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CRÍTICA

'Sunset Song': Balada triste de gaita

Crítica de 'Sunset Song', última película de Terence Davies con la maravillosa Agyness Deyn. En cines el 22 de julio.

Por Jonathan Espino Aparicio 22 de Julio 2016 | 11:53

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Los hay que disfrutan con las películas de época y también los hay que disfrutan de los ritmos lentos, pausados, contemplativos... Pero yo no estoy entre ellos. La anterior película de Davies, 'The Deep Blue Sea', me aburrió soberanamente pese a las excelentes críticas que la precedían. Y, sin embargo, aquí estoy, maravillado con 'Sunset Song'.

Ésta no tiene nada que ver con aquélla: mientras que 'The Deep Blue Sea' era como adentrarse en una madriguera cada vez más cerrada y angustiosa, 'Sunset Song' es un rayo de luz que atraviesa todas las nubes negras que se cruzan por su camino. La protagonista, Chris Guthrie, es una joven a la que la vida quiere poner la zancadilla desde su nacimiento: tras vivir durante años bajo el yugo de un padre autoritario, encuentra el amor en un hombre bueno y trabajador que la hará muy feliz... hasta que la Guerra arrase con todo.

 Sunset Song

Escrita por el propio Davies, se trata de la adaptación de la novela homónima del escocés Lewis Grassic Gibon, un relato que el cineasta soñaba con llevar a la gran pantalla desde hacía mucho tiempo. Pero, ¿habrá salido airoso de su gran reto? Veamos.

Las historias, como la vida, se pueden abordar de distintas formas: o bien por un lado positivo de luz y esperanza, o bien por un lado negativo, desasosegante, desesperanzador. Davies sitúa la cámara en los ojos de Chris y parece plasmar en cada plano la emoción del momento: desde el miedo a una figura paterna demasiado autoritaria hasta la pasión y la felicidad al encontrar el amor, una gama de grises que pasa del negro más descorazonador hasta el blanco más puro como si la película tuviera vida propia.

Es curioso que, desde que conocemos la situación familiar de Chris, y aunque veamos que es liberada de ella, Davies imprime una especie de sensación de peligro a cada secuencia, como si quisiera advertirnos de que esa felicidad plena que siente la protagonista fuera tan efímera y frágil que el simple viento pudiera romperla, y es que, como bien dice ella, 'sólo el tiempo y la tierra perduran más allá de la guerra'.

 Sunset Song

'Sunset Song', además de ser una historia de amor de las que ya no se hacen, es un canto al campo, a la vida rural llena de trabajo y sudor pero también llena de plenitud por una buena cosecha. También es una oda feminista a esas mujeres que se echan la familia sobre sus espaldas y las sacan adelante, independientes, fuertes, valientes.

Para trasladar todas esas emociones a la gran pantalla, aparte del talento a la hora de plasmar las imágenes, necesitas a alguien que se desnude en cuerpo y en alma para mostrarlo, y Davies tiene una joya entre sus manos que, sin duda, es el as que le hace ganar la partida. Agyness Deyn, en su cuarta película como actriz, hace una interpretación tan soberbia que hay momentos en que podrías pensar que ha sido poseída por una de aquellas mujeres que sufrieron en la Escocia de principios del siglo pasado: la mirada, la sonrisa, la manera que tiene de moverse y expresar lo que siente... Es absolutamente brillante.

 Sunset Song

Junto a ella, dos hombres que son los dos polos que hacen girar su brújula interior: por un lado, el padre, un Peter Mullan estoico, sin corazón; por otro, su marido, el amor de su vida, un Ewan Tavendale arrebatador, encantador, que recuerda a Emory Cohen en 'Brooklyn' por esa manera que tiene de mirar a la amada con pura devoción.

"Una historia que merece ser contada"

O eso dice Terence Davies y yo no puedo estar más de acuerdo. Es cierto que durante todo el visionado de 'Sunset Song' no hay demasiado lugar para la sorpresa: parece un recorrido por todos esos lugares comunes de las películas sobre amor en los tiempos de guerra que hemos visto y, sin embargo, nos encandila como si estuviéramos embrujados por el encanto de una versión remasterizada de un clásico de los años 40.

Davies es capaz de trasladar esta novela de 1932 como lo hubieran hecho hace décadas, sin modernidades, desde la más simple de las aproximaciones, como si quisiera contarnos la historia desnuda de artificios, sólo aderezada por una música maravillosa, una fotografía sobresaliente y un reparto en estado de gracia. ¿Alguna pega? Un exceso de teatralidad en sus últimas escenas totalmente prescindible pero totalmente perdonable.

Nota: 8

Lo mejor: Agyness Deyn y Kevin Guthrie, pura química en pantalla.

Lo peor: No sorprende en su relato pero tampoco creo que lo pretenda.

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