Hay algo que iguala a todos los seres humanos con independencia de cualquier condición: la muerte. Esta llega más tarde o más temprano y en ocasiones sin aviso y sin lógica. Con esta idea juguetea Osgood Perkins en The Monkey', tomando como punto de partida un relato corto de Stephen King para dar a luz una versión muy libre del mismo con la que aborda el libre albedrío, el azar y la responsabilidad y el trauma dentro de los conflictos familiares.
Poco queda del cuento original de King, que forma parte del recopilatorio 'Skeleton Crew' publicado en 1985. El director, que también escribe el guion, lo toma como punto de partida con la intención de ofrecer un espectáculo caótico donde el humor y el gore se retroalimentan. Cambia así radicalmente de registro con respecto a su anterior película, 'Longlegs', cinta de terror protagonizada por Maika Monroe y Nicolas Cage, en la que elevó el género con su manejo del suspense y su atmósfera opresiva.
Espectáculo de sangre y humor
'The Monkey' sigue a un objeto maldito con forma de mono tamborilero que es capaz de anunciar muertes brutales cada vez que toca con sus baquetas. Esto ya queda explicado en un estupendo prólogo con el divertido cameo de Adam Scott en el que ya nos quedan claro no solo el argumento de la película, sino también el tono. Como curiosidad, el juguete del relato de King en realidad lleva platillos pero Disney ostenta los derechos de ese muñeco desde que apareció en 'Toy Story 3', así que se le ha dotado de otro instrumento.
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A partir de ahí el foco pasa a sus hijos gemelos, Hal y Bill, a los que abandona tratado de evitarles la maldición. Esto no evita que el mono acabe en sus manos desatándose una serie de tragedias que separará para siempre a los hermanos. Con la infancia marcada, uno intentará dejar atrás la maldición mientras que el otro se enreda en su propio resentimiento, pero 25 años después el tambor vuelve a sonar.
Con un ritmo endiablado y un sentido del humor que roza la autoparodia, Perkins, que también tiene un pequeño papel, se burla de los clichés del género tomando muchos de sus tópicos para afilarlos a través de la comedia. Para ello despliega todo un catálogo de muertes absurdas, exageradas y explícitas muy en la sintonía de 'Destino final' funcionando como una especie de homenaje a la saga.
Es una carnicería que se desliza siempre por la pendiente de la comedia negra sin llegar a generar escalofríos. Así, hace reír pero no provoca tensión pues 'The Monkey' no se preocupa por el origen del mal. Su propósito no es buscar explicaciones, sino diseccionar la inevitabilidad del caos a través de la caricatura. Para ello dibuja a personajes estrafalarios contando con unos diálogos cargados de sarcasmo.
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Liberando el trauma
Perkins no se queda solo en esto. Honrando la visión original de King, que se ha mostrado encantado con la cinta, plasma sus propias inquietudes exorcizando sus traumas familiares a causa de las mediáticas muertes de sus padres. Anthony Perkins, el Norman Bates de la 'Psicosis' de Alfred Hitchcock, falleció a causa de las complicaciones derivadas del sida, mientras que Berry Berenson, actriz y modelo, iba en uno de los aviones del 11-S. Subrayando que la muerte nos llegará a todos y a todas, el cineasta utiliza la violencia más explosiva como catarsis para sanar el dolor y la tragedia. Se pasa, no obstante, de frenada, pues este subtexto queda enterrado en un aluvión de gags y muertes arbitrarias sin terminar de sumergirse en el drama.
En el terreno interpretativo, Theo James se hace cargo de los gemelos en su versión adulta (Christian Convery hace lo propio con la infantil) diferenciando bien las personalidades de cada uno ofreciendo así dos registros diferenciados. Con un papel más pequeño, Tatiana Maslany llena de carisma a la madre de los hermanos a través de una resignación cargada de mala leche.
'The Monkey' no se toma demasiado en serio. Perkins se aparta de sus trabajos anteriores para construir una propuesta menos contenida, más lúdica y despreocupada en su forma. Se burla de la tragedia y la abraza porque, ya que la muerte nos va a pillar en algún momento, por lo menos que nos echemos unas risas.