Aunque es uno de los géneros más representativos de la esencia de la industria cinematográfica europea, el cine social está cautivo en lo referente a su exhibición y distribución comercial. Sin ese sello de prestigio que tienen producciones épicas, como tampoco adquieren ese tono intelectual del cine de arte y ensayo, estas producciones cada vez tienen más difícil encontrar su sitio en la cartelera, prueba de ello es el discreto paso de la magnífica cinta maltesa 'Luzzu' por las salas españolas.
No obstante, eso no impide que siga habiendo valientes que buscan a ese espectador concienciado, amante del cine de Robert Guédiguian, los hermanos Dardenne o Ken Loach, cuyos relevos generaciones se resisten a aparecer. Un candidato bien podría ser Éric Gravel, quien da un salto cualitativo notorio tras debutar con la comedia 'Aglaé, a prueba de choque', pues se pasa al drama con 'A tiempo completo', galardonada con los premios a la mejor dirección y a la mejor actriz en la sección Horizontes de la 78ª edición del Festival de Venecia.
En sus 87 minutos de duración, 'A tiempo completo' tiene la habilidad de convertir en un angustioso thriller la rutina de Julie, una mujer trabajadora, madre divorciada de dos hijos pequeños, que trabaja como jefa de camareras de un hotel de cinco estrellas en pleno centro de París. Julie vive a las afueras porque no puede permitirse un piso decente en la ciudad, como otros tantos trabajadores y obreros que residen en los suburbios por los altos precios de la capital, inflados por la especulación inmobiliaria, la turistificación y la gentrificación.
Su rutina es ya de por sí cargante, pero el filme lo convierte en odisea cuando estalle una huelga de transporte en los trenes, algo que, por cierto, sucedió durante la crisis de los chalecos amarillos. Lo que era despertarse a las cuatro de la madrugada para poder coger el primer tren hacia el centro y dejar a los niños con una vecina se terminar convirtiendo en una pesadilla que, por otro, refleja la frágil estabilidad de la clase trabajadora, especialmente en el caso de las mujeres.
Un sublime drama social con atmósfera de estresante y angustiante thriller
La cinta no pone paños calientes en una situación límite, de la que incluso puede sospecharse que se sobredimensiona si no se conoce la realidad no solo de muchas mujeres trabajadoras que deben sacar solas a sus hijos adelante, sino de la realidad de las huelgas, mucho más comunes en la sociedad francesa (que, por otro lado, recuerda que los principales perjudicados en las huelgas suele ser la propia clase trabajadora). A esa semana de calvario, en la que se hace una dura crítica social, se le añade el deseo aspiracional de su protagonista, que vuelve a recordar que este relato, estelarizado e por un personaje femenino, recuerda que son ellas las que sacrificar, en la mayor parte de los casos, sus vocaciones para poder cuidar de sus hijos, pues Julie trabaja de camarera, pero era investigadora de mercados y estadísticas, con un máster en economía.
Gravel convierte este drama social en un thriller angustiante, mostrando que es posible realizar un relato cotidiano, del día a día con un enfoque puramente cinematográfico. La angustia de Julie no es solo la interpretación de Laure Calamy, una de las mejores de su carrera y que demuestra que es una de las actrices más versátiles del panorama francés actual, sino su grisácea fotografía, que ahonda en el carácter realista del filme, así como una cuidada ejecución del sonido, que acentúa en el estrés y en la angustia de su protagonista, así como una banda sonora, compuesta por Irène Drésel, que transmite a la perfección las emociones y sensaciones de la protagonista.
'A tiempo completo' es un ejercicio inmersivo sobre la vida de una mujer sola ante la adversidad, que refleja la situación de otras muchas madres trabajadoras que hacen lo imposible no solo por conciliar, sino para llegar a fin de mes. Un angustioso thriller mundano que radica su máxima virtud en retratar una situación cuyo trasfondo es mucho más complejo y rico en matices de lo que aparenta. Gravel demuestra que es posible realizar cine social con un claro enfoque cinematográfico y, además, muy apegado a la realidad actual y desde una perspectiva femenina. Un ejemplo de esperanza que vuelve a recordar que la industria europea es uno de los baluartes de la mirada social en el arte.
Nota: 8
Lo mejor: El enfoque y cuidado cinematográfico para un relato aparentemente mundano. Su crítica social y la espléndida interpretación de Laure Calamy.
Lo peor: Cierto público pensará que la protagonista tiene demasiados obstáculos, cuando, precisamente, situaciones así se dan muchas veces en la realidad.