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CRÍTICA

'The End of the F***ing World': Bonnie, Clyde, Tarantino y los millennial

Dos adolescentes se fugan de su aburrido pueblo del sur de Inglaterra. Ella quiere vivir nuevas experiencias; él planea matarla en algún momento. Pero nada saldrá como esperan.

Por Javier Pérez Martín 15 de Enero 2018 | 10:45

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En algún momento de su famosa escapada criminal, Faye Dunaway le decía a Warren Beatty: "Mi madre ya es una mujer vieja. No tengo madre, ni familia". Él le respondía: "Yo soy tu familia". La historia de 'Bonnie y Clyde' le sirvió al nuevo Hollywood de finales de los 60 para rebelarse contra sus padres: nuevos autores salvaron a la industria plasmando los sentimientos de los jóvenes, rebeldes sin causa, que marcarían las décadas posteriores.

'The End of the F***ing World'

Como la historia siempre se repite, y cada generación tiene que matar a sus padres, los millennial también tenemos a nuestros propios Bonnie y Clyde. Han llegado en forma de serie, la primera que nos trae Netflix en este 2018. Basada en un cómic de Charles S. Forsman, 'The End of the F***ing World' es una ficción británica que se emitió hace unos meses en Channel 4, y ahora se puede ver en el resto del mundo gracias a la plataforma de VOD.

En ella, dos adolescentes se escapan de casa, de su aburrido pueblo del sur británico, y aunque no planean vivir atracando bancos, las cosas se torcerán bastante pronto. Ella, Alyssa, solo quiere vivir nuevas experiencias; él, James, que dice ser un psicópata, planea matarla en algún momento. Pero en un par de días se encontrarán huyendo de la policía tras haber cometido un par de crímenes bastante graves.

Para ser una serie bastante corta (sus ocho episodios de 20 minutos hacen un total de menos de tres horas, se puede ver de una sentada), tiene una evolución muy pronunciada. En sus dos primeros capítulos peca de algo que suelen tener muchas series británicas protagonizadas por jóvenes: adorna sus numerosos clichés con un tono gamberro que parece rompedor pero no lo es. Estilísticamente, 'TEOTFW' bebe del cine indie de los 90, y mira que este ya se construyó, de la mano de Tarantino, extrayendo recursos de cines anteriores. Rótulos para presentar personajes, voces en off (dos totalmente independientes a falta de una), flashbacks y flash forwards, y un uso de la música muy acertado, que subraya y acompaña a los personajes en su viaje en todo momento. Como envoltorio, es más que suficiente para enganchar a los que busquen algo más cinematográfico. A eso hay que añadirle una fotografía muy cuidada, como suele tener la televisión británica, aunque con unos colores cálidos que recuerdan más a las road movies americanas.

'The End of the F***ing World'

Pero el envoltorio puede no ser suficiente en un principio, cuando sus dos protagonistas se limitan a demostrarse constantemente lo guays, rebeldes y superiores que son. "Mi padre me decía que robar no está mal, siempre que no sea al pequeño y mediano comercio", dice Alyssa cuando se da cuenta de que están comiendo en un restaurante sin dinero. "Si robas a las cadenas, está bien". Sin embargo, a mitad del viaje las máscaras empiezan a despegarse y, ante los inesperados giros que les depara el destino, estos dos niños se volverán más sinceros, abandonarán la impostura del adolescente y mirarán de frente a sus traumas.

Al principio, James y Alyssa son dos jóvenes empeñados en no tener sentimientos. Él asegura ser un psicópata por diagnosticar; ha matado a animales y ahora se propone "asesinar algo más grande". Ella está cansada de sus amigas, de su teléfono móvil, que destroza de un golpe contra el suelo, y de la anodina y perfecta vida que vive con su madre y su padrastro.

Robándole el coche al padre de James, puñetazo incluido, la pareja se lanza a la aventura. Pero mientras huyen lejos de los sentimientos que tan bien han aprendido a acallar, como buenos millennial, con la ayuda de todas las pantallas y los estímulos que les rodean, se acercarán al vacío. Y en él, no les quedará otra que enfrentarse al pasado y a todo eso que tienen enterrado cada uno en sus mentes. A diferencia de este tipo de historias, 'The End of the F***ing World' no es una celebración de la violencia y de la rebeldía, sino que entraña una lección muy vitalista. Los sentimientos hay que sentirlos, de eso va la vida.

Cómo molan los niños

'The End of the F***ing World'

Netflix está haciendo un esfuerzo por llegar al público joven. Producciones propias como 'Por trece razones' y 'Stranger Things', protagonizadas por repartos infantiles y juveniles, han puesto de moda de nuevo al niño actor. Millie Bobby Brown es una de las personas más famosas de la industria, gracias a su Eleven.

Alex Lawther y Jessica Barden, los protagonistas de esta serie, brillan lo suficiente como para unirse a esa lista de jóvenes admirados por gente que les saca 20 años alrededor del mundo. Y más porque, como en toda buena película indie, se comportan como si fueran más viejos de lo que son. A él, de 23 años, lo hemos visto en 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' y un capítulo de 'Black Mirror', y a ella en 'Penny Dreadful'. Barden tiene 25 años, aunque en la serie ella tiene un año menos que él.

Aún no se sabe si habrá segunda temporada (el final no invita a ello, pero no sería la primera vez esta temporada que una serie con final más o menos cerrado es renovada), pero James y Alyssa son dos personajes lo suficientemente potentes como para quedarnos atentos a las carreras de ambos en el futuro.

Nota: 8

Lo mejor: Su rápida evolución siendo una serie tan corta

Lo peor: Que al principio pueda parecer menos original de lo que se cree, pero acaba siendo todo lo contrario.