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CRÍTICA

'La tierra prometida': Adentrándose en terreno hostil

Crítica de 'La tierra prometida', dirigida por Nikolaj Arcel y escrita por Arcel y Anders Thomas Jensen. Protagonizada por Mads Mikkelsen, Amanda Collin, Simon Bennebjerg, Melina Hagberg y Gustav Lindh.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 2 de Febrero 2024 | 17:03
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'La tierra prometida'
Imagen de 'La tierra prometida' (BTeam Pictures)

Tras el traspié que supuso su salto a Hollywood con la adaptación a la gran pantalla de la saga de Stephen Kin 'La torre oscura', Nikolaj Arcel vuelve a sus raíces. Seis años después regresa con 'La tierra prometida', que fue parte de la Selección Oficial de la 80ª edición del Festival de Venecia, participó también en el 20 Festival de Sevilla y obtuvo tres EFA Awards del Cine Europeo, entre ellos el de mejor actor para Mads Mikkelsen. Una vuelta por todo lo alto, adaptando la novela 'Kaptajnen og Ann Barbara' de Ida Jessen, publicada en 2020.

La tierra prometida

Arcel trae el encanto de las intrigas palaciegas que ya mostró en 'Un asunto real' a una propuesta que se asemeja más a la versión reinventada de los westerns contemporáneos. Un antihéroe en busca de la gloria en un páramo inhóspito, que provoca los recelos del gobernante local, quien considera que estas tierras son de su posesión, a pesar de haberlas ignorado al ser aparentemente yermas. La novela está inspirada en personajes, pues Ludvig von Kahlen fue un capitán danés y uno de los primeros cultivadores del páramo de Jutlandia, región que actualmente forma buena parte del territorio danés, con una mitad que pertenece a la República Federal Alemana.

Tras 25 años sirviendo al ejército germano, logra en 1755 el beneplácito de la Corte Real Danesa para intentar crear que en las áridas tierras de Jutlandia pueda salir algún tipo de cultivo. La premisa es puro wéstern, el adentrarse en un territorio inhóspito. A ello se suma la introducción de un villano arquetípico, retratado con un punto de humor negro, el cual también es un personaje real, Frederich Schinkel. Arcel, quien firma el guion junto con Anders Thomas Jensen, aprovecha las convenciones del género para crear una propuesta que bien podría asemejarse a la visión de Jacques Audiard en 'Los hermanos Sisters' o Hlynur Pálmason en 'Godland'.

La tierra prometida

Y es que Arcel juega con dos hilos conductores. Por un lado, la batalla entre los colonos y el hacendado, en una visión que recuerda que el atribuirse territorios conquistados no ha sido sólo cosa de las tierras del Nuevo Mundo. Y después está la historia de Ludvig, un hombre cuya ansia por el reconocimiento termina siendo su propia perdición. Es fascinante cómo Arcel crea un cuidado film de época cuya sensación de violencia va a más, ejecutándose de una manera que recuerda que uno de sus guionistas, Jensen, fue el director de la magnífica 'Jinetes de la justicia', un cuidado ejercicio entre thriller de venganza y comedia negra.

Un sublime drama de época con esencia de wéstern contemporáneo

En el caso de 'La tierra prometida', Arcel opta por narrar una historia épica de época, con un brillante diseño de producción, obra de Jette Lehmann y una cuidada fotografía, de Rasmus Vidabaek, pero cuyo espíritu salvaje y ley del más fuerte (en clara condición desigual) va haciendo que emerja ese espíritu de wéstern, logrando una combinación de drama histórico, película del Oeste y thriller de acción. El realizador se ve ayudado por un reparto exquisito, liderado por Mads Mikkelsen.

La tierra prometida

Mikkelsen brilla especialmente en las cintas de producción danesa, como pudo verse en la mentada 'Jinetes de la justicia', así como en otros títulos como 'Otra ronda' o 'La caza'. En esta ocasión, en la de un hombre que busca ese reconocimiento que, por su clase, no ha obtenido, buscando un imposible en pleno siglo XVIII. Mención para Amanda Collin, quien encarna a Ann Barbara, la doncella que huye de la hacienda de Schinkel y que termina desencadenando, sin querer, buena parte del ansia de venganza del gobernante local. Se trata de un personaje femenino potente, cuya fuerza interior nace del propio deseo de ser dueña de su propia vida y poder disfrutar de momentos tan aparentemente banales como el ver el mar.

Junto con la correcta interpretación de Simon Bennebjerg como Schinkel y otros personajes dignos de mención, como el de Melina Hagberg, quien encarna a Anmai, la niña gitana que termina encontrando refugio en la granja de Ludvig. Así como Gustav Lindh, el joven actor que esta vez se mete en la piel del pastor Eklund.

Arcel logra un correcto equilibrio en 'La tierra prometida', que sabe aprovechar los arquetipos del wéstern para narrar un drama histórico sublime con tintes thrillers entre lo violento y lo salvaje y lo sibilino de las intrigas. Un regreso al cine de época que el realizador sabe aprovechar, apoyado por un apartado técnico exquisito y unas magníficas interpretaciones.

8
Lo mejor: Su cuidado aspecto técnico, sus interpretaciones y su espíritu de cine épico.
Lo peor: Quizás es demasiado convencional en ciertos aspectos.