Tal y como bien se define por su categoría, en el subgénero home invasion es difícil innovar en cuanto a sus planteamientos, para que estos resulten novedosos y no nos dé la sensación de que, de forma cíclica, cada vez que se nos presenta una premisa que está relacionada con este, pueda resultar interesante. Y principalmente, la forma que desde los propios códigos del género se establece a modo de subversión, es el hecho de presentar el recurso del cazador cazado.
El parisino Julius Berg lleva ya una década de trabajo a sus espaldas como director para la pequeña pantalla, teniendo entre sus créditos títulos como los de 'Osmosis' o de la adaptación en formato de serie de 'Los ríos de color púrpura', hasta que en 2020 le llegaba la oportunidad de debutar en el largometraje con 'The Owners (Los propietarios)', basada en el cómic 'Une nuit de pleine lune' de Hermann & Yves H.
Rodada en una mansión victoriana de Kent, en las cercanías de Londres, la película nos presenta una macabra historia en la campiña inglesa, espacio al que cuatro personajes (que bien podrían haber sido descartes de un casting de 'Geordie Shore') llegarán con la intención de robar la caja fuerte del Dr. Richard Huggins (Sylvester McCoy), quien vive junto a su adorable esposa, Ellen (Rita Tushingham). Evidentemente, el plan se desbaratará y la acción adquirirá unos tintes absolutamente grotescos.
En la boca del lobo
Tal y como ya vimos en otras producciones británicas como 'Eden Lake' o 'Inbred', la adolescencia al borde del abismo es lo que sirve como punto de inflexión para que se desate la trama, la cual irá ligada a una serie de malas decisiones. En aquellos otros títulos, los jóvenes conflictivos eran quienes directamente se enfrentaban a una pareja que iba a pasar un fin de semana idílico, o se topaban con el mal en una salida a hacer trabajos comunitarios.
Aquí, la planificación de un robo será lo que desate la concatenación de infortunios contra los que no habían pensado enfrentarse. Un poco en línea con lo que nos mostró Fede Álvarez en 'No respires', las tornas cambiarán tras un estallido gore (muy bien resuelto por el equipo de maquillaje y efectos) que enturbiará las relaciones entre víctimas indefensas y atracadores, estableciéndose un perverso juego de control.
Mientras que en el título de Álvarez, los suburbios de Detroit servían como el ecosistema idóneo en el que meterse, literalmente, en la boca del lobo; aquí la campiña inglesa sirve como ese otro espacio impregnado por cierta desolación, el cual ayuda a convertir esa casa (idónea para dar un golpe perfecto) en un lugar que podría ser parte de una historia de horror clásico, como si de una especie de mansión encantada regentada por psicóticos se tratase.
Sin embargo, y pese a que Maisie Williams se empeñe en hacer que queramos congeniar con ella, el papel de final girl no acaba de quedarle del todo a medida, a diferencia de lo que nos pasaba con Jane Levy, pues en todo momento el propio director parece querer que solo sintamos cierta estima hacia la pareja de ancianos, quienes ponen todo de su parte para que la suya sea una grandguinolesca interpretación, la cual irá desde la más absoluta ternura a un claro sentimiento de malestar tan solo con su presencia en pantalla.
Nota: 6
Lo mejor: Juega bien en la línea del humor negro y tiene un gore muy bien resuelto.
Lo peor: No hay posibilidad de empatizar con ninguno de los personajes.
