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CRÍTICA

'Stranger Things' Temporada 4. Volumen 1: Expediente Hawkins

Tres años después, por fin volvemos a Hawkins para desentrañar un nuevo misterio que pone los pelos de punta. La parte 1 de la cuarta temporada llega a Netflix el 27 de mayo.

Por Jesús Agudo Más 23 de Mayo 2022 | 11:21
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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'Stranger Things' Temporada 4. Volumen 1: Expediente Hawkins

La última vez que vivimos aventuras por Hawkins nuestra peor pesadilla se llamaba Mindflayer y no COVID. Tres años después, los hermanos Duffer regresan con una cuarta temporada que, aseguran, es más grande en prácticamente todos los sentidos. Para compensar el tiempo perdido. Y aunque 'Stranger Things' nunca se ha caracterizado por ser una serie pequeña, sin duda esta entrega tiene ese aire de superproducción de terror que, la verdad, no era consciente de lo mucho que la echaba de menos.

'Stranger Things'

La temporada empieza seis meses después de la batalla del centro comercial, con los protagonistas divididos en dos escenarios principales. Once (Millie Bobby Brown) y los Byers se han mudado a California, y el resto continúan en Hawkins. Si ya la temporada anterior nos mostraba cómo los más jóvenes habían entrado de lleno en la adolescencia, en esta pasamos directamente a su etapa más emo. Pero no van a tener mucho tiempo para estar tristes y ser chavales normales porque un nuevo enemigo llega a Hawkins, y esta vez les quiere dar donde más duele.

Haberse enfrentado ya a tantos monstruos como los que tiene este grupo a sus espaldas está haciendo mella en ellos, sobre todo en los que han vivido pérdidas tan directas como Max (Sadie Sink, que tiene escenas potentísimas y es EL personaje de la temporada) con su hermano Billy o la propia Once con Hopper (David Harbour). De ahí que la serie haya vuelto con bastante menos humor que antes. El alivio cómico acaba cayendo ya solamente en Dustin, porque Gaten Matarazzo no puede apagar su carisma, y en las apariciones de Murray (Brett Gelman) y Erica (Priah Ferguson), que sigue siendo una total y absoluta reina y es la que más pide a gritos un spin-off o continuación. A pesar de que las dinámicas entre los personajes no han perdido fuerza con el paso del tiempo, se nota que esta temporada quiere dar una mayor sensación de peligro, de que cada vez nos estamos jugando mucho más.

'Stranger Things'

Solo hay que ver a Vecna, el nuevo monstruo que viene del Mundo del Revés para aterrorizar Hawkins. Sin desvelar nada, si hasta ahora nos habíamos enfrentado a monstruos más, digamos, salvajes, Vecna es mucho más cerebral, y por tanto puede ser más retorcido y cruel. Esta vez estamos hablando de un demonio capaz de crear auténticas pesadillas y de jugar con la psique de los personajes. Es una gran novedad en la serie, porque crea una amenaza muy diferente y que es capaz de llevar a sus víctimas al límite. Y no escatima en gore ochentero, para mantener la seña de identidad de la serie. Como en cualquier buen videojuego, los jefes finales de 'Stranger Things' cada vez son más complejos y difíciles, y por supuesto más gratificantes de aniquilar (si es que pueden).

Las cadenas del binge watching

A su alrededor se crea una investigación digna del mejor capítulo de 'Scooby-Doo' para descubrir qué es, cómo ataca y si hay alguna manera de defenderse o de vencerlo. Este misterio es, una vez más, absolutamente adictivo, tiene giros, pistas falsas y sorpresas para tenernos de nuevo totalmente enganchados. Pero, de nuevo, haber visto los episodios seguidos, como probablemente haga una enorme cantidad de fans el mismo 27 de mayo cuando se lancen los siete primeros capítulos de la temporada (la segunda parte llegará en julio), me vuelve a dar la sensación de que 'Stranger Things' es la principal víctima del binge watching al que obliga Netflix. Qué maravillosas conversaciones daría esta temporada si pudiéramos ver un capítulo por semana y prácticamente todos consumiéramos la serie al mismo ritmo. Los episodios de esta temporada son, además, extra largos (el final de temporada alcanza las dos horas y media), y verlos de golpe (en mi caso, por obligación) supone sentir los valles de ritmo mucho más. Aunque la temporada cuenta muchas cosas, esa duración no tiene mucha justificación, y hace el maratón un poco más complicado. Pero por la forma que tenemos de consumir Netflix (que también la propia Netflix propicia a través de la conversación que generan sus perfiles de redes sociales), por cada día que pasa que no lo veamos todo, los spoilers estarán más asegurados. 'Stranger Things' pide a gritos mantener la conversación durante más tiempo que solamente el primer fin de semana, no solo por las tramas sino por el dinero invertido en ella, y no creo que haya un título en su catálogo más pensado para ser disfrutado semana a semana y generar conversación y debate. Repartirlo en volúmenes, por mucho que el séptimo episodio se intuya como uno muy especial y lleno de revelaciones que afectan a todo el recorrido de la serie, es un intento bastante cobarde por parte de la plataforma de alargar la conversación. Ojalá se hubieran atrevido a romper con sus propias reglas.

'Stranger Things'

Contra Vecna tendrán que lidiar principalmente los que se han quedado en Hawkins, mientras que en California Once tendrá que hacer frente a otro enemigo mucho más real: el acoso escolar. La hasta ahora estrella de 'Stranger Things', Once, se encuentra por primera vez despojada de sus poderes, por lo que es una chica normal y corriente. Una chica normal que ha perdido a su padre, ha cambiado de ciudad, se ha alejado de su novio y tiene que empezar de cero en un instituto nuevo. Once sigue siendo bastante cándida para su edad, y al haber perdido sus poderes también ha perdido su autoestima, lo que la hace pasto de las niñatas de su clase, que la ven un rival débil. Por supuesto, ningún adulto hace nada por evitar el bullying. Acostumbrados a verla como la superheroína que es, como la describe el propio Mike (Finn Wolfhard), Millie Bobby Brown viaja por esa caída del héroe rompiéndonos un poco el corazón. Eso sí, con el tiempo se echa un poco de menos a la antigua Once, sobre todo con una temporada en la que varios de los personajes han perdido su luz y crean un ambiente mucho menos divertido que en temporadas anteriores. Lucas (Caleb McLaughlin), por ejemplo, se enfrenta a ese dilema tan común de las películas o series de instituto que le obliga a elegir entre mantener a sus amigos de toda la vida y seguir siendo un paria, o abrazar la oportunidad y dar el salto a la popularidad. Poco original, pero sabíamos que tenía que llegar tarde o temprano. Y de Will (Noah Schnapp) se intuye otro giro muy importante, pero de momento son solo insinuaciones.

'Stranger Things'

Las relaciones entre los protagonistas siguen teniendo mucho peso, pero se echa mucho de menos la inocencia de cuando eran niños. Por muy lógica que sea esa evolución, las tramas personales no tienen ningún brillo. Los mayores tardan un poco en entrar en el juego, y sus dilemas individuales no son para nada tan llamativos como cuando eligen su papel en la investigación y vuelven a sacar lo mejor de sí mismos, en especial Joe Keery, Maya Hawke y una sobresaliente Natalia Dyer, que tiene una de las mejores tramas. Esta temporada hay que dar la bienvenida a Joe Quinn como Eddie Munson, eterno repetidor, líder del club de rol y metámero de corazón. En esta primera parte solo se está presentando, pero sobre todo en el primer capítulo roba cada plano en el que está. Ojalá sea otra gratísima sorpresa como lo fue Hawke en la temporada anterior. Joyce (Winona Ryder) tiene su propia trama, relacionada con la muerte/desaparición de Hopper, quizás la menos cautivadora de estos capítulos. De los tres arcos, el de Hawkins es el que más rápido vuelve a engancharnos porque se siente familiar, y es donde se encuentra el verdadero peligro. Las otras dos localizaciones sirven para dar un poco de variedad, pero no pueden competir contra Vecna.

Las tramas de instituto duran poco porque esta temporada remarca fuerte que es "el principio del fin" y quiere meterse en incógnitas que llevan en la serie desde su primera temporada. Así, tenemos algún que otro flashback sorprendente (un poco estropeado por un inquietante rejuvenecimiento digital) que busca darnos, por fin, las respuestas que llevamos pidiendo desde que comenzó esta aventura. Probablemente el séptimo episodio sea clave por lo que han ido insinuando los miembros del reparto, pero la prensa solo hemos podido ver los seis primeros así que vamos tan a ciegas como vosotros. Eso sí, cualquiera habría servido como cliffhanger entre un volumen y otro, sobre todo del cuarto al sexto. De nuevo, qué pena que esta serie no sea semanal.

'Stranger Things' vuelve ambiciosa, entretenidísima y sabiendo utilizar muy bien los elementos del terror de toda la vida (como el sonido del reloj) para que encajen con la mitología del Mundo del Revés. La escala y temática de estos primeros capítulos de temporada recuerdan mucho a 'Pesadilla en Elm Street', inspiración declarada por los Duffer, y en gran medida también tiene un aire a la saga 'Expediente Warren', que tan bien sabe mezclar los sustos con el espectáculo y los millones de dólares bien gastados. Se nota que nos acercamos al final y que todo se va volviendo más solemne, más importante. Pero el aire Goonies sigue estando ahí a pesar de tanto drama. Que hayan pasado tres años desde la última vez le ha venido muy bien, estoy seguro de que vais a cogerla con muchísimas ganas después de tanto tiempo. Qué pena que estemos casi obligados a quemarla para disfrutarla sin spoilers.

La primera parte de la cuarta temporada de 'Stranger Things' se estrena en Netflix el 27 de mayo.

Nota (capítulos 1 a 6): 8

Lo mejor: La trama de misterio y terror es la más perturbadora y ambiciosa de la serie. El rollo 'Scooby Doo' es entretenidísimo. Esta temporada es de Max.

Lo peor: Las tramas personales quedan muy ahogadas. La mayor duración de los capítulos está poco justificada, y se siente sobre todo en los capítulos centrales.