Poco a poco y de manera constante, 'The Quiet Girl' ha ido erigiéndose, por derecho propio, en uno de los títulos fundamentales de la carrera de premios 2022-2023. Desde que obtuviese el Oso de Cristal a la mejor película en la categoría Generación del 72 en el Festival de Berlín, su reconocimiento ha ido en alza. Antes de sus dos nominaciones a los BAFTA y de ser candidata al Oscar al mejor film internacional, la ópera prima del irlandés Colm Bairéad fue una de las principales ganadoras de la 67 Seminci de Valladolid, donde logró hacerse con la Espiga de Plata; además de obtener el Premio FIPRESCI y el Premio del Público.
Ambientada en el verano de 1981 en un pequeño pueblo irlandés, narra cómo Cáit, una niña reservada de apenas nueve años e hija de una familia excesivamente numerosa, es enviada a estar la temporada estival con una prima lejana, ya jubilada, de su madre, Eibhlín, quien vive sola con su marido, Seán, tras perder a su hijo años atrás. El motivo es que madre vuelve a estar embarazada. Bairéad adapta así el relato corto 'Foster', de Claire Keegan. Lo hace en irlandés, lo que no solo le permite representar a Irlanda en los Oscar en la categoría de mejor film internacional, sino que le añade esa sensación de atmósfera agreste que ahonda en el espíritu social del largometraje.
De hecho, inicialmente, la manera en la que Bairéad, quien también firma el guion, comienza su propuesta es semejante a una fábula, como si fuera una especie de versión realista de 'El jardín secreto', con una niña protagonista, que apenas habla y que guarda un terrible sentimiento de soledad. Bairéad incide en esa falta de afecto, lo que le da al film una dimensión social, que mira con respeto y dignidad a la melancolía en la infancia. El cineasta sabe realizar el retrato de esa juventud abandonada a su suerte, que se remarca en una realidad en la que la protagonista es una hija más dentro de una familia en la que sus progenitores traen niños al mundo como quien cultiva patatas, olvidando que tener hijos es una responsabilidad.
Un debut magistral, realizada con delicadeza e intimismo
A ello se suma que Bairéad muestra a esa familia que uno elige, donde entra en escena ese matrimonio jubilado que perdió a su hijo años atrás. Si el relato de Cáit ya era enternecedor, con la fabulosa interpretación de Catherine Clinch, quien ofrece una actuación contenida y austera que recuerda a la de Laia Artigas en 'Verano 1993' (gracias a una serie de silencios que hacen honor al título internacional, dado que dice más por lo que calla que por lo que pronuncia); el dolor de ese matrimonio de mediana edad engrandece un relato delicado, intimista, con unos protagonista que conquistan de pleno el corazón del público.
Mención también al cuidado técnico de la cinta, con una fotografía exquisita, obra de Kate McCullough, que combina el carácter bucólico de lo rural con el ritmo pausado que casa con el carácter reservado de su protagonista, quien cuando habla, sus diálogos resultan directos y concisos. También para ese diseño de producción y dirección de arte, firmados por Emma Lowney y Neill Treacy, que traen un espíritu de los 80 más social, que recuerda a los trabajos en esa década y la posterior de Ken Loach o Mike Leigh, desde una perspectiva más rural. Aplauso para un montaje también muy cuidado, obra de John Murphy, con el que se muestra el dominio de los tempos de una cinta que no decae en ningún momento.
'The Quiet Girl' es una hermosa ópera prima, que ofrece un retrato esmerado de la Irlanda rural de los 80, alejado de nostalgia y artificios. Un largometraje con el que Bairéad muestra un pulso sublime a la hora de transmitir sentimientos o sensaciones. Catherine Clinch se une a ese grupo de niños que han ofrecido interpretaciones magistrales en la gran pantalla de forma reciente, como Frankie Corio en 'Aftersun', Eden Dambrine y Gustav De Waele en 'Close', Carla Quílez en 'La maternal' o Maya Vanderbeque en 'Un pequeño mundo'. Un relato que deja esa sensación de haber visto algo íntimo, que recuerda la importancia de cuidar a la infancia y tratar, sobre todo, su soledad. Uno de los mejores largometrajes de este 2023 que aún no ha llegado siquiera a su primer trimestre.
Nota: 9
Lo mejor: Los momentos de silencio, la interpretación de Catherine Clinch, su esmerada fotografía.
Lo peor: Que su carrera en los premios haya sido ensombrecida por 'Sin novedad en el frente' o 'Argentina, 1985', dos largometrajes correctos, pero tremendamente académicos.