Con la mirada puesta en el cine, el malagueño Alejandro Marín mostró tener esencia propia al dirigir la serie 'Maricón perdido', una producción que creada y escrita por Bob Pop y en la que se mostró su propio sello autobiográfico. En cierta manera, sirvió de calentamiento para un proyecto más ambicioso para el cineasta, el cual llevaba preparando durante cuatro años y que, por fin, ve la luz: 'Te estoy amando locamente'.
'Te estoy amando locamente', en referencia a la emblemática canción cantada por Las Grecas en 1973, busca ser un ejercicio de homenaje y memoria histórica. Para su ópera prima, el malagueño muestra sus intenciones en una producción que tiene el reto de ser una de las primeras que eche la vista atrás respecto a la historia del movimiento LGBT en España, del cual apenas se conocen datos, a pesar de comenzar un 1977, el año en el que se ambienta la cinta.
Marín lleva su ejercicio de memoria histórica a su tierra, al situar la trama en la Sevilla de 1977, de la que van llegando ecos de la primera manifestación a favor de los derechos LGBT con motivo del Día del Orgullo Gay, sucedida en Barcelona el 28 de junio de 1977 y que fue duramente reprimida por la policía.
El realizador quiere crear un relato colectivo desde lo personal, desde lo costumbrista. Por eso decide que sus protagonistas sean madre e hijo. Ella es viuda y quiere el reconocimiento del barrio, después de que su marido se suicidase por sus ideales y se convirtiese en la comidilla entre el vecindario. De ahí, que la mujer, costurera de profesión, busque que su hijo logre recuperar el reconocimiento familiar.
La mirada revolucionaria transversal a través de lo LGBT
Marín, quien firma el guion junto con Carmen Garrido, es muy ambicioso en su propuesta. No sólo busca reflejar las raíces del movimiento LGBT en su Andalucía natal, sino que busca mostrar cómo los últimos años de los 70 e inicios de los 80, los primeros años de la Transición, surgieron muchos movimientos de izquierdas transversales con el objetivo común de convertir a España en una auténtica democracia.
De ahí, que la cinta muestre la paradoja de que el movimiento surgiese en las salas parroquiales de la Iglesia Católica, donde estaba el movimiento de los curas obreros y de otros religiosos de la Teología de la Liberación (silenciados tras la llegada de Juan Pablo II al Papado). En esa intención de convertir su relato en algo transversal, Marín acierta en recordar cómo el movimiento vino de los márgenes, de aquellos que no podía ocultarse y que luchaban porque no tenían nada que perder.
En ese aspecto, la cinta es dura y frontal. Rinde tributo pero no dudan en mostrar la dureza y el rechazo de una generación que no merece se enterrada en el olvido. Lo consigue con un reparto magnífico, encabezado por Alba Flores, pero en el que destacan tanto Álex de la Croix como La Dani. La primera, conocida por 'La que se avecina', demuestra una capacidad única para transmitir el drama y cómo se disfraza con aparente sonrisa de comedia. La segunda encarna esa lucha interior por el defenderse y reivindicar lo más básico de la existencia o el rendirse.
Ejercicio de memoria histórica
Son ellos los que elevan un largometraje que sabe tener a sus protagonistas bien considerados. Marín sabe cambiar el pone del hijo a la madre. No era sencillo, dado que los relatos en clave LGBT, cuando el protagonista está en rebeldía y lucha por su mera existencia, suelen sólo enfocarse en él como protagonista, véasen películas como 'Beautiful Thing', 'Get Real' o 'El último suspiro'.
Pocas veces se pone la atención en la figura materna. A través de un momento duro, en el que se vuelve a recordar desde dónde se parte. Una vez que entra en escena el personaje de Ana Wagener como protagonista, la cinta crece más, de manera similar a lo que pasaba en 'El hada ignorante' de Ferzan Özpetek. En esa línea, da gusto que se ponga en primera línea no sólo a esas madres que han apoyado a sus hijos gais, lesbianas o transexuales, sino también a esas mujeres de mediana edad que tuvieron que luchar contra sus propios demonios. Ellas también merecían ser igual de protagonistas.
'Te estoy amando locamente' muestra que se está ante un cineasta ambicioso que no duda en intentar llevar a buen puerto su visión. Un realizador cuyo estilo bien podría evocar al de otros realizadores internacionales que han sabido crear relatos potentes en clave LGBT desde sus inicios, como Andrew Haigh, Francis Lee o Christophe Honoré.
Lo mejor: Su deseo de rendir tributo a esos primeros héroes anónimos.
Lo peor: Dada la temática, se hubiera agradecido algo más reaccionario.