Recuerdo cuando era pequeño y tenía esos larguísimos veranos escolares (cómo los echo de menos) que, cuando ya estaba harto de ir todas las tardes a la piscina, muchas veces me iba con mis amigos al cine y nos metíamos a ver cualquier película. El cine costaba cuatro duros, y la cartelera estaba llena de superproducciones que, como mínimo, aseguraban una tarde entretenida refugiados del calor con el aire acondicionado siberiano de la sala de cine. Ahora que, salvo que uno tenga la suerte de tener cerca un cine de verano, una entrada cuesta bastante más que cuatro duros, y por tanto eso de ir a ver qué echan ya no se estila tanto, ya no hay tanto blockbuster como había cuando éramos más jóvenes. Pero este año sí hay un título que hereda ese noble arte del espectáculo veraniego. Y no es una película. Es 'Stranger Things'.
La serie de los hermanos Duffer alcanza su tercera temporada en Netflix, y esta vez sitúa la acción en pleno verano en Hawkins. No hay clases y la piscina municipal está a rebosar, porque hace calor. En muchos sentidos. En esta nueva temporada, los niños que conocimos con unos doce añitos han entrado en la preadolescencia. Y este festival de hormonas es lo que va a marcar gran parte de la trama. 'Stranger Things 3' es una mezcla entre esa película de suspense y ciencia ficción que llevamos viendo desde la primera temporada, mezclada con una película de amores de verano adolescentes. Vemos cómo algunos han crecido (física y emocionalmente) más que otros, y cómo la inclusión de la atracción por el sexto opuesto les tiene totalmente revolucionados, hasta el punto de llevar a discusiones que ponen en peligro a la pandilla. Esa pubertad está muy bien retratada y sirve para hacer que los protagonistas evolucionen, aunque sea a costa de hacerlos, por momentos, absolutamente insoportables. Pero por suerte tendrán cosas más gordas que lidiar que con los amores de verano.
La más beneficiada por esta trama más terrenal es Eleven (Millie Bobby Brown), a la que por fin podremos ver viviendo una vida normal, descubriendo el amor, la amistad, teniendo riñas con Hopper (David Harbour), con el que ya tiene toda una dinámica padre-hija, yéndose de paseo al centro comercial... Resulta interesante ver a través de sus ojos cosas tan simples, pero también deja con sensación de que esta temporada no ha avanzado todo lo que debería con su propia historia, sobre todo después de enfrentarse a su pasado en la segunda temporada o directamente toda la primera tanda de capítulos. Es una de las razones por las que 'Stranger Things 3' parece querer heredar el legado de las superproducciones veraniegas. No es una temporada particularmente profunda, no al menos hasta casi el final.
La serie sigue funcionando a pesar de ser más simple gracias a que ya estamos totalmente involucrados en las vidas de los niños, sus hermanos mayores y sus padres. De los personajes clásicos, en esta temporada brillan sobre todo dos. El primero es, por supuesto, Steve (Joe Keery), el ejemplo de la evolución perfecta de un personaje simplón a ser el mejor de todo el reparto joven. Aquí sigue siendo un derroche de carisma y nos vuelve a dar de los mejores momentos de estos nuevos capítulos gracias a su química con Dustin (Gaten Matarazzo). La otra es Nancy (Natalia Dyer), que después de su despertar en la segunda temporada cuenta con una de las tramas más interesantes en sus prácticas en el periódico local junto a Jonathan (Charlie Heaton), mostrando lo diferente que tratan a los dos a pesar de que ella sea mucho más despierta que él. De los niños, destaca sobre todo la amistad entre Eleven y Max (Sadie Sink), que ya es una protagonista de pleno derecho.
Las grandes sorpresas
Pero la gran revelación de la temporada es Robin (Maya Hawke), la compañera de Steve en la heladería del centro comercial, un personaje complejo y cautivador, que cuenta con grandes momentos y que lo tiene todo para conquistaros tanto como me ha ganado a mí. Ella y el paso de Erica (Priah Ferguson), la hermana de Lucas (Caleb McLaughlin), de secundaria a maravillosa principal, son los puntos más fuertes de esta nueva temporada. Por contra, Joyce (Winona Ryder) y Hopper están un poco desaprovechados gran parte del tiempo (aunque él tiene unos cuantos momentos muy emotivos esta temporada) hasta que su trama se pone en marcha. De hecho, lo que es la parte de ciencia ficción de la temporada tarda bastante en arrancar. Cuando arranca, eso sí, no llega a frenar, pero igualmente no se quita en toda la temporada la sensación de capítulo intermedio, de trámite, como si lo que pasara tampoco haya hecho avanzar la historia general demasiado.
Y eso que, sin entrar en detalles, esta temporada es más grande que las dos anteriores, sobre todo en acción y efectos especiales. En eso cumple la regla de que cada "película" tiene que ser más grande y ruidosa que la anterior, aunque también caiga en el tópico de que más grande no siempre es mejor. La trama central de la temporada está bastante bien aprovechada para plantear un misterio, darnos unos pequeños sustitos y llenar la serie de más guiños a películas de la época (desde 'Terminator' a 'Regreso al futuro', pasando por 'La cosa' o 'Alien'). Pero ya no tiene la personalidad con la que nos cautivaron en la primera temporada, o la emoción de la primera y la segunda. Es normal que a la tercera temporada se haya perdido el efecto sorpresa, pero si los Duffer quieren hacer un par de temporadas más, van a tener que pensar en un cambio un poco más drástico por que esta temporada es en muchos sentidos más de lo mismo y con muchos giros se les ve venir.
A pesar de ello, aunque esta temporada se quede muy corta en profundidad o en una evolución más clara de los personajes (más allá de la pubertad), 'Stranger Things 3' sigue siendo muy entretenida, y se nota que cada centavo invertido está aprovechado para mantener ese viaje a los ochenta con una fidelidad y un apartado visual y de efectos especiales alucinante. Desde el nuevo escenario del centro comercial al vestuario de los protagonistas, pasando por la música tan bien escogida o los detalles en el atrezzo, 'Stranger Things' vuelve a ser un exitoso viaje en el DeLorean. Para Netflix, es evidente, esta serie sigue siendo una de sus cuentas más importantes y, como día John Hammond en 'Parque Jurásico', no han reparado en gastos.
Puede que hasta los Duffer quisieran conseguir ese aire de blockbuster veraniego, rebajando un poco la carga narrativa y dándonos más un producto de entretenimiento simplemente entretenido y con momentos visualmente impactantes. Pero 'Stranger Things' era en su primera y segunda temporadas como el mejor cine de Spielberg: era capaz de dejarte con la boca abierta mientras te contaba algo. Esta tercera temporada no parece hasta los últimos momentos nada muy trascendental, y quizás para refugiarse del calor como hacíamos hace años con el cine puede valer, pero 'Stranger Things' puede dar mucho más de sí.
La tercera temporada de 'Stranger Things' se estrena el 4 de julio en Netflix.
Nota: 7
Lo mejor: Steve y Dustin. Steve y Robin. La trama de Nancy. La hermana pequeña de Lucas.
Lo peor: Suena todo ya demasiado conocido y predecible. Le falta profundidad y trascendencia en la historia general de la serie.