y (potencial) gran relevo de la saga. Y ojalá lo sea: su carisma y bondad tan cercanos a Picard y su dilema personal (menudo giro el del final del capítulo 1) la elevan como el segundo personaje más interesante y dinámico de la serie, y la gran clara protagonista. También aportando luz destaca la inocente científica de Alison Pill ('American Horror Story: Cult'). Sin embargo, la secundaria más interesante es la de Michelle Hurd (Samantha Reyes en 'Jessica Jones' y 'Daredevil'). Todo su carisma demostrado ya en 'Blindspot' lo pone ahora en unos memorables cara a cara con Stewart y un trasfondo sobre adicciones que se deja intuir como otro gran acierto social de la serie.
Impacto visual y emocional
'Star Trek: Picard' se estrena el 24 de enero en Amazon Prime Video, y es una pena porque, a pesar de la predominancia de estos dramas humanos, estos tres capítulos sin apenas acción ya presumen de unos planos generales, gráficos, efectos especiales y luchas muy dignos de 'Star Trek' y de pantalla grande. Efectivamente, en estos primeros capítulos el ritmo y la emoción se plantea más en el "qué pasará" y el misterio de la trama que en el "qué está pasando" y la acción en pantalla. Eso sí, parece que a partir del cuarto, para bien o para mal, esto cambiará. Sea lo que venga, la serie se ha ganado que su protagonista, los productores y nosotros le demos el "engage" ("adelante").
Nota (primeros tres capítulos): 8
Lo mejor: La frescura del nuevo Picard y cada uno de los nuevos integrantes.
Lo peor: No se atreve a olvidar por completo la rutina de 'Star Trek' de formar un equipo nuevo y subirlos a una nave distinta.