Cualquier sistema hermético es proclive a la creación de leyendas en torno a su figura, generando mitos que a la postre distorsionan una realidad que, fuera de florituras y exageraciones, puede que sea mucho más cruel y arraigada a la sociedad afectada de lo que se pudiera pensar. 'The Propaganda Game', el último trabajo del documentalista Álvaro Longoria, galardonado con un Goya por su estupendo trabajo en 'Hijos de las nubes, la última colonia', intenta arrojar luz sobre las luces y las sombras que afectan a Corea del Norte, el país más cerrado y desconocido sobre la faz de la Tierra.
Los primeros compases de la cinta nos muestran a los norcoreanos llevando a cabo actividades cotidianas que no difieren mucho de las realizadas por cualquier ciudadano "occidental". Porque sí, los habitantes de Corea del Norte también van al trabajo, practican deportes y dedican su tiempo libre a disfrutar de la compañía de sus semejantes, pero ¿qué hace a este pintoresco país estar constantemente en la mira internacional por sus cacareadas acciones políticas?
Longoria juega con la oportunidad que le brinda uno de los exclusivos pases de entrada al país para crear un retrato irónico y certero sobre la situación real de una sociedad empobrecida y tremendamente controlada por sus dirigentes, poniendo especial énfasis en ese semidiós que mueve los hilos en la sombra llamado Kim Jong-un. Una representación milimétricamente estudiada que muestra la cara amable de un sistema caduco que tan solo sigue vigente por el interés de aquellas potencias que se ven beneficiadas de la mala prensa que genera este trasnochado y mal entendido comunismo.
Como maestro de ceremonias encontramos a Alejandro Cao de Benós, una suerte de bufón del régimen norcoreano que intenta vender las grandezas del sistema para el que trabaja. Especialmente llamativo es que justo antes de que aparezca en pantalla un experto haya definido al ejército norcoreano como si de "chatarra" se tratara... no es para menos. El cacique de origen español protagoniza alguna de las escenas más interesantes y surrealistas del largometraje, como cuando en mitad del metro insta al director a preguntar a cualquiera de los allí presentes sobre su situación actual, siendo conocedor de la formal y comedida respuesta que recibirá de su interlocutor. El temblor de voz y sudor frío que recorre la frente del encuestado dice mucho más que todas aquellas explicaciones que aportan los diferentes analistas a lo largo del metraje.
Trabajo a medias
Bien es cierto que 'The Propaganda Game' desmonta y al mismo tiempo potencia alguna de las informaciones surgidas del país asiático, sin embargo, el material gráfico conseguido no es tan claro y certero como para ensalzar esa tesis y crear una pieza lo suficientemente relevante como para sostenerse desde un punto de vista ajeno a la subjetividad. Las bonitas escenas de este parque temático y la pluralidad de las opiniones vertidas no tienen el suficiente peso como para que el espectador medio pueda tomar partido y hacerse una idea real de lo que verdaderamente acontece, ya sea por lo que callan los damnificados o por lo que mucho que hablan los diferentes líderes de opinión. En definitiva, un documental interesante pero poco revelador, que le sobra esquematismo y le falta un poco más de osadía a la hora de abordar un tema tan complejo e inquietante como los diferentes mecanismos que utilizan los sistemas totalitarios para mantener a raya a la población.