Hace ya más de uno año, un título llamado 'Mi año con Salinger' se presentaba en el Festival de Berlín, con visos a convertirse en una de las películas feel-good del 2020. Su tono amable, dentro del enfoque dramático, permitía conocer la experiencia de la escritora y periodista Joanna Rakoff trabajando en una de las agencias más prestigiosas de Nueva York. Protagonizada por Margaret Qualley y Sigourney Weaver, suponía también el regreso a la realización del cineasta canadiense Philippe Falardeau, el cual no había dirigido nada en cuatro años, desde 'Chuck (The Bleeder)'.
Desafortunadamente, estalló la pandemia del coronavirus, lo que provocó que su puesta de largo haya quedado sepultada y su lanzamiento comercial llegase pasado más de un año de su debut en Berlín. De hecho, en España, su desembarco viene con un lavado de cara, puesto que su título ha pasado a ser el de 'Sueños de una escritora en Nueva York'. Aunque el título original en inglés hace referencia a las memorias de Rakoff, quizás la libre interpretación de su título en español le hace más justicia porque, aunque Salinger sea la figura omnipresente -la cual nunca llega a materializarse en la cinta-, es la vocación de la protagonista la que mueve la trama de la cinta.
La premisa del filme, realmente, es muy sencilla, pues narra cómo una joven idealista toma contacto con la realidad, de los auténticos obstáculos que hay para convertirse en escritora y en cómo un trabajo que iba a ser temporal va devorando su vida, hasta el punto de sustituir sus planes, aquellos que le hicieron recalar en Nueva York, el escenario ideal para un largometraje así. Con esos ingredientes, Falardeau, el cual también escribe el guion, configura una propuesta notable, que acierta en no aspirar a convertirse en la versión intelectual de 'El diablo viste de Prada'.
Una película elegante de emancipación femenina con una protagonista llena de carisma
Y eso que tiene momentos en los que roza a la cinta de David Frankel, especialmente por la relación que surge entre la protagonista, interpretada por Margaret Qualley, y su jefa, Margaret, interpretada por Sigourney Weaver. Aunque, inicialmente, las fricciones entre ambas parezcan que vayan a desembocar en algo similar al duelo interpretativo que tuvieron Anne Hathaway y Meryl Streep, conforme la trama va desarrollándose, la relación entre ambas va transformándose, llegando a ser algo más cercano entre mentora y pupila.
Con la ayuda de secundarios que aderezan la trama, 'Sueños de una escritora en Nueva York' es un ejercicio notable, una propuesta feel-good que basa su fuerte en las interpretaciones de su reparto (Qualley por fin tiene un papel principal con el que lucirse), en lograr narrar su historia en clave femenina -si el aspirante a escritor es mujer, su contexto, evidentemente, varía y esto se refleja muy bien en el filme- y en ser lo más honesta posible con su público objetivo. Con todos esos elementos, toca dejarse llevar por el encanto del Nueva York intelectual de los 90.
Nota: 7
Lo mejor: El carisma de Qualley y cómo Sigourney Weaver evita que su papel caiga en clichés.
Lo peor: Viniendo del director de 'Profesor Lazhar', se exigía más ambición a una película que tenía más potencial.